Ignacio La Luz en familia

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Los ravioles con chuleta, la prueba en el Ajax de Suárez y el lavadero de autos: la vida de Nacho La Luz

La increíble vida de Nacho La Luz. Debutó a los 17 años en Nacional, fue operado cinco veces de la rodilla y dejó de jugar a los 24. Ahora tiene un lavadero de autos y trabaja en una ferretería en Young
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28 de enero de 2023 a las 05:00

Ignacio La Luz debutó en Primera división de Nacional con 17 años. Lo tomó tan de sorpresa que ni zapatos había llevado y tuvo que pedir prestados. En 2006, durante la Copa Sudamericana, contagió de paperas a varios de sus compañeros. Viajó 15 días a Holanda, se probó en tres equipos (uno de ellos el Ajax con Luis Suárez en sus filas) y los tres lo querían, pero no quedó en ninguno. Fue operado cinco veces de la rodilla y abandonó el fútbol por primera vez a los 24 años. Hoy tiene 37, trabaja en una ferretería y tiene un lavadero de autos en Young. Una vida vertiginosa y de película que repasó con Referí.

"Si juega como el Gitano..."

Un entrenador lo vio un día a Nacho jugando al fútbol en el campito y pensó: “Si juega como su padre tiene que ser muy bueno”. El Gitano La Luz, el padre de Nacho, estaba considerado como un futbolista fuera de serie en Durazno. Y Nachito, en el campito “jugaba cantidad”. Por eso lo invitaron a entrenar en el Santa Bernardina, un equipo de baby fútbol de su barrio en Durazno.

Pero lo despidieron a los tres partidos. “La primera vez que jugamos, con mucha gente en la cancha, me asusté y no me moví del círculo en la mitad de la cancha. Mirá que pasaron años y me sigo acordando de ese partido”, contó Ignacio.

Nacho La Luz en su etapa de baby

A los 7 años se incorporó a Nacional de Durazno, donde encontró un técnico “que era un fenómeno”. Hasta el día de hoy recuerda las enseñanzas de Ulises Maldonado. “Trabajaba mucho los fundamentos técnicos, que es raro a esa edad, uno de los temas que me sorprende en el interior porque no se labura mucho eso. En aquel tiempo Ulises ya lo trabajaba y es fundamental cuando llegas a Sub 14, Séptima división. Recuerdo que yo estaba algún escalón más arriba que los chiquilines de hoy y eso me ayudó hasta para entrenar en la Primera de Nacional de Montevideo con 15 años”.

Su primer contacto con los tricolores de la capital fue a los 11 años. Durante el período de aspirante recorría dos veces por semana los 190 kilómetros que separan Durazno de Montevideo. “Había como 400 chiquilines, unos se iban, otros llegaban, y así estuve un año y medio viajando, hasta que fiché en la Séptima división”.

Su mamá lo acompañó en los primeros dos viajes en la empresa Turismar. Después empezó a hacerlo solo y en la agencia lo esperaba Daniel “Pato” López, famoso captador de Nacional. “El Pato hacía un trabajo fabuloso. La última vez que hablé con él le recordé que nunca más comí ravioles con chuleta como los que comí en su casa”. López lo esperaba en la agencia, lo llevaba a almorzar, a la práctica y otra vez a la agencia para que volviera a Durazno.

En el Parque Central, antes de debutar en Primera

Al principio le costó adaptarse a la gran ciudad. “Llegué a Montevideo desnorteado totalmente; Santa Bernardina es un pueblito que tiene cinco cuadras con cuatro de ancho y nos conocíamos de punta a punta. Llegar a Montevideo, a 8 de Octubre, andar en la terminal, en 18 de Julio, fue difícil al comienzo. Después vas creciendo y te habitúas. Ahora estoy en el interior y extraño Montevideo, el movimiento. Me gusta mucho por eso cada vez que puedo voy para ahí”, cuenta Nacho.

Vivió en el Parque Central y conoció futbolistas de todos los departamentos. “Como experiencia fue preciosa, distinta a la de cualquier chiquilín. Si tuviese la posibilidad de nacer otra vez, haría lo mismo. Recuerdo que en esa época estaban Lucero Alvarez, el Canario Ramírez, Pablo Caballero, el Mono Fonseca de Salto, Ramallo, Sebastián Gómez, jugadores con una calidad impresionante que por cosas de la vida no llegan, abandonan el fútbol, otros que en plan de recambio dejan de jugar. El haber estado ahí con la posibilidad de conocer tantos chiquilines fue hermoso”.

Fueron a ver a Maureen Franco y lo vieron a él

En la temporada 2002 el técnico de Nacional era Daniel Carreño y su ayudante Pablo Fuentes. El lateral izquierdo era Daniel Leites, que a veces jugaba de stopper. El entrenador quería un jugador con más subida por la banda y lo mandó a Fuentes a observar a Maureen Franco en un clásico de Cuarta división. En ese tiempo y hasta su debut en Primera, Franco era lateral. Fuentes llegó temprano a la cancha y vio el clásico anterior de Quinta. “Ahí estaba yo en el lateral izquierdo, levantando algún centro que otro”, recordó La Luz.

El asistente técnico le pasó a Carreño un muy buen informe de Franco y le dijo: “En Quinta hay un flaquito que juega muy lindo también”. Así, los ascendieron a los dos al plantel principal de Nacional. Hacía tres meses que había vuelto de jugar en Sausal de Yi. Enseguida lo incluyeron en la delegación que viajó a Buenos Aires para jugar un amistoso contra Vélez Sarsfield. “Hacía 15 días que yo veía al Chengue, a Varela, a Horacio, a Lembo, a Scotti por la televisión y ahora estaba viajando y concentrando con ellos. No sabía ni donde estaba parado”.

La Luz junto a Sebastián Abreu y Martín Ligüera

Ni se le cruzaba por la mente que iba a jugar ese partido. Ni zapatos había llevado. “Yo estaba de paseo. En eso me llama Daniel y me dijo que iba a ser titular. Lembo también me lo dijo. Y yo le contesté, ‘pero si no tengo ni zapatos’”. Sus compañeros le consiguieron un par y así fue que debutó con zapatos prestados.

Arrancó ese partido con nervios, pero entre Gustavo Munúa y Alejandro Lembo trataron de calmarlo. En el segundo tiempo se le acercó el Chengue y le dijo: “‘Nacho, hacé dos o tres centros buenos que vas a quedar en Primera’. Imaginate, yo llegaba al fondo y lo único que hacía era buscar al Chengue en el área. Faltando 20 minutos me sacaron. Pero quedé en el plantel y unos días después viajamos a España y yo estaba jugando la Teresa Herrera, contra Valencia, Atlético de Madrid, Sevilla. Fue un proceso muy rápido”.

Ese año 2002 Nacional fue Campeón Uruguayo y fue soñado para La Luz. En la pretemporada de 2003, durante un entrenamiento, sufrió un golpe del camerunés Angbwa Benoit y se rompió los meniscos. “De ahí en más fue una seguidilla de lesiones; nunca terminaba de recuperarme. Tenía una corta edad y forzaba la vuelta, entonces vivía con la rodilla hinchada”.

El médico Carlos Suero le hizo una artroscopía y según Nacho, después de esa operación no volvió a ser el mismo. “Nunca tuve la soltura que tenía cuando estaba bien, cuando giraba lo hacía a una velocidad que después ya pensaba el movimiento; no si era sicológico o que, pero me cambió hasta la forma de jugar. Mi carrera en Nacional terminó temprano por las lesiones”.

Recordó que fue operado cinco veces en la rodilla. Dos operaciones de menisco, una reconstrucción entre el fémur y la tibia, y dos veces por rotura de ligamentos. “Me costaba a la hora de querer jugar. Cuando empezaba a sentirme bien, sufría un esguince y estaba 15 días afuera. Cerraba los ojos y jugaba igual, pero me volvía a romper y estaba cinco meses afuera. Eso hacía que nunca estuviera 100%”.

Nacho en familia

Durante 2003 y el primer semestre de 2004 jugó muy pocos partidos. Volvió a tener continuidad con Hugo De León en la segunda parte del año. Fue el futbolista que más jugó en el Apertura, Clausura y finales del Uruguayo contra Danubio.

Banfield, Holanda, Olimpia de Paraguay

En agosto de 2005, fue transferido a Banfield. “Cuando voy hacía seis o siete meses que no jugaba en Nacional y tuve una competencia preciosa ahí: en mi puesto estaba Jesús Dátolo. Jugué cuatro o cinco partidos pero hay que ser realistas, Jesús tenía un nivel impresionante, era jugador de la casa, además de otras cosas de representación que se manejaban, pero sanamente jugaba él”.

Regresó a Nacional y viajó a Holanda para incorporarse al Brujas de Bélgica, donde pasó de todo. “Me llamó Pablo García, un uruguayo radicado en Holanda. Me conocía porque era hincha de Nacional y sabía que yo no jugaba ni en Tercera. Consiguió mis videos y los mostró en Brujas. El equipo necesitaba un jugador en mi puesto”.

Allá firmó un precontrato, pero necesitaba tres meses para ponerse a tono físicamente. El técnico lo necesitaba ya y por ese motivo no lo contrataron. La Luz permaneció 15 días más en Holanda porque no tenía pasaje de vuelta enseguida y surgió la posibilidad de entrenar en Ado, equipo de la Segunda división. Ya se sentía mejor físicamente y lo quisieron contratar, pero surgió un desencuentro entre representantes, y tampoco pudo firmar.

Los trofeos ganados por Nacho en su etapa amateur

En uno de los amistosos que hizo con Ado contra AZ, a La Luz lo vio un cazatalentos del Ajax. “Eso fue un viernes y el lunes me presenté en Ajax. Jugaban  los hermanos De Boer (Frank y Ronald)  y Suárez también, pero justo estaba de licencia. Ahí hice cuatro o cinco entrenamientos muy bien, pero cuando fui a la revisión médica dijeron que para la edad que yo tenía (21 años), era un jugador que estaba a un 80% de tantas operaciones en la rodilla”. Otro pase frustrado.

De la temporada 2006 en Nacional, Nacho recordó cuando contagió a varios compañeros de papera durante la disputa de la Copa Sudamericana. Cayeron Jorge Bava, Ignacio Pallas, Gonzalo Castro y Daniel Leites. En la Libertadores 2007, La Luz fue titular contra Vélez Sarsfield y frente a Emelec. Después de ese partido lo bajaron a Tercera división por un reclamo de deudas que hizo en la Mutual por consejo de Óscar Morales. “Ese fue otro capítulo que acortó mi estadía en Nacional”, señaló.

Entrenaba con la Cuarta división cuando lo vio Toto Giménez y le presentó una propuesta para ir a Olimpia de Paraguay a mediados de 2009. “Decido ir y desde que subí al avión hasta que volví a Montevideo, fue todo una película. Se había hablado de una cosa en el aeropuerto y cuando llegué a Asunción había cambiado todo, el contrato, la forma de pago. Firmé igual con Olimpia, pero me querían ver jugar. El primer partido que hago es con la Tercera división y me rompí los ligamentos. El mismo día del debut. Se habló de la posibilidad de operarme, pero dijeron que no y rescindieron el contrato. A la semana estaba de vuelta”.

Dejó de jugar a los 24 años

Tenía 24 años y abandonó el fútbol. “Había pasado una vida y seguía siendo joven. Estaba decepcionado con la parte física. Desde la primera operación, saltaba a cabecear, caía y me punzaba la rodilla. Además siempre fui porfiado y seguía jugando, arrastrando dolores y lesiones. Cuando volví de Paraguay le dije a mi mamá no quiero saber más nada con el fútbol”.

Dos años pasaron sin jugar al fútbol, viviendo de los ahorros y de la ayuda de su mamá y hermanos. “Me costó, sinceramente no sé los números que se manejan ahora, pero por lo que escucho, son cifras que están totalmente fuera de la realidad de las que se manejaban en aquella época. Además yo era joven y en aquel tiempo los clubes a los jugadores de la casa, si bien nos trataban bien, en la parte económica eramos los más sufridos”.

Sus hermanos lo ayudaron y “fue algo recíproco porque cuando yo tuve la posibilidad de ayudarlos a ellos con los estudios, lo hice. No solo en la parte futbolística, sino que en la vida misma me tuve que hacer hombre desde chiquito, desde que vivíamos en el Parque Central donde había situaciones que faltaban cosas, me tuve que hacer de caparazón dura, somos una familia humilde y cuando subí a Primera muchas veces fui el sustento”, señaló.

La Luz en el Parque Central

Un amigo lo invitó a retomar el fútbol en Tacuarembó en 2011. Fue con la idea de recuperarse de la última operación, no tanto de jugar, y terminó actuando en gran nivel. “El equipo había hecho cinco puntos en la primera ronda y yo llegué para la segunda. Estaban Aldo Díaz, Irazún, Colman. Hicimos 20 puntos pero no dio para permanecer en Primera”.

Eso hizo que bajara la oferta económica y no renovó. “Estando en Tacuarembó tenía una alegría impresionante porque tenía un diálogo fluido con el técnico Julio Acuña. Fue cuando mejor me sentí. Pero claro, no me veía nadie. Cerro y Racing se interesaron después de jugar contra ellos, pero quedó en eso”.

Una nueva vida en Young

Fue así que abandonó nuevamente el fútbol y se fue a vivir a Young, la ciudad donde nació su esposa. “Tenía que arrancar para las 8 horas y yo no sabía hacer nada. Me costó adaptarme y de cierta forma que la gente se adaptara a mi, porque me miraban como al jugador de Nacional. Llegó un momento que salí a buscar trabajo y me decían, ‘no me podés pedir trabajo, jugaste en Nacional’. Yo les decía que no todo es como parece, que necesitaba trabajar; no sé nada, pero le voy a poner ganas”.

Lo contrataron en la Ferretería HyG solamente porque hablaba mucho y eso le gustó al dueño. “Cuando entré no sabía lo que era una tenaza, pero a los tres meses ya estaba solo, manejaba la ferretería, sabía de compras, de ventas”, contó. Así empezó su nueva vida, hace nueve años.

Trayectoria

Nacional, Banfield, Central Español, Tacuarembó, 18 de Julio de Paysandú y Ferro Carril de Young

Con la selección uruguaya participó del Sudamericano Sub 20 de Colombia 2005 junto a Fernando Muslera, Diego Godín, Palito Pereira, Cebolla Rodríguez y Cristhian Stuani entre otros

Por su cabeza no pasaba vincularse más al fútbol. Pero en Young se reencontró con Mauricio Weber, quien estuvo en inferiores de Nacional y jugó en Rentistas. Lo invitó a jugar en Paysandú. Así fue que se unió al 18 de Julio de aquella ciudad, ubicada a 60 kilómetros de Young. “En tres años salimos el equipo salió campeón de la C, de la B, de OFI y de Paysandú”.

En 2019 lo fueron a buscar de Ferro Carril de Young. “Yo tengo un lavadero de autos también y los dirigentes e hinchas del equipo me mandaban los vehículos para comprarme (convencerlo) que fuera a jugar con ellos. El año anterior ni siquiera habían clasificado entre los ocho y necesitaban gente de experiencia para acompañar a los juveniles. Jugué un año y organizaba dentro de la cancha, me decían que era el técnico”.

Al año siguiente le dieron para dirigir las categorías Sub 14 y Sub 15. Luego vino la pandemia de covid-19 y cuando se reanudó la actividad dirigió también a la Sub 18 y arrancó con el equipo de Primera división: “Los mismos jugadores me querían de técnico. Ganamos el Preparación, el acumulado y la general”, detalló La Luz, que aún tiene pendiente hacer el curso de entrenador. Para eso debe terminar tercero de liceo y piensa cursarlo mediante un plan intensivo de tres o cuatro meses. A los 37 años tiene cuerda para rato.

En Durazno le ganó la final al Chory Castro

Nacho La Luz y Gonzalo Castro debutaron casi al mismo tiempo en Nacional. Si bien el Chory nació en Trinidad, se conocieron jugando al fútbol en Durazno. Después de un pasaje por la Quinta de Nacional, La Luz salió a préstamo a Sausal del Yi. “Yo quería jugar en Primera en Durazno y fui a varios equipos, Champagnat, Juvenil, Wanderers, pero me veían llegar, tan flaco, y me decían ‘la Sub 15 y la Sub 18 entrenan los martes’. Hasta que Sausal, un equipo que estuvo un par de años, me aceptó. Jugué ahí y llegamos a la final contra Juvenil, que era el cuadro de Castro. Les ganamos y a mi me dieron el premio al mejor jugador, que estaba disputado con el Chory. Dos años después estábamos viviendo juntos en el Parque Central”.

El convencimiento de Luis Suárez

Con Luis Suárez compartió en juveniles y en el plantel de Primera división en 2005 y 2006. “Dos por tres yo bajaba a jugar en Tercera y Luis estaba entre Cuarta y Tercera. Compartimos el plantel en 2005, creo que uno o dos partidos compartimos cancha. Un poquito de suerte tuvo él, je. Recuerdo que en el plantel estaban el Gaby Alvez, el Chengue, Horacio y Webó, y Luis les decían: ‘Vo, guacho, ¿a quién le vas a hacer un gol?’ y él le respondía: ‘Ustedes tienen cinco posibilidades por partido y no hacen un gol, o hacen uno; si me ponen a mi hago tres’. Lo decía en serio, convencido. Esa forma de ser fue la que lo llevó a hacer la carrera que hizo. También porque tuvo un técnico que l bancó cuando no hacía goles”, manifestó La Luz.

¿Te arrepentís de algo de lo que hiciste en tu carrera?

“Si y no. No tanto por el profesionalismo, que haya hecho las cosas mal. Si lo pensás no solo en el deporte, sino en la vida, siempre podés hacer las cosas mejor. Las lesiones son lesiones, depende mucho del cuidado también, quizá podría haberlo hecho mejor, puede ir por ahí el arrepentimiento. Después tranquilo, esa frustración que me alejó de las canchas, mismo en el interior jugaba en una pierna solo, hoy en día no puedo ni chivear con amigos porque siento dolor en la rodilla. En el fútbol si bien hay gente que puede hacer dinero, no es para todos”.

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