César Pintos, a los 79 años, al interpretar a Mandela en el show de Sarabanda.

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Los primeros tambores de la Figura de Oro

César Pintos, creador de Sarabanda, uno de los últimos patriarcas del candombe y distinguido con el máximo lauro individual en el Concurso de Carnaval, recordó cómo comenzó su romance con el tambor
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15 de marzo de 2014 a las 16:28

Con su mano derecha y un pañuelo de seda bordó se secaba la transpiración. Venía de bailar entre vedettes y tambores por la platea del Teatro de Verano. En la mano izquierda aferraba la copa que su comparsa, Sarabanda, recibió por el vicecampeonato en el Concurso de Carnaval. Tras casi ocho décadas golpeando lonjas, las manos curtidas son de César Pintos, distinguido como Figura de Oro del Carnaval, premio reservado para un puñado de artistas.

“No lo dije antes, pero estoy convencido, cuando Larbanois y Carrero cantan el tema de los negritos (Comparsa silenciosa, cuya letra dice: “Toca que te toca soñando va... cinco morenitos por la ciudad...”), estoy seguro que somos mis amigos y yo, tengo que preguntarles quién les contó mi historia para que la hagan canción”, dijo a El Observador.

Pintos, viejo luchador de la expansión de la cultura candombera, tiene 79 años y nació en el Cordón, en el conventillo Gaboto, entonces ubicado en esa calle entre Paysandú y Cerro Largo. “Nadie me enseñó a tocar, desde chiquito andaba en la calle con otros gurises en un barrio de muchos tamborileros, en una época en la que el tambor no estaba tan extendido. Y se aprendió mirando a los grandes, pidiéndoles el tambor para probar un cachito...”.

Mientras recibía abrazos y pedidos para sacarse fotos, le preguntó al periodista si recordaba aquellas latas de aceite de mesa de dos litros. Ante la negativa, contó: “Con esas latas (se las daba su mamá, María Petrona) empecé: fueron mis primeros tambores. Era lo que teníamos los negritos chicos, ¡pero mire que nos daba para ser felices!”.

El pasaje a la madera fue “con lo que había a mano: la yerba venía en barricas de cinco kilos y de ahí sacábamos la madera, aprendimos solos, a hacerlos y a tocar”.

Los primeros tambores “de verdad” que tuvo y tocó fueron de los que construía un artesano, El Gaucho Valentín. Le llegó a los 16 años. “Costaba mucho tener uno: el primero lo compré en la talabartería Raimondez, que era famosa, en Sierra (hoy Fernández Crespo) entre La Paz y Galicia, en el puente”, recordó.

“¿Cómo? Hubo que juntar los pesitos, salíamos a tocar con lo que podíamos por las calles y uno iba adelante con el platillo para la moneda... así fuimos comprando tambores, y nos ayudó Juan Velorio (experto artesano fabricante en tambores), que se crió con nosotros”. Valían $ 80 de aquella época, “hoy veo que salen varios miles de pesos”, agregó.

Exfuncionario municipal y exverdulero en las ferias, hoy, “cuando hay que salir a pelearla”, Pintos compra y vende diferentes artículos en la zona de comercios mayoristas de Arenal Grande. Vive en la zona del Mercado Agrícola. Está casado con Blanca Rosa (en la medianoche del jueves, por alguna nana, miró por la tele cómo su esposo era homenajeado). Tienen cuatro hijos y seis nietos. Y para el primer bisnieto “no falta tanto”.

La primera comparsa en la que salió, “informalmente” precisó, fue Fantasía Negra. Después lo hizo en Morenada. Ambas eran de enorme prestigio: la primera ganó seis veces el concurso y la segunda, 11. También recuerda con cariño a Las Llamadas del Cordón. “Las sacábamos con mi hermano y la flota del barrio; no es por sacar pecho, pero tocábamos tan bien que se arrimaba gente de todos lados”.

Ser la Figura de Oro, dijo emocionado, “significa mucho: es grandioso, me dio una gran alegría a esta altura de la vida, aunque voy a vivir muchos años más”, se apresuró a decir con una pícara sonrisa.

“Estoy en paz, he dado un lindo ejemplo a mis hijos, heredaron mi cariño por esto y hacen las cosas con amor y conocimiento. Este premio es para que ellos estén orgullosos de su viejo”, reflexionó.

De Yambo Kenia, primer premio de este año, dijo: “Y... anduvo bastante bien, pero que me disculpen, para mí que yo anduve mejor. Por suerte hay revancha, veremos el año que viene”, dejando claro que lejos está de bajar los brazos.

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