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Los que dieron el paso: son los primeros en su familia en llegar a la universidad

Casi la mitad de los estudiantes de la Udelar son primera generación de universitarios
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12 de agosto de 2019 a las 05:01

Agustina Faulord ya sabía que su carrera educativa no iba a terminar en el último año de bachillerato. Revive su infancia -ahora con 20 años- y recuerda la voz de su maestra diciendo que iba a ser abogada. Y aunque ahora es estudiante de medicina y biología humana en la Universidad de la República, sabe que llegó, en buena parte, porque desde chiquita sus maestras se lo dieron como un hecho.

Pero para sus predecesores no lo fue. Vivió siempre con su madre que solo había llegado a culminar el liceo. Sus abuelos quedaron más atrás aún: hicieron solo los primeros años de Secundaria. Ella fue la primeraq en romper la tradición familiar y extendió los horizontes educativos.

"En mi familia es todo un suceso. Soy la nieta más grande, la primera que entra en la universidad, que terminó el liceo sin problemas. Me festejan todo. Yo voy y digo cualquier cosa y todos me lo creen. Mis abuelos piensan que yo soy doctora ya”, dice. “Mi nieta la doctora. Toda la obra de Florencio Sánchez es muy real, muy real", bromea haciendo alusión a M’hijo el dotor, una de las obras teatrales más reconocidas del dramaturgo uruguayo.

Florencia Flores es de Florida, tiene 25 años y también quebró la racha. Sus padres y tíos no llegaron a terminar el liceo. A ella le faltan solo cuatro materias y la tesis para ser licenciada en Estadística en la Facultad de Ciencias Económicas y Administración.

“En mi familia no había dudas de que iba a seguir estudiando. Llegaste a las 18 y ‘bueno, ¿ahora qué vas a hacer?’. Mis padres no tuvieron esa posibilidad, estuvieron muy lejos de ser universitarios, tuvieron que arrancar a trabajar a los 15-16 años”, dice, sentada en uno de los patios de la facultad.

Probo Ovelar también es ejemplo de superación académica. Apoyado sobre una mesa de la cantina de la Facultad de Derecho, con un sobretodo negro y un prolijo peinado con gomina, cuenta que eligió ser abogado por su “vocación de servicio” que impregnó del “batllismo” que mamó en su hogar. “Batllismo” es la palabra que más veces repitió en conversación con El Observador porque entiende que fue José Batlle y Ordóñez, un siglo atrás, quien sentó las bases para que un hijo de padre electricista y madre administrativa como él, pueda ser doctor.

“Soy el primer universitario en mi familia. Mis padres están muy motivados y les gusta. No sé cuántos ellos esperan de mí ni cuanto yo les voy a poder dar, pero espero dar lo mejor que pueda”, dice el joven casi veinteañero que todos los días viaja una hora y media desde Las Piedras para estudiar la carrera que mezcla sus dos pasiones: “historia” y “política”.

Faulord, Flores y Ovelar son tres jóvenes que encarnan el número más alentador que el  relevamiento continuo de estudiantes de la Udelar (año 2018) puso sobre la mesa el miércoles de la semana pasada. Según los datos, casi la mitad de los estudiantes (48,6%) de la universidad pública son primera generación de su familia en alcanzar la formación terciaria/universitaria. Ese dato aumenta entre quienes ingresaron a la Udelar en el año 2018 y se convierte en un 53,7%.

El 16,6% de los actuales estudiantes de Udelar tienen padres que terminaron el liceo y los del 21,4% no llegaron a culminarlo. Los del 8,8% del alumnado terminaron la escuela pero hay un 1,6% de estudiantes cuyos padres ni siquiera lograron completar la educación primaria.

"Yo soy como el pibito que llevan al baby fútbol en ese plan de esperanza, tipo: 'ta, mi negra, vos tenés algo ahí adentro, estudiá porque es tu única garantía de supervivencia. Si hay una crisis vos vas a tener estudios y entonces te podés ir'. Es también un intento de que no se repita lo ya vivido. Que yo no tenga que reencarnar los relatos de crisis, los relatos de 'no tenemos comida, solamente cenamos'", cuenta por teléfono Agustina Faulord, que milita en la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU) y que evitó hasta la clásica foto con la túnica en sus clases de medicina.

Su espíritu rebelde lo asentó en 2015 cuando, como alumna de liceo Zorrilla, enfrentó al decreto de esencialidad de la educación como militante estudiantil. Ahora se enfrenta a las trabas burocráticas de la universidad y a lo que más le preocupa: la incompatibilidad de estudio y trabajo que motivan a la deserción. "Entrar a la facultad se puede, el problema es la permanencia. La permanencia lleva mucho sudor y lágrimas", describe.

Florencia Flores también lo vive así. Dice que aunque tiene el apoyo de sus padres, necesita trabajar para mantenerse. "Y el hecho de trabajar te atrasa, tu cabeza está más de una cosa", señala. Pero, a su vez, destaca que el participar en el centro estudiantil de la facultad la ayudó a mantenerse en su camino a la licenciatura. 

A Probo Ovelar -su nombre proviene de la palabra 'probidad' que significa moralidad o integridad- le entristece que el progreso educativo dependa del barrio donde se nazca. Por un momento deja de hablar en sí mismo y comienza a hablar de los más pobres. De aquellos que no tienen la visión de estudiar. De los compañeros de clase de su hermana adolescente que no tienen la mirada puesta en la universidad.      

"Hay problemas estructurales que no se han podido resolver. Hay niños que por el barrio donde nacen no piensan en estudiar sino en que tienen que ayudar a los padres a trabajar", dice y remata: "ahí se le va la vida al país".

Datos
Según el registro de 2018, en la Universidad de la República son 135.757 los estudiantes activos. La mayoría de los alumnos tienen 24 años y la edad promedio es de 26 años. Seis de cada diez matriculados en la UdelaR son mujeres. 
El 45% vive en la casa de sus padres y un 13% de los estudiantes tienen al menos un hijo. El 77% está soltero. El 14% está en pareja en una unión libre. El 7% está casado y el resto divorciado o es viudo.
La mitad del alumnado de la Udelar (54%) trabaja mientras que 46 de cada 100 están inactivos o desocupados. El 10,2% de la matrícula de la Udelar se concentra en sedes del interior del país, lo que corresponde una matrícula de 19 mil estudiantes aproximadamente.
Las facultad más populosa es la de Ciencias Económicas con 26.227 alumnos, seguida por Derecho (16.257) y Psicología (13.520). En cuarto lugar aparece la de Medicina (12.358) y en quinto la de Ingeniería (10.979). 

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