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Los Macri ante el desafío de rechazar la acusación de coimas y preservar el gobierno

La citación a indagatoria del padre y el hermano del presidente pone en una situación difícil a la coalición Cambiemos, que levantó la lucha contra la corrupción como su principal bandera
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13 de diciembre de 2018 a las 05:02

“Estoy orgulloso de vivir en un país en donde tener el apellido del presidente no implique inmunidad”, escribió en su cuenta de Twitter el diputado Eduardo Amadeo, de la gobernante coalición Cambiemos. Habían pasado pocas horas desde que el ámbito político estaba en shock por una derivación impensada de la “causa de los cuadernos”: el mismísimo padre de Mauricio Macri había sido citado a declarar por presuntos sobornos.

Y la frase sintetiza la estrategia de comunicación política que adoptó el macrismo una vez recuperado de la sorpresa: la consigna es separar la imagen del presidente respecto de la de su padre, el histórico líder de uno de los conglomerados industriales más grandes del país, y tal vez emblema máximo de lo que los argentinos han dado en llamar “patria contratista”.

Ante la insistencia del periodismo, hubo una postura de silencio oficial. Y los pocos funcionarios que informalmente se refirieron al tema se limitaron a marcar que el gobierno se mantendría en su política de no interferencia respecto de las investigaciones judiciales por corrupción.

Por otra parte, hasta insinuaron que el kirchnerismo podría pagar mayor costo político. A fin de cuentas, el caso sigue afectando principalmente a la administración kichnerista, dado que quien acusó a Macri padre es un ex funcionario K, Claudio Uberti, ex director del organismo de control de las autopistas, quien tenía línea directa con el detenido ex ministro Julio de Vido.

Y, de hecho, la situación generó contradicciones en el kirchnerismo: inicialmente se había descalificado la causa de los cuadernos como una invención de una parte del poder judicial que estaba ensañada con Cristina Kirchner. Se minimizaba el valor de los cuadernos, a los que se calificaba como “fotocopias” y se ponía en duda la veracidad de su autoría.

Pero ahora, esos mismos documentos ofrecen la posibilidad de explotar un flanco débil en el gobierno de Macri. De manera que el kirchnerismo está intentando un equilibrio difícil: cómo tomar en serio la acusación de sobornos contra los Macri sin que eso implique una autoinculpación.

Lo que argumentan los kirchneristas es que el dinero de las coimas quedaba en los funcionarios de segunda línea, como el denunciante Uberti, pero que no hay pruebas fehacientes de que esos fondos fueran hacia arriba en la pirámide jerárquica. Es decir, que la plata no llegaba a De Vido ni al fallecido Néstor Kirchner.

“Si tiene que caer, que caiga”

Uberti declaró, en condición de testigo arrepentido, que recibía dinero mensualmente por parte de Autopistas del Sol, la empresa de la familia Macri, como moneda de cambio para que se renovaran las concesiones y para que no se aplicaran multas y sanciones por incumplimientos de las condiciones de mantenimiento.

Muchos recordaron también que entre Macri padre y Macri hijo ha habido una relación difícil, marcada por las desavenencias, que se intensificaron cuando el patriarca hizo negocios con el gobierno kirchnerista.

En definitiva, la estrategia del macrismo es blindar la imagen del presidente y enfatizar en que no es responsable de eventuales culpas que correspondan a su padre en el manejo empresarial. Esa misma línea argumental ya fue utilizada en otras ocasiones, como cuando en medio del escándalo internacional de los “Panamá Papers”, el propio Franco presentó una declaración en la cual se asumía dueño de firmas off shore no declaradas que se le atribuían a su hijo.

En las últimas horas, muchos recordaron una frase de Elisa Carrió, principal aliada política de la coalición Cambiemos, quien había dicho “Si tiene que caer Franco Macri, que caiga”.

Y en ese marco hasta hubo desde la oposición algunas expresiones de desconfianza respecto de si es cierto que, como alega la familia, Franco no estaría en condiciones de declarar por problemas de salud.

A sus 88 años, el padre del presidente sufre un proceso de demencia senil progresiva. Según la familia, no está en condiciones mentales de pasar por una declaración indagatoria en sede judicial.

Pero desde el kirchnerismo se han deslizado comentarios sobre lo “conveniente” que resulta que Franco quede como responsable único por las sospechas contra la familia y, además, quede en condición de inimputable.

La defensa de los Macri

Pero no todos creen que esa defensa resulte tan fácil de realizar. Ocurre que en el período en el que supuestamente se realizaron los pagos de coimas, Franco Macri ya no era el accionista principal del holding familiar, porque les había cedido las tenencias a sus hijos. Algunos alegan que tampoco era el principal ejecutivo, porque había delegado en Mauricio el manejo de esos negocios mientras él se dedicaba a tejer alianzas con empresas industriales en China.

Mauricio asumió como jefe de la Ciudad de Buenos Aires en diciembre de 2007, y recién ahí se deshizo de las acciones, por la incompatibilidad que resultaba del hecho de ser propietario de una empresa que debe negociar contratos con el Estado. Pero hasta esa fecha –es decir, cuando se produjeron los supuestos sobornos- con su cargo de diputado no había incompatibilidad que lo obligara a hacerse al margen.

En el entorno de los Macri alegan que, en el caso específico de la empresa Autopistas del Sol, la tenencia accionaria familiar ya se había reducido considerablemente, tras una serie de ventas a sus socios españoles e italianos.

De hecho, apuntan que sólo un 7 por ciento de las acciones estaban a nombre de los Macri y que, además, se había recurrido a la figura de un fideicomiso para su manejo. Esto implica que los tenedores de esas acciones no formaban parte del directorio ni concurrían a las asambleas.

En otras palabras, que ningún Macri tomaba decisiones ni tenía por qué tener conocimiento de que la empresa pagara coimas a los funcionarios del área de vialidad durante el gobierno kirchnerista.

Aun así, hay quienes creen que la defensa no resultará tan fácil. Además de Franco, fue citado Gianfranco Macri, el hermano del presidente, quien desde hace tiempo está bajo sospecha cuando se filtró el dato de que había ingresado en el blanqueo de capitales aprobado hace dos años.

El hermano menor blanqueó en ese momento unos 35 millones de dólares, una cifra que quintuplica el patrimonio declarado por el presidente.

El blanqueo fue legal, pero es también una admisión de que se estaba en falta. Originalmente se había planteado que los familiares directos de los funcionarios no podrían adherir, pero luego esa norma se modificó. Los nombres de quienes blanqueaban, que por ley debían mantenerse en secreto, fueron filtrados al periodismo por funcionarios del organismo recaudador de impuestos.

Tras conocerse la situación de Gianfranco, se reforzaron las sospechas respecto del presidente: a nadie le resultaba creíble que el hermano menor tuviese más dinero que Mauricio, quien durante años había sido el ejecutivo principal y “delfín” de Franco.

Lo más probable es que el anciano patriarca sea eximido de declarar por su deterioro mental. Gianfranco, que estaba en el exterior cuando se conoció la citación, pedirá una prórroga. Pero la estrategia defensiva parece clara.

Enfrente estará Claudio Bonadío, el juez más polémico de la Argentina, que se ganó fama de duro por haber procesado y pedido la cárcel preventiva para Cristina Kirchner. Hace un mes, la casa del juez fue objeto de un atentado fallido con una bomba casera. Se detuvo a un militante anarquista por el hecho.

En su rol de impulsor de la “causa de los cuadernos K”, Bonadío no se limitó a investigar a los funcionarios que recibían las coimas sino a poderosos empresarios que las pagaban. Antes de citar a los Macri, hizo lo propio con Enrique Pescarmona –que confesó-, con Paolo Rocca, del grupo Techint, y con Eduardo Eurnekian.

 
 
 

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