Ciclistas en un puente en la zona de Strandgade, Copenhague
Miguel Arregui

Miguel Arregui

Los bancos de plaza Zabala no conducen a Copenhague

Montevideo trata de privilegiar a peatones y ciclistas, pero a veces los arrolla
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22 de mayo de 2019 a las 05:01

La colocación de grandes bancos en torno a la plaza Zabala de Montevideo, un sitio clásico e íntimo de la Ciudad Vieja, derivó en una polémica ardiente. Parece un lío más de tiempo electoral, pero es auspicioso: un debate con perspectivas diversas entre vecinos y autoridades de una ciudad que suele ser desaprensiva y descuidada. 

Subyace la tendencia mundial a quitar vehículos de las calles, mientras las personas se movilizan en trenes, tranvías, bicicletas y a pie. Pero Montevideo es pobretona y desigual, el automóvil todavía es sinónimo de independencia y estatus, el transporte público es imperfecto y los ciclistas son tan escasos como endemoniados. 

Por si fuera poco, los bancos son enormes y están fuera de ambiente.

Los bancos de la discordia; aún faltan las macetas y plantas

La pequeña joya de André

La plaza Zabala ocupa una peculiar posición oblicua en medio del clásico damero colonial español. Está rodeada de algunos preciosos edificios y otros que más vale olvidar. Fue diseñada por el paisajista francés Édouard André, en el marco del Plan de Embellecimiento y Ensanche de Montevideo que realizó a fines del siglo XIX para la Junta Administrativa de Montevideo, la autoridad municipal de entonces. 

Édouard André había colaborado en la profunda remodelación de París que el barón Georges-Eugène Haussmann dirigió entre 1852 y 1870, bajo los auspicios de Napoleón III, y que contribuyó a convertirla en una de las más bellas ciudades del mundo. Luego, a partir de 1868, André hizo un anteproyecto para remodelar la ciudad de Buenos Aires, y en 1890 fue contratado para rediseñar Montevideo. Sus planes se ejecutaron solo en parte, pero ordenaron algo la expansión de la capital uruguaya, por entonces frenética.

André además fue maestro de Charles Thays, otro arquitecto y paisajista francés que a principios del siglo XX colaboró para hermosear Buenos Aires, otras ciudades argentinas y Montevideo. Entre las obras de Thays en la capital uruguaya destacan los arreglos de las plazas Independencia y Cagancha, la ornamentación en parte de bulevar Artigas, los parques Urbano (actual parque Rodó) y parque Central (actual Batlle y Ordóñez), y el diseño del barrio Carrasco.

La plaza Zabala se ubica en la circunvalación Durango, que homenajea a la localidad de Vizcaya, País Vasco, en la que nació Bruno Mauricio de Zabala, el gobernador de Buenos Aires que hizo fundar Montevideo a partir de 1724.

Donde estaba el Fuerte

En realidad, la plaza Zabala no es muy antigua. Su lugar fue ocupado por el fuerte, un edificio militar que se construyó entre 1776 y 1778 y albergó las oficinas del gobernador de Montevideo. Tras la independencia uruguaya, sirvió de sede para el Poder Ejecutivo hasta su demolición en 1880, cuando la casa de gobierno pasó a instalarse en el palacio Estévez, en plaza Independencia. El fuerte también fue sede de la primera Biblioteca Nacional, fundada por el artiguismo en 1816, y de la Casa de la Moneda Nacional en 1854.

El fuerte fue un centro político decisivo durante más de un siglo. Allí el gobernador de Montevideo, Francisco Javier de Elío, agredió en 1808 a su sustituto, Juan Ángel Michelena, y lo sacó a puntapiés; allí murió Juan Antonio Lavalleja en 1853; y desde allí Lorenzo Latorre gobernó con mano de hierro a partir de 1876.

La plaza Zabala, que se inauguró el 31 de diciembre de 1890, fue concebida al estilo de las plazas parisinas de entonces, con la caminería ondulante, mucha vegetación, fuentes, faroles, bebederos, y una verja perimetral en hierro forjado, única en su categoría y estilo. 

La reja fue diseñada por Julián Masquelez, un legendario arquitecto uruguayo, formado en París, que dejó algunas obras de gran valor, como el proyecto original del Ateneo de Montevideo, en plaza Cagancha.

El monumento ecuestre de Bruno Mauricio de Zabala

El 27 de diciembre de 1931 se inauguró en el centro de la plaza una estatua ecuestre de Bruno Mauricio de Zabala, sobre un basamento con escalones de mármol. La obra fue realizada en bronce por el español Lorenzo Coullant Valera, en colaboración con su compatriota Pedro Muguruza Otaño.

La plaza Zabala está rodeada por algunos edificios de neta influencia ecléctica francesa, entre los que destaca el palacio Taranco, una de las construcciones más lujosas del país. 

Fue diseñado en 1907 en París por los arquitectos franceses Charles Louis Girault y Jules Léon Chifflot para residencia de la familia Ortiz de Taranco, ricos comerciantes y hacendados uruguayos. Se construyó entre 1908 y 1910 bajo las órdenes del arquitecto y maestro de obras británico John Adams, quien también diseñó y construyó una serie de espléndidos edificios montevideanos: desde el hotel de los Pocitos hasta el Victoria Hall.

La familia Ortiz de Taranco vendió su palacete al Estado en 1943, que en primera instancia fue ocupado por el Ministerio de Instrucción Pública, por la Academia Nacional de Letras de 1943 a 1997 y por la Comisión Nacional de la Unesco. Se restauró completamente en la década de 1990 y ahora alberga el Museo de Artes Decorativas.

También destaca el magnífico edificio del Scotiabank, que lo heredó al comprarlo al Discount Bank en 2016. Fue construido en 1857 como vivienda y comercio, y en 1900 fue reformado por John Adams como sede de la Montevideo Waterwork’s & Co, la compañía inglesa que proveía agua potable a la ciudad. Fue completamente restaurado en 2001.

Los bancos de la discordia

Banco en el parque y fuerte de Kastellet, Copenhague

La instalación en las últimas semanas de grandes asientos con jardineras, y el cierre parcial a la circulación de vehículos, hizo que muchos vecinos de plaza Zabala pusieran el grito en el cielo. Cuestionan el estilo, el tamaño, una serie de implicancias, y que no les permitan estacionar sus vehículos personales, como sí se admite a los vecinos en muchas ciudades europeas aun más apretadas.

Los grandes bancos, diseñados en parte por un equipo de técnicos de la Intendencia de Montevideo, sorprenden por su estilo moderno en un entorno clásico, y por su desmesura.

El exintendente Daniel Martínez sostuvo que la gente luego se acostumbra a los cambios. Eso es muy cierto, pero no lo hace necesariamente bueno. A veces la sabiduría proviene de innovar, y otras de conservar.

Las autoridades municipales evocan al urbanista danés Jan Gehl, una estrella internacional que visitó Montevideo, como inspirador último de la idea de “ganar espacio público y peatonal en los sectores de exclusivo uso vehicular”. Gehl integra la corriente contemporánea de dejar las ciudades casi sin automóviles, pues ya son demasiados, al menos en los países más opulentos.

Así, por ejemplo, Dinamarca es una sociedad no solo rica sino también desarrollada (que no son la misma cosa), respetuosa y más bien discreta. La gran mayoría de las personas se transporta en tranvías y bicicletas, en ciudades muy llanas que privilegian al ciclista y al peatón (dentro de una cultura de respeto generalizado a las normas).

La zona de Christianshavn, también en Copenhague

Copenhague o Aarhus, las dos principales ciudades danesas, combinan bien clasicismo y modernidad. Pero una no suele mezclarse con la otra, salvo en dosis minúsculas, ni se opacan mutuamente. Las plazas y paseos tradicionales de Copenhague, como Amalieborg o Kastellet, tienen bancos tradicionales e integrados al entorno, en tanto las áreas recuperadas, como las zonas portuarias, Langelinie, Strandgade o Christianshavn, son obras maestras de arquitectura moderna, que integran edificios, aceras y puentes, todos novedosos. Pero nada allí parece fuera de tamaño, grosero o molesto, sino mágico y servicial.

Hay muchos otros buenos ejemplos sobre el uso de los espacios públicos y su diseño a escala humana, desde la enorme Nueva York a la pequeña Chrischurch.

Los nuevos bancos que rodean plaza Zabala parecen mucho más adecuados para humanizar grandes espacios desangelados de cemento, como la plaza de la Bandera o de la Democracia, o la plaza del Ejército; que para la plaza Zabala, una pequeña joya ya suficientemente ultrajada con algunas edificaciones fuera de estilo, y por el retiro hace años de sus portones y de un magnífico bebedero de época, desaparecidos en un agujero negro municipal.

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