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Los secretos de la cartografía: ¿qué dicen los mapas de las ciudades y quienes las habitan?
¿Cuántas veces pensamos en mapas a diario? ¿Acaso nos lo cuestionamos cuando buscamos una dirección en una aplicación del teléfono o activamos el navegador para trasladarnos de un punto a otro de la forma más rápida o eficiente? Pocas veces pensamos en cómo se trazaron los límites de esta ciudad que transitamos o incluso qué es lo que pueden decir en términos sociales, culturales y políticos.
Uruguay fue mapeado incluso antes de ser una república independiente. Según indica la historiadora Lucía Rodríguez, docente en la facultad de Humanidades de la Universidad de la República y especialista en mapas, antes de que Uruguay existiera como tal, estos territorios ya habían sido objeto de mapeo. “Hay cartografías jesuitas de los padres de la Compañía de Jesús sobre estos espacios”, señala, y explica que las primeras mediciones astronómicas en el territorio las realizaron en la primera mitad del siglo XVIII.
Para encontrar la primera cartografía que proyectó al Uruguay como un territorio independiente hay que remontarse a la primera mitad del siglo XIX. Allí los historiadores encontraron dos mapas, impresos en París y en Buenos Aires, que tienen como objetivo crear un espacio cartográfico para la nueva república. El primero fue editado en 1841 por el cónsul francés de ese momento y está dedicado al entonces presidente Rivera; el otro fue creado en el Río de la Plata por José María Reyes y está dedicado a Manuel Oribe. Este último, según explica la historiadora, es el mapa que tuvo más versiones: manuscritos en la década de 1830, esta primera versión que fue impresa en Buenos Aires, y luego una nueva impresión en 1860 en París.
Igualmente, indica Rodríguez, todos los mapas de la primera mitad del siglo XIX serían elaborados con la misma información geográfica que había sido relevada desde fines del siglo XVIII por los españoles y portugueses a partir de tecnologías que trajeron desde Europa hasta el Río de la Plata para dirimir sus disputas internacionales.
“Antes de que incluso los habitantes de este espacio confiaran en este nuevo proyecto político, hay personas que ven la necesidad de crear una imagen cartográfica, imprimirla y hacerla más o menos circular para crear sentido de pertenencia”, sostiene la investigadora. Luego señala que mientras se tiende a pensar que el mapa es efecto de una realidad preexistente en realidad, por lo general, funcionan como vectores de territorialización o de invención de territorio. “Es claramente al revés de cómo tendemos a pensarlo, el mapa del Uruguay antecede a los sentidos de pertenencia de la mayoría de sus ciudadanos”. La cartografía también está acompañada de otras expresiones culturales y políticas para construir un sentido de identidad nacionalista, pero según Rodríguez, los mapas juegan un papel muy importante.
"Los mapas por si solos no hablan, necesitamos hacerlos dialogar con otra documentación de la misma época para poder hacerles buenas preguntas”
En los albores de la República, sin aviones ni imágenes satelitales, la confección, y posteriormente la conservación de los mapas era una empresa por demás costosa. Es por eso que son testimonio de las dinámicas de poder que se disputaban en la época. “¿Cuáles son aquellos proyectos que quedaron por el camino? A veces no tenemos las representaciones cartográficas, pero tenemos que buscar la manera de llegar a ellos y reconstruirlos para mostrar lo que efectivamente se logró imponer como proyecto hegemónico”.
En el caso de Montevideo, así como Colonia del Sacramento, Buenos Aires o Río Grande del Sur, algunos de los registros se vinculan a la fortificación de los territorios por parte de los imperios que debían generar proyectos de defensa de los espacios. “Muchas veces representan plantas de cómo fortificar mejor esas ciudades. El mapa antecede a lo que uno, si hubiera estado en ese momento, podía encontrar deambulando por esas calles”.
Una cartografía en los márgenes de lo tradicional
La cartografía ha sido sustancial en la interpretación, planificación y construcción de las ciudades. Se trata, a fin de cuentas, de una herramienta para imaginar las ciudades del futuro.
Marcelo Roux es arquitecto y magister en Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano por la Facultad de Arquitectura Diseño y Urbanismo de la Universidad de la República (FADU), y señala que la palabra cartografía, ahora más que nunca, es “polisémica”. En este sentido, pone como ejemplo a John Harwood Andrews, el investigador inglés de cartografía que en su artículo What Was a Map? integra más de 300 definiciones.
“De un modo sintético podría decirse que la cartografía es una de las prácticas más decisivas en la interpretación y la construcción del espacio vivido e imaginado. La función de los mapas será menos la de reflejar la realidad, y más la de engendrar nuevas concepciones del mundo”, dice el arquitecto a El Observador, y señala que en los últimos tiempos se ha generado un “giro cartográfico”: un retorno al acto de mapear como acciones que “oscilan entre la lectura, la representación, la crítica y la invención”.
Roux publicó en 2017 su tesis de maestría, Cartografías provisionales : los pasajes del mapa a través del campo histórico reciente, con el que además recibió el Premio Nacional de Literatura en la categoría Ensayo de Arte. El urbanista sostiene que se trata de un tipo de cartografía que "cuestiona los límites y propone otras formas de mapeo que buscan dar luz sobre aquello que está invisibilizado". La cartografía provisional irrumpe, según la publicación, como aquella que "se sitúa en los márgenes de la cartografía científica".
“Pensar el futuro del territorio es cartografiarlo, y cartografiar es pensar en el futuro del espacio que habitamos. Se podría decir que no hay una cosa sin la otra. Porque el proyecto de ciudad, de paisaje, necesita un proceso de selección consciente, político; y para eso el mecanismo de pensamiento y de representación es la cartografía", dice.
El urbanista señala que los mapas “pueden decirte lo que quieras que digan, o lo que alguien quiso que quieran que digan”, ya que son productos muy asociados al poder. Construyen realidades intencionadas: "es una forma de 'hablar' sobre las dinámicas sociales, culturales, económicas y que al utilizar la imagen como herramienta supone una capacidad de síntesis muy singular". Roux pone un ejemplo de actualidad: si se mapea el Uruguay en relación a la cantidad de contagiados por millón de habitantes de covid-19 en el mundo, a la cantidad de vacunados o a la cantidad de afectados económicamente por la pandemia, cada uno de esos mapas muestra un Uruguay distinto.
¿Qué es lo primero que viene a tu mente cuando pensás en la imagen de un mapa? El arquitecto problematiza sobre el mapa contemporáneo, que parece ser el que aparece en Google Maps, Earth o Street View. ”Surgido de una multinacional, hoy el mapa de nuestro mundo o de nuestras ciudades parece ser ese. Se ha instalado como tal, pero es un mapa —y solo por citar algún punto de conflicto— que construye una pretensión de realidad que todos nos creemos, en vista cenital a altura constante, producto de un montaje y del uso de proyecciones que simulan un espacio real y un tiempo simultáneo que no lo es". Si bien lo considera una "herramienta fantástica", la pone en valor en ese sentido, como herramienta, más no como el mapa que nos debería representar.
El docente de la FADU además asegura que para abordar la complejidad del territorio es necesario mapearlo desde perspectivas y escenarios múltiples. "Puedo mapear el trazado de una ciudad, sus calles, sus veredas, sus espacios públicos, sus árboles, como en los mapas más tradicionales, y también puedo y debo preguntarme —asumiendo a la cartografía como una forma de pregunta más que de respuesta—, por las diferentes temporalidades de un sitio, por los diferentes flujos, por los diferentes afectos o subjetividades que posee, por los sonidos, por los recuerdos construidos en él. Porque todo eso y mucho más es la ciudad. Y la cartografía simplemente es capaz de arrojar luz sobre esas dimensiones".
¿Por qué es importante seguir trazando mapas? "Porque es una práctica humana imprescindible; es también riesgosa porque es capaz de exponerse siempre como certera; ha jugado un rol sustantivo en la historia del proceso civilizatorio, y en definitiva ayuda a entendernos y también a proyectarnos".
El arte y la cartografía
La historiadora Lucía Rodríguez indica que cuanto más atrás nos vamos en el tiempo, la veta artística en el diseño de los mapas es más evidente. A medida que se impone el modelo cartógrafico que exige guardar una relación de escala entre la realidad y lo representado, especialmente a partir del siglo XVIII, "el mapa se muestra mucho más parco en cuanto a sus colores y diseño artístico". Pero a medida que la ciencia va ganando terreno, Rodríguez identifica una fuga de la cartografía a las artes.
Roux, por su parte, señala que la producción de mapas en la antigüedad, desde la Edad Media y hasta en el Renacimiento, estaba muy asociada al arte y particularmente a la pintura. "Es recién en los últimos siglos que la cartografía es asumida como ciencia", coincide.
“Me gusta ver el “arte” como aquello capaz de permitirse saltar con más facilidad el protocolo de lo establecido, y creo que eso es importante para representarnos hoy en día. Muchas producciones del arte en el último tiempo pueden ser entendidas como cartografías y muchas cartografías pueden ser vistas como un producto artístico”, dice Roux, que señala que quizás se ha vuelto "insustancial" catalogar la producción de una manera u otra.
Hace unos días el Ministerio de Educación y Cultura, a través del programa Rutas Culturales y Creativas y el Instituto de Artes Visuales, lanzó el proyecto Arte Cartográfico, con el fin de crear mapas conceptuales artísticos que representen la diversidad cultural del Uruguay.
"Hicimos un proyecto que tuviera el rescate del mapa como objeto y que agregara valor artístico", comentó a El Observador el sociólogo Leonard Mattioli, quien señaló que si bien el mapa no tiene que apegarse a las reglas de la escala científica, sí tiene que ubicar al transeúnte y registrar la diversidad cultural de cada una de las localidades. "Hay una decisión que trasciende lo artístico y es claramente vinculada a la revalorización social: donde hay gente se produce cultura, por más que no sea un spotlight. Donde hay gente las cosas pasan".
El llamado a artistas que quieran participar del proyecto está abierto hasta el 28 de julio y si bien se proyecta mapear todo el país, esta primera etapa comprende a los departamentos del litoral: Salto, Soriano, Paysandú, Colonia y Rio Negro. "La idea es que cuando hagamos todo el país podamos hacer de atlas cultural ilustrado", adelantó Mattioli.
Podría decirse, entonces, que la cartografía de las ciudades no es estática e invariable, tampoco es ajena a las características de las sociedades que habitan entre los trazos de los mapas. La próxima vez que mires un mapa quizás tengas más preguntas que respuestas.
