Los desafíos del desarrollo humano en la era de la incertidumbre

Desde 1990 el Informe de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo es, con seguridad, uno de los mayores aportes al análisis del bienestar humano, las oportunidades y la capacidad que tienen las personas de elegir sobre sus opciones de vida.

No llama la atención que el último informe global proponga un debate sobre la incertidumbre, sus cambios y consecuencias para el desarrollo humano. El informe “Tiempos Inciertos, Vidas Inestables: Configurar Nuestro Futuro en un Mundo de Transformación” es la evolución de una trilogía iniciada en 2019 que analiza las desigualdades y cómo estas aumentan con el cambio planetario (2020).

Los cambios generados por la acción humana, los conflictos bélicos y las pandemias profundizan las desigualdades. Es la interacción de estos tres factores lo que provoca mayor incertidumbre que en el pasado y una preocupación por el futuro que aumenta
progresivamente.

La velocidad y escala con la que se producen los cambios, así como la intensificación de la polarización sociopolítica regional y global se profundiza con la utilización de las nuevas tecnologías digitales. Los mayores niveles de bienestar promedio y el resto de los destacables progresos tecnológicos no reducen la preocupación y amenazan una mejora paulatina del desarrollo humano.

Todo lo anterior afecta la salud mental de las personas, con consecuencias directas sobre el desarrollo humano. Los eventos naturales extremos, los virus, la violencia y la inseguridad económica y alimentaria afectan severamente las oportunidades de las personas de alcanzar su máximo potencial, perpetuando desigualdades intergeneracionales con particular afectación en niños y niñas.

Desde una perspectiva más amplia, todos los desafíos de esta época se enmarcan en sistemas políticos, económicos, sociales y culturales que inciden en la manera en la que afrontamos el futuro. Abordar cambios en cualquiera de estas dimensiones influyen en la interacción entre las personas y las instituciones, y generan oportunidades para reducir el nivel de incertidumbre percibido.

El informe identifica que los procesos de deliberación pública y de decisión social son cruciales cuando el comportamiento actual y las instituciones no son las adecuadas para maximizar los niveles de desarrollo humano. Estos procesos encuentran su mayor desafío cuando la inestabilidad y la inseguridad humana, en un contexto de ecosistemas informativos cambiantes, generan polarización y un consecuente reto para resolver problemas colectivos compartidos.

Como mensaje central, el informe 2022 sostiene que las capacidades creativas y de cooperación deben prevalecer para transformar la amenaza de la incertidumbre en una oportunidad.

Para ello, el estudio propone trabajar en tres dimensiones:

- La inversión necesaria que asegure la generación de capacidades que las personas requerirán en el futuro y que promueva las condiciones
socioeconómicas y planetarias para que la humanidad prospere.

- Los seguros, para proteger a las personas de contingencias naturales yantrópicas, incluidas libertades fundamentales como la seguridad humana.

- La innovación, para promover capacidades inexistentes o no desarrolladas. Uruguay posee características distintivas a nivel regional y global para ampliar el desarrollo humano en estas tres dimensiones.

En el plano de la inversión, el país ha mostrado una evolución sin pausa hacia un desarrollo humano basado en la naturaleza y en la generación de bienes públicos globales. En esta última dimensión, Uruguay ha ofrecido al mundo un mecanismo novedoso de financiamiento soberano, tomando compromisos que obligan al país a sostener objetivos firmes relacionados con el Cambio Climático y a los inversores a reconocer económicamente los esfuerzos realizados a nivel nacional y con beneficios para todo el planeta.

En el plano de los seguros, Uruguay se destaca en la región por el acceso a servicio básicos, la protección de los derechos humanos, la garantía de espacios y medios para la deliberación pública, así como de amplios y diversos espacios para la participación ciudadana.

Finalmente, en el plano de la innovación, el país desarrolló políticas de estado sostenidas en el sector energético, es un líder regional en el de software, y tiene una política permanente de generación y mejora en el uso de datos para la toma de decisiones informadas.

Sin embargo, Uruguay, como el resto de los países, sigue enfrentando desafíos complejos en esta era de incertidumbre y cambio que requieren nuevas visiones y transformaciones estructurales. Para alcanzar una mayor estabilidad en la población y consolidar su trayectoria de desarrollo sostenible es imprescindible alcanzar nuevos acuerdos sociales en los planos político e institucional, así como en las normas, creencias y valores de la sociedad que permitan afrontar de manera fortalecida la incertidumbre imperante.

En conclusión, nuevas formas de concebir el desarrollo son necesarias y el camino de alcanzar un alto nivel de desarrollo humano propulsado por una alta presión planetaria debe ser reformulado.

*Fernández de Castro es representante residente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Uruguay