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Macri y Vidal, enfrentados por la restricción presupuestaria

Los recortes hacen perder popularidad a la gobernadora de Buenos Aires
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03 de noviembre de 2018 a las 05:04

La pelea que parecía imposible en la política argentina está amagando con ocurrir. Mauricio Macri ha visto en las últimas semanas cómo la paciencia de la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, empezó a descender aceleradamente al punto que dejó filtrar su enojo por ser la variable de ajuste en el debate sobre el presupuesto. Macri, que está en minoría en el Congreso, necesita el acuerdo con los gobernadores provinciales –casi todos peronistas– que manejan el Senado. Por eso, ha demostrado una gran flexibilidad a la hora de negociar el apoyo a un presupuesto austero.

Por caso, el recorte fiscal original de 300 mil millones de pesos argentinos para el año próximo, que pretendía financiarse a medias entre la nación y las provincias, correrá en más de dos tercios por cuenta del gobierno central. Y Macri admitió dar marcha atrás con las rebajas de impuestos, como forma de garantizarles a los gobernadores que tendrán una compensación por el menor ingreso.

De esta manera, el presidente argentino no sólo arriesga ganarse la antipatía de la clase media, que ahora pasará a tributar el impuesto a los bienes personales por el solo hecho de poseer un departamento. También corre un serio peligro político de cara a las elecciones de 2019: que su relación con la gobernadora Vidal llegue desgastada.

Vidal, a pesar de algunos tropiezos –como el escándalo por aportantes “truchos” a la campaña electoral– sigue siendo la figura más popular de la coalición Cambiemos. De hecho, en el establishment empresarial y financiero hay muchos que creen que debería ser ella y no Macri la candidata oficialista para el año próximo.

Pero Vidal ha cimentado su popularidad no solamente sobre la base de su simpatía personal y la imagen de valentía en la lucha contra las mafias. Además, se propuso realizar obras públicas largamente postergadas y, simultáneamente, sanear las finanzas provinciales.

Ello requería dinero, naturalmente, y Vidal lo obtuvo en la primera mitad de su mandato por la vía de emitir deuda y de pelear por una mejor porción de la torta impositiva frente a sus colegas de las restantes 23 provincias.

La gobernadora bonaerense sigue siendo la figura más popular de la coalición Cambiemos
 

Eso es lo que ahora está en riesgo, dado que al tener que dar concesiones a los gobernadores peronistas –que a cambio aseguran su apoyo parlamentario al austero presupuesto 2019–, se encuentra con que gran parte de los fondos prometidos no estarán en su cuenta. 

Sin billetera

Por lo pronto, Vidal envió un proyecto de presupuesto provincial en el que no figuran los 19 mil millones de pesos argentinos que originalmente le habían prometido por concepto de actualización por inflación del Fondo del Conurbano. 

Se trata de una fuente de recursos que en los años ‘90 había sido creada para asistir a la provincia de Buenos Aires –la de mayor población, con 16 millones de habitantes, y una de las de mayores índices de pobreza y conflictividad social–. Pero durante el kirchnerismo ese fondo comenzó a diluirse por una vía muy simple: se congeló en pesos el monto que se le daba a Buenos Aires –a pesar de que el país tenía una inflación superior al 20% anual- y el monto “sobrante” se repartía entre el resto de las provincias.

El resultado fue que Buenos Aires terminaba embolsando 650 millones de pesos de un fondo que recaudaba 52.000 millones. La discriminación contra la provincia llegaba al punto de que mientras aportaba el 37% de la masa coparticipable, sólo recibía un 23% a la hora del reparto.

El anterior gobernador, Daniel Scioli, no se quejaba del tema por temor a enfrentarse con Cristina Kirchner. Pero cuando asumió Vidal dijo que reclamaría ante la Corte Suprema de Justicia para que le fuera restituida su parte a la provincia.

Para evitar que un fallo favorable significara una conmoción fiscal para el resto de las provincias, se había llegado a un acuerdo para que Vidal pudiera disponer un aumento sustancial de ingresos que le permitiera un fuerte programa de obras públicas. Pero claro, esa negociación fue antes de la crisis financiera. 

Ahora, con el Fondo Monetario Internacional monitoreando cada rubro del presupuesto, esa restitución para Buenos Aires quedó en suspenso. Y eso no fue lo peor: además, para dar el ejemplo ante los demás gobernadores, Macri le pidió que fuera la primera en hacerse cargo de pagar los subsidios al transporte público con dinero provincial –algo que hasta ese entonces financiaba el gobierno central-. Eso le supuso tachar otros 25 mil millones de pesos que originalmente estaban destinados a obras.

Ante esa situación, la gobernadora se resignó a que su objetivo de “déficit cero” deba posponerse tres años. Y otra vez deberá pedir a su legislatura un permiso para que la provincia emita deuda por unos 110 mil millones de pesos. 

Choque de intereses

Paradojas de la política argentina: por la crisis, Macri y Vidal están reeditando, involuntariamente, la tensión que caracterizó la convivencia de ocho años entre Cristina Kirchner y Scioli. Claro que durante el gobierno anterior la asfixia financiera a Buenos Aires era deliberada y ahora es considerada el “daño colateral” de una política de austeridad, pero los efectos en la economía real son parecidos.

Vidal está en un conflicto permanente con los sindicatos de empleados públicos, en especial con los docentes, que sistemáticamente reciben ajustes salariales inferiores a la inflación. Y la provincia, que habitualmente sufre un nivel de desempleo mayor que el promedio nacional, es la que más ha sido castigada por los despidos en las industrias más afectadas por la recesión.

La gravedad de la situación llegó al punto que, aun en su emergencia financiera, la gobernadora anunció que las pequeñas empresas podrán optar por no pagar el impuesto a los ingresos brutos hasta fin de año, si esa medida las ayuda a retener personal. Las pymes generan empleo para 4.4 millones de bonaerenses, lo que representa el 75% del trabajo privado a nivel provincial.

Lo cierto es que los costos políticos por el deterioro social ya se están notando, por ejemplo en “escraches” y demostraciones de hostilidad que la gobernadora empezó a sufrir en sus giras por las ciudades de la provincia.

Por el ajuste fiscal, Macri corre el riesgo político de erosionar su relación con Vidal 

Y su obsesión es el monitoreo permanente del explosivo conurbano, el lugar donde se concentran las “villa miseria” y las barriadas pobres. Con sus 9 millones de habitantes, su alto desempleo y sus bajos índices de calidad de vida, esta zona es el caldo de cultivo de los “estallidos sociales”, los saqueos y la delincuencia. 

El objetivo de corto plazo es garantizar que las semanas pre-navideñas transcurran sin violencia, para lo cual está derivando fondos a la ayuda social y se mantiene en contacto con los intendentes, en su mayoría peronistas.

Aunque Vidal y Macri han tratado de bajar el tono de sus desavenencias con actos para la foto y declaraciones de elogio mutuo, ha sido inevitable que se filtraran a la prensa las expresiones de enojo por la austeridad obligada. Trascendió, por ejemplo, que el ministro de Hacianda, Nicolás Dujovne, al desestimar los reclamos por mayor presupuesto para obras públicas dijo: “Si ella quiere ser presidenta, que sea con su plata”.

Vidal no respondió directamente, pero sí lo hicieron sus funcionarios y aliados. El ministro de gobierno provincial, Joaquín de la Torre, exigió que Dujovne desmintiera o confirmara públicamente esa frase. Y luego, en polémica con otro ministro sostuvo: “Es un error político dejar a la provincia con menos dinero del que corresponde”.

Por otra parte, el influyente gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, se pronunció a favor de Vidal en el tironeo tributario: “Yo fui un luchador a favor del fondo del Conurbano y de que no le quiten herramientas a María Eugenia Vidal que tiene una bomba de tiempo en el Conurbano”. 

Y, en lo que pareció una advertencia al propio Macri, agregó que el gobierno no debe arriesgarse a un conflicto social en diciembre. Morales tiene línea directa con el vicegobernador de Buenos Aires, Daniel Salvador, por ser ambos dirigentes de la Unión Cívica Radical, que ha tenido chispazos con el presidente por la política tarifaria.

En las últimas horas fue notorio el esfuerzo por demostrar distensión, pero lo que todo el ámbito político interpretó es que Macri tuvo que hacer concesiones en aras de la gobernabilidad, y ello implicó dañar a la figura estrella de Cambiemos

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