En las formativas de Danubio Damián Malrechauffe era uno más. Un jugador del montón. Recién en su segundo año de Quinta División el zaguero se empezó a destacar sobre sus compañeros y su salto de calidad se dio en Cuarta. Hoy, tras 15 años de convertirse en jugador profesional en los que pasó por México, Colombia, Chile y Argentina, defiende a Rentistas y busca el ascenso directo a la Primera División. “Si repasás todas aquellas inferiores te sorprendés de que haya subido yo. Pero llegué”, dice y se ríe.
Malrechauffe creció donde ahora sigue viviendo: en el barrio Bella Italia, a pocas cuadras de Jardines del Hipódromo. Jugó al baby fútbol en Juan de América –que lleva el nombre del complejo de viviendas en el que vivía–, en Siete Estrellas y luego llegó a Danubio.
Después de dar ese salto futbolístico en Cuarta División llegó el ascenso a Primera. Gerardo Pelusso fue el entrenador que lo convocó en un llamado en el que también estaban los futbolistas Cristhian Stuani, Ribair Rodríguez, Sergio Rodríguez y Jorge García, entre otros.
Y Malrechauffe integró el plantel principal de Danubio hasta 2009, cuando se fue a jugar a México. Su etapa en el franjeado estuvo llena de éxitos: con esa camiseta ganó dos de los cinco títulos que el club tiene en su historia.
“Nos sentíamos en iguales condiciones que los equipos grandes: nos sentíamos grandes”, cuenta a Referí en el patio de una casa que le compró a una señora italiana que decidió irse.
En esa primera década del siglo, Danubio le ganó campeonatos uruguayos a los grandes e, incluso, jugó un partido contra Peñarol que quedó marcado para siempre: el día que lo derrotó 7-2 en noviembre de 2005.
Su primera experiencia internacional le llegó en 2009, en Tijuana de México. Luego coleccionó distintas vivencias en Cúcuta, Colo Colo y Quilmes,
La de Quilmes (2015-2016) fue su última experiencia fuera de Uruguay y volvió a Danubio que ya no era aquel club que le peleaba de igual a igual a los grandes.
Tras un buen torneo con Leonardo Ramos como técnico (Uruguayo Especial 2016), el franjeado empezó a caer y, tiempo después, a Malrechauffe le comunicaron que no iba a ser tenido en cuenta.
“Lamentablemente el club estaba tomando esas decisiones con mucha gente. Yo no lo tomo como para lamentarme mucho o como para salir a decir ‘me mataron’. Son etapas que uno cumple”, reflexiona hoy tres años después.
Malrechauffe se fue de nuevo a Racing donde ya había jugado en 2015-2015 anotando siete goles: “Fueron todos iguales, con centros de Juan Pablo Rodríguez”.
En su segundo ciclo, en 2018, no tuvo el éxito de la primera vez. Cree que estaba en un buen nivel, pero no jugaba los partidos que pretendía e, incluso, hasta quedaba afuera del plantel. Fue después cuando lo llamaron de Rentistas.
Le dijeron que el club colorado iba a “hacer las cosas serias” y “no iba a faltar nada”. Así lo resume en una charla en el patio de su casa, donde tiene un miniestadio, con estática de publicidad incluida, en la que sus tres hijos se divierten en sus momentos de ocio.
A sus 35 años Malrechauffe está a ocho meses de obtener la licencia profesional de entrenador, pero aun no se ve como técnico principal. Ahora solo tiene un objetivo en mente y es opuesto al que en varios equipos persiguió: en vez de salvarse del descenso, quiere ascender a Primera con Rentistas y está convencido de que en 2020 va a poder jugar en esa divisional. Lo logre o no hay algo que aquel jugador del montón de las formativas de Danubio puede decir: que llegó y se mantuvo varios años como profesional.
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