Los palestinos de Cisjordania procuran boicotear los productos provenientes de Israel

"Se trata de mostrar los productos palestinos", explica Omar Bawatneh, responsable de una tienda en Ramala, la capital administrativa del frustrado estado palestino. En sus escaparates, agua, leche, detergente y papel higiénico con el rótulo “Hecho en Palestina” ocupa los lugares destacados del establecimiento.

Según los comerciantes locales, el consumo de productos israelíes pasó del 90% al 60% desde el inicio de la guerra entre Israel y Hamás, desencadenada por ataque del movimiento islamista en suelo israelí, que causó 1.140 muertos, y la posterior represalia de Tel Aviv, que puso bajo asedio la Franja de Gaza con un saldo de al menos 22.000 muertos.

“Los jóvenes han desarrollado conciencia política y consumen cada vez menos productos israelíes y más productos hechos por los palestinos. Miran las etiquetas y buscan en internet la lista de productos a boicotear", dice Bawatneh en referencia al movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), campaña lanzada en 2005 por organizaciones de la sociedad civil palestina.

"El movimiento BDS se opone categóricamente a todas las formas de racismo, incluidas la islamofobia y el antisemitismo", detalla su cofundador Omar Barghuti, quien afirma inspirarse en el movimiento antiapartheid sudafricano para reclamar derechos para los palestinos.

Los iniciadores tienen tres reivindicaciones: "el fin de la ocupación militar israelí de 1967, el desmantelamiento del sistema de apartheid contra los árabes y el respeto del derecho de los refugiados palestinos a regresar a sus tierras".

Con ese objetivo, BDS aboga por un boicot a los productos israelíes, iniciativa que busca extender a los ámbitos deportivo, cultural y académico; además de pedir que se ejerza presión sobre las empresas extranjeras que "colaboran" con Israel.

Dieciocho años después de su aparición, la campaña adquirió una dimensión internacional con unas 40 organizaciones en el extranjero. "Apoyo al movimiento porque sólo podremos cambiar las cosas gracias a la presión internacional", opina Ofer Neiman, miembro israelí del grupo.

"La campaña utiliza los principios de no violencia y de derechos humanos para provocar un cambio y ofrece a todos, en todo el mundo, una oportunidad de participar", agrega Neiman, quien afirma identificarse con los espacios políticos de izquierda.

"Intento boicotear los productos procedentes de los asentamientos de los colonos israelíes, pero es imposible prescindir de todas la mercancía israelíes en la vida cotidiana”, asegura el propietario de una ferretería en el centro de Ramala.

Bajo anonimato, el comerciante explica que “las bañeras y tuberías” que vende son israelíes. "Mis clientes quieren el mejor producto para su casa", indica. "Se pueden comer alimentos producidos por palestinos, pero no hemos sabido, pero tampoco no se nos ha permitido, desarrollar nuestra industria", analiza.

El igual que los comerciantes y las autoridades palestinas de Cisjordania, el Banco Mundial (BM) señala que “todas las inversiones y proyectos de desarrollo están sujetos a la aprobación israelí" y que el territorio “depende de la ayuda internacional”.

En la tienda de comestibles de Mohamedi Alí, en Al Bireh, ciudad gemela de Ramala, no hay productos israelíes desde hace 10 años. "Me niego a vender productos que alimenten la maquinaria bélica de Israel que mata palestinos", afirma el hombre. Al igual que una cantidad creciente de comerciantes, Alí sólo ofrece productos turcos, jordanos y chinos.

(Con información de AFP)