Los asentamientos son un tema que están en la agenda de Lacalle desde hace muchos años

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Los socios de Lacalle necesitan gritar un gol, pero le patearon la pelota equivocada

El corsé político de los socios del Partido Nacional en la coalición ante la alta popularidad del presidente, la necesidad de estar unidos pero diferenciarse a la vez y las pocas posibilidades que le dan de apropiarse de algunos éxitos para mostrarlos como propios
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02 de julio de 2021 a las 18:05

Jueves 24. El partido de Uruguay contra Bolivia por la Copa América había empezado, pero en la residencia presidencial de Suárez –y con un pedido expreso de reserva– el presidente Luis Lacalle Pou recibió a la ministra de Economía, Azucena Arbeleche, y a las autoridades del Partido Colorado, Julio María Sanguinetti, de Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos, y del Partido Independiente, Pablo Mieres.

El encuentro duró una hora y fue todo concordia y acuerdos. Los líderes, el presidente y la ministra, que se perdieron el gol en contra del boliviano Carlos Lampe, se pudieron ir a ver el segundo tiempo del partido que abrocharía la clasificación a cuartos de final con la tranquilidad de que la Rendición de Cuentas no traería mayores problemas a la coalición.

Sin embargo, lo que pasó durante los dos días siguientes fue una buena muestra del estado actual de las relaciones en el gobierno. Sanguinetti y, en algún punto, Manini Ríos, quisieron mostrar como propia una iniciativa que, en realidad, era del presidente. Esto muestra en el fondo lo que los socios necesitan: que los dejen gritar algún gol.

De eso te quiero hablar hoy en la newsletter EnClave.

 

Lacalle, los asentamientos y la jugada colorada

En la campaña electoral para las elecciones de 2014 Lacalle Pou presentó su plan de “asentamiento cero”.

“Nos metimos en el brete porque estamos convencidos que se puede”, respondió desafiante Lacalle Pou cuando El Observador lo interrogó acerca de su promesa.

Así relataba el periodista Martín Viggiano en esta nota de febrero de ese año la respuesta del candidato, que recibió muchas críticas por su quijotesca idea de erradicar totalmente los cantegriles. El BID, por ejemplo, consideraba que para eso se necesitaban 28 años de una inversión mucho mayor a la que se destinaba. En los siete años siguientes de gobierno frenteamplista el impulso político para modificar la realidad de los asentamientos poco cambió.

Pero tomando algunas de las críticas que recibió en 2014, para las siguientes elecciones Lacalle reformuló la idea y bajó las expectativas. Fue una de las tantas muestras de madurez y crecimiento político que dio el líder blanco entre una elección y otra.

Sin embargo, durante esos años, Lacalle no abandonó el tema y siguió buscando soluciones, porque como bien cuenta esta nota de esta semana, es un asunto que lo obsesiona. Una vez que ganó las elecciones, y como siempre sucede en los asuntos de gestión gubernamental, surgieron dos tipos de problemas: políticos y de recursos.

El principal obstáculo político para Lacalle fue la conformación que debió darle al Ministerio de Vivienda. Hoy es la única secretaría que no tiene en la cúpula –ministro, subsecretario y director general– a ningún blanco o persona de confianza de Lacalle. Eso fue algo que el presidente debió ceder en la puja del armado del gabinete con cabildantes y colorados.

Noviembre de 2019 fue un mes de negociaciones. Los dos socios principales del Partido Nacional querían Vivienda. En Batllistas –sector de Sanguinetti– tenían la intención de que ese ministerio fuese ocupado por Tabaré Viera. Finalmente eso no ocurrió y a Batllistas le tocó Turismo y la subsecretaría de Vivienda. Lacalle, a la vez, pretendía tener a los líderes partidarios en el gabinete. Por eso le cedió la cancillería a Ernesto Talvi y, ante la negativa de Manini Ríos de ser ministro de Salud, aceptó entregarle Vivienda a Cabildo para asegurarse la presencia de Irene Moreira en el Ejecutivo.

Toda esa negociación de finales de 2019 complicó luego de asumido el gobierno sus expectativas de controlar los planes para los asentamientos. Así fue que Presidencia intentó diferentes alternativas de cambios. En la ley de Presupuesto intentó llevar a la órbita de Presidencia el Programa de Mejoramiento de Barrios, pero Cabildo y los colorados lo rechazaron. En la negociación que borró ese artículo del proyecto, Lacalle impuso la designación de una persona de su confianza para la Dirección Nacional de Integración Social y Urbana (Dnisu) del ministerio. Esa dirección, que tiene a cargo el tema de los asentamientos, está comandada por la hermana de la ministra Arbeleche.

Así solucionó en parte el problema político. Pero faltaba lo económico. Para realmente hacer cambios en los asentamientos se necesitan más recursos. Durante meses Lacalle y la ministra de Economía trabajaron en diversas alternativas. En el medio, tanto colorados como cabildantes reclamaron más dinero.

Para eso fue la reunión del jueves 24 a la hora del partido de fútbol de Uruguay con Bolivia. Allí le presentaron a los socios de la coalición la propuesta de un fideicomiso que obtendrá recursos que hoy estaban destinados al Instituto de Colonización. Los detalles están en esta nota de Diego Cayota y Martín Tocar.

En esa reunión fue todo acuerdo. Los socios quedaron muy conformes con la propuesta del Ejecutivo. Pero el punto que motiva el análisis es lo que pasó después.

Al otro día, los colorados filtraron una información que, con los datos que ya tenían luego de la reunión con el presidente, los dejaría bien parados cuando el miércoles ingresara el proyecto del Ejecutivo al Parlamento: Asentamientos y CAIF: los pedidos de los colorados para la Rendición de Cuentas, tituló El Observador una nota el sábado.

Pocas horas después Lacalle entró en escena. Nuevamente un sábado y nuevamente apelando a las redes sociales, marcó su presencia en un tema sensible para él.

Pero Sanguinetti no fue el único que quiso montar un escenario en el que su partido se mostrara anotándose un punto. Manini Ríos también lo hizo, ex post, en las redes sociales.

La nota de El Observador que reposteó el líder de Cabildo Abierto apoyaba esa imagen errónea de que la decisión de Lacalle fue luego del reclamo de sus socios. En el escenario público faltaba un elemento que todos habían intentado mantener en reserva: la reunión del jueves. Tanto a cabildantes como colorados les servía que no se supiera que la propuesta del fideicomiso la planteó Lacalle en los días previos.

 

El gobierno blanco o el gobierno multicolor

Manini Ríos, Sanguinetti y Mieres, luego de otra reunión con el presidente

Lo que esta situación revela no es más que un malestar de los socios de la coalición con el corsé político al que los lleva el manejo político que hace el presidente y su partido.

Entre colorados, cabildantes e independientes existe la sensación de que Lacalle les deja poco espacio para atribuirse los méritos de las políticas exitosas. Ya te compartí en otras oportunidades algunas líneas de análisis sobre el esquema de poder presidencialista del gobierno.

Pero también se agregan otros elementos. Por ejemplo, todos saben que solo pueden tener éxito político hacia 2024 si siguen juntos. Separados o sin los socios, ninguno tendrá chances de seguir en el gobierno. A la vez, también saben que para mantenerse, deberán tener buena gestión.

El otro elemento novedoso que presenta el escenario político es la alta popularidad del presidente. Pero más allá del número total de ese indicador, lo que más encorseta a los socios es el nivel de aprobación del mandatario entre los votantes colorados, cabildantes e independientes.

Antes de las elecciones los números de Lacalle entre esos segmentos no eran tan buenos como lo son ahora. De hecho eso se vio reflejado en el balotaje, donde obtuvo 125.945 votos menos que los 1.315.258 logrados por los partidos de la coalición multicolor en octubre.

Con la gestión –y especialmente el manejo de la pandemia durante 2020– el presidente logró una alta popularidad entre cabildantes y colorados.

Por tanto, tampoco es posible para los líderes de esos partidos hoy distanciarse mucho del presidente, porque estarían poniendo en riesgo también la relación con sus votantes de 2019 a futuro.

El terreno es delicado para todos, porque saben que deben diferenciarse, pero no en un tono muy extremo, mientras a la vez el poder de fuego de los blancos es mucho más potente para apropiarse de los éxitos.

El escenario sigue siendo favorable para Lacalle, que de todas formas deberá encontrar mecanismos para que los socios puedan apropiarse de algunos éxitos del gobierno.

Sin dudas el de los asentamientos, por la importancia que implica para el presidente, no era el asunto en el que se los iba a permitir. Pero para Sanguinetti, y de alguna forma para Manini Ríos, fue una buena forma de hacerle notar a Lacalle su disconformidad.

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