Opinión > EDITORIAL

Manini y la democracia

El accionar político de Guido Manini Ríos puede marcar el futuro
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15 de marzo de 2019 a las 05:04

Los acontecimientos de las últimas horas confirman que el general Guido Manini Ríos es el caudillo militar más importante de las últimas décadas.

Su accionar decidido y frontal en defensa de los militares, sus derechos, el salario y la dignidad de la tropa se consolidó a lo largo del segundo gobierno de Tabaré Vázquez y terminó como todo Uruguay preveía: con Manini Ríos destituido.

A sabiendas el general popular caminó mucho tiempo por el filo de la cornisa. Finalmente, al sostener que la Justicia le aplicó el “derecho del enemigo” a militares ancianos, el presidente lo cesó con razón. 

Manini tiene una proyección política evidente por delante, por lo que su salida de las Fuerzas Armadas (FFAA) abre un escenario que no se puede desestimar por parte de ningún partido político. El tablero se movió y cruje.

“Si tuviera que recorrer el camino político porque si ese es el único que me queda para hacer justicia con el Ejército Nacional, lo pienso recorrer”, ya adelantó Manini.

Su discurso fue inédito para un militar pos dictadura. En varias entrevistas señaló que quiere encontrar un camino para solucionar el tema de los desaparecidos. Aborreció el asesinato del profesor Julio Castro y en una entrevista publicada en el portal Ecos se refirió al caso de María Claudia García, la nuera de Gelman desaparecida a los 19 años, como “lo más bochornoso e indefendible que se pueda haber realizado en aquellos años”.

Al respecto agregó que “una de mis grandes satisfacciones como comandante sería poder aportar un dato concreto cierto sobre los desaparecidos”. Nunca de boca de un militar de su rango salieron palabras de esta índole a la hora de hablar sobre el tema.
Es muy peligroso para la democracia que un militar cuestione las decisiones de la Justicia. Tampoco es bueno que el FA no haya conseguido articular un discurso que incluya a los militares en su proyecto político. 

El azote permanente desde el partido del gobierno contra las FFAA ha sido evidente desde la dictadura a la fecha. El silencio de los militares con su pacto en relación a los desaparecidos es también un hecho repudiable. En el medio la sociedad civil avanza en el siglo XXI arrastrando una cadena que la ata a un menhir demasiado pesado.

La destitución de Manini abre una caja de Pandora. Es un episodio que refleja que el camino recorrido por el FA para resolver el problema de los desaparecidos fracasó y que las FFAA han logrado resistir estoicas ante un reclamo justo. 
Según los datos de la encuesta del “Informe Latinbarómtero 2018” que se realiza en 18 países de América Latina en relación a la confianza en las instituciones, en Uruguay las Fuerzas Armadas encabezan el ranking con 62% y le sigue la Policía con 59%. Después se encuentran: Corte Electoral (47%), Gobierno (39%), Poder Judicial (39%), Iglesia (38%), Parlamento (33%) y cierran la lista los partidos políticos con 21%.

Manini no es Jair Bolsonaro. Tampoco Hugo Chávez. Es un militar uruguayo que ha manifestado su deseo de superar el pasado oscuro de las FFAA y no ha callado su posición al punto tal que lo destituyeron del cargo de comandante en jefe.

Su accionar político puede marcar a fuego los próximos años. La mera enunciación de su interés por ser candidato a presidente de la República supone un nuevo desafío para la democracia. 

 

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