Krasouski junto a Bentancur, Vecino y Laxalt

Fútbol > LA HISTORIA DE ARIEL KRASOUSKI

“Me duele mucho cuando tocan el tema Mundialito y lo asocian con la dictadura”

Viajó 5 años en ómnibus de San José al Prado de Montevideo. Fue campeón juvenil y del Mundialito del 80, un torneo que dejó secuelas. Jugó en Boca con Maradona y hace poco se reencontró con Bochini
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14 de noviembre de 2021 a las 05:03

Ariel Krasouski (63 años) viajó durante cinco años en ómnibus desde San José a Montevideo. Ida y vuelta, todos los días. Jugaba en Wanderers, era finales de la década de 1970 y si llegaba tarde a la parada del Viaducto del Paso Molino, tenía que esperar el próximo que pasaba dos o tres horas después. Un sacrificio que valió la pena. Fue campeón sudamericano juvenil en Venezuela 1977, integró un equipo formidable de Wanderers en 1980, fue campeón del Mundialito de ese mismo año y completó siete años en Boca Juniors, donde tuvo el privilegio de compartir los comienzos de Diego Armando Maradona.

Comenzó a jugar al fútbol en Central de San José. Con 17 años fue campeón del Sur y del Interior con la selección del departamento y Mateo Giri, el presidente de Wanderers en aquella época lo fue a buscar.

El equipo de Uruguay campeón del Mundialito de 1980

“Mateo Giri se reunió con el presidente de Central, Ney Castañé, y acordaron mi transferencia. El presidente de Central le dijo que me vendía, pero Wanderers le tenía que dar un porcentaje importante si después me transfería a un equipo del exterior, en una época que no era común que salieran jugadores al exterior. Me tenía fe”, recordó Krasouski durante la charla con Referí.

Se incorporó así a Wanderers y le costó la adaptación. “Estuve cinco años viajando San José-Montevideo, cuando no se reservaban boletos por celular ni había la cantidad de ómnibus ni agencias que hay ahora. En aquel momento perdía un ómnibus y tenía que estar dos o tres horas en el Viaducto esperando para agarrar el que venía atrás”.

El servicio que lo traía de San José entraba a Montevideo por Paso de la Arena, cruzaba el Cementerio de La Teja y tomaba Agraciada. “Yo estaba tan acostumbrado que la mayoría de las veces venía durmiendo en el ómnibus y cuando subía el Viaducto me despertaba porque sabía que estaba llegando. Había días que salía de San José a las 5 de la mañana para estar en Montevideo a las 8 o 9. Demoraba dos horas y media en llegar. Además, cantidad de veces viajé parado después de entrenar o jugar un partido”. 

Del juvenil a la Copa de Oro

Las ganas y la ilusión de hacer una carrera sorteaban todos los obstáculos. Raúl Bentancur lo convocó para la selección juvenil que ganó el Sudamericano en Venezuela y clasificó al primer mundial juvenil, que se desarrolló en Túnez en 1977. Uruguay terminó cuarto, tras perder por penales frente a Rusia -luego campeón- en semifinales. Cuando Krasouski volvió al Prado, se integró al equipo titular de los bohemios.

Hicimos una campaña muy buena en 1980, salimos segundos detrás de Nacional que tenía un equipazo y ese año fue campeón del América y del Mundo. Nosotros formamos un muy buen equipo y la gente de Wanderers recuerda hasta hoy el mediocampo con Jorge Barrios, Enzo Francescoli y Krasouski.

Wanderers de 1980

Después de esa gran campaña, el Chifle Barrios y Krasouski fueron convocados por Roque Máspoli para la selección que jugó la Copa de Oro. “Para un jugador de equipo menor era muy difícil integrar una selección mayor. De la alineación titular de la Copa de Oro, los únicos de equipos menores eran Daniel Martínez de Danubio y yo de Wanderers”.

Krasouski fue campeón varias veces, pero el Mundialito lo recuerda especialmente. “Recién estaba empezando mi carrera de jugador de fútbol y ya tenía la satisfacción de haber salido campeón juvenil, haber ido a un mundial juvenil y ganar el Mundialito. Para un joven que llegaba del interior con unas ilusiones bárbaras, era como tocar el cielo con las manos”.

En ese tiempo Uruguay era gobernado por una dictadura militar y es un tema recurrente cuando se habla del Mundialito: “Todos los que estábamos ahí sabíamos lo que estaba pasando en el país, pero estábamos con la cabeza puesta en jugar el campeonato, en prepararnos, creo que fuimos los primeros deportistas en Uruguay en entrenar tres veces al día, fuimos a La Paloma y estábamos con la cabeza puesta en lo nuestro que era jugar al fútbol” reseñó el actual representante de futbolistas.

El plantel de Boca en 1981

Agregó que si bien sabían lo que ocurría políticamente, “no teníamos absolutamente nada que ver: el deportista piensa en jugar, en representar a su país y hacerlo de la mejor manera posible. Sabíamos que le podíamos dar una gran alegría a toda la gente de Uruguay. Me duele mucho cuando tocan el tema Mundialito y enseguida asocian que estaba la dictadura. Te lo puede decir cualquiera de mis compañeros: nunca vimos a un militar, a nadie en la preparación ni en el campeonato. La única vez que vimos a alguien ajeno al grupo o al fútbol, fue el último día en la final contra Brasil. Nosotros estábamos por cambiarnos en el vestuario, pensando en jugar la final e ingresaron tres personas que ni me acuerdo quienes eran, que querían hablar con nosotros. Entraron para desearnos suerte y decirnos que si ganábamos le íbamos a dar una gran alegría a la gente. Ni hablar que sabíamos que teníamos que ganar, no precisaba que alguien fuera a decirnos. Por respeto a las personas que entraron las escuchamos y a la cancha”, manifestó el exfutbolista.

¿Dónde está la Copa?

También expresó su malestar porque el trofeo logrado no se exhibe por parte de la Asociación: “Nos vamos a morir todos los que jugamos el Mundialito y no vamos a poder ver la copa, no vamos a poder sacarnos una foto con la copa. No se ve en ningún lado, no se exhibe, es algo que ganamos, que no la ganó nadie en el mundo. Estoy seguro que si la hubiese ganado Brasil, Argentina, Italia o Alemania la habrían exhibido como corresponde. Acá, bien como somos nosotros, por temas políticos, por h o por b, pagamos todos los jugadores, el cuerpo técnico, por algo que no tenemos absolutamente nada que ver. Entonces duele cuando ni siquiera podemos ver la copa. La tienen escondida o desapareció, no sé. Y como dice su nombre, era de oro. Hay cosas que son increíbles, que por política se trate de esconder o negar algo que se ganó en la cancha. Para salir campeones sufrimos contra Brasil, como sufrimos siempre para lograr algo, y ganamos 2-1 como podíamos haber perdido perfectamente. Queda en eso, tengo cantidad de compañeros que siempre hablamos lo mismo, parece que en vez de haber logrado algo, robamos algo en este país”.

Krasouski en acción con la camiseta de Boca

Después de ganar la Copa de Oro, Uruguay quedó eliminada del Mundial de España 1982 en un grupo que integró junto a Perú y Colombia. “Al equipo que terminó la final del Mundialito le faltaron en las Eliminatorias un par de jugadores importantes. Eduardo De La Peña, que para mi fue de los volantes más completos del fútbol uruguayo, porque tenía de todo, dinámica, buena pegada, sabía jugar, era temperamental, cabeceaba bien. No jugó porque se rompió en la final del Mundialito y no llegó, y atrás faltó Olivera que se enfermó y no pudo jugar. Eran dos jugadores importantes en el plantel, pero también hay que reconocer que el equipo peruano que nos ganó en el Estadio era muy bueno”.

Después nunca más lo convocaron a la selección. Sin motivos aparentes, salvo el gusto deportivo del entrenador de turno.

Boca, Maradona y Francescoli

Tras el Mundialito pasó a Boca Juniors y se incorporó a un gran equipo, con jugadores de mucha experiencia que habían salido campeones de América y del Mundo en la época del Toto Lorenzo: Gatti, Pernía, Mouzo, Ribolzi, Sanabria, Mastrángelo, Pancho Sá, más otros jóvenes que se incorporaron como Maradona, Brindisi, Pichi Escudero, Perotti y Córdoba que eran del club, Ruggeri que estaba empezando. “Teníamos un plantel espectacular, salimos campeones del Metropolitano y fue el impulso para que después me quedara siete años en el club”.

En la barrera, junto a un tal Diego Maradona

Krasouski compartió el plantel con Maradona, que había llegado desde Argentinos Juniors: “Era muy joven, tenía un par de años menos que yo, pero ya se veía que era un fenómeno y que iba a ser algo muy grande en el fútbol mundial. Un jugador distinto, un fenómeno, ganador, con personalidad, con carácter, no podía estar cinco minutos sin tocar una pelota porque ya se ponía mal y no tenía problemas en ser un niño, encarar a un jugador de 30 años y decirle ‘dame la pelota a mi’; no se cohibía contra nada ni nadie. Lo mejor que vi y que voy a ver en mi vida como jugador de fútbol”.

No era fácil para un número 5 jugar en el fútbol en aquella época, plagado de cracks que jugaban con la camiseta número 10. “Eran todos muy buenos jugadores y eran adorados por la gente, el famoso 10 argentino. Después de Maradona, el mejor fue Bochini. El otro día viajé a Buenos Aires y me encontré con Bochini de casualidad en un restaurante. Después de tantos años nunca le había podido decir lo que le dije: ‘La verdad, jugué con Maradona, con Francescoli, con Ruben Paz, con Venancio Ramos, con Brindisi, pero vos fuiste después de Maradona el mejor 10 que vi en el fútbol argentino’. Se reía y me dijo ‘estas canoso’ y le dije ‘me dejaste canoso vos de correrte de atrás’. Un fenómeno, un jugador que mirabas y decías, ‘a este si lo enfrento no le dejo tocar una pelota’, sin embargo era tan veloz mentalmente, tan inteligente, que cuando querías marcarlo ya había habilitado al compañero y ya te habían hecho el gol”.

Krasouski, con barba y en la tapa de El Gráfico

En 1983, Enzo Francescoli llegó a River Plate, pero antes estuvo a punto de incorporarse a Boca Juniors. Krasouski contó la anécdota después de muchos años: “A mi me llevó a Boca Norberto Salvo. En aquel entonces no había representantes ni empresarios y él llevó a cantidad de uruguayos al fútbol argentino. Una vez me dijo que me iban a empezar a hablar de Francescoli en Boca y cuando algún dirigente me preguntara yo les contara como jugaba. Se reunió con dirigentes de Boca y cuando se planteó el nombre de Francescoli, todos dijeron que si menos uno que no estaba de acuerdo. Le dijeron a Salvo que esperara uno días para conseguir unanimidad. Entonces salió de allí y se fue a Núñez a reunirse con Aragón Cabrera, presidente de River. Se lo vendió en el mismo momento. Al otro día lo encuentro a Salvo porque él vivía a una cuadra de casa, y le pregunté por Enzo: ‘Arregló, pero no va a ser compañero tuyo, lo arreglé en River’, me dijo”.

El retorno a Uruguay

Luego de un año a préstamo en San Lorenzo, Krasouski volvió a Boca y después estuvo seis meses en Estudiantes de Río Cuarto. Con 29 años, regresó a jugar en Uruguay y al tiempo se dio cuenta que había sido un error. “Podría haberme quedado en Argentina jugando varios años más. En aquel momento no teníamos gente que nos aconsejara, un representante que nos hablara. Nosotros nos arreglábamos los contratos, decidíamos donde jugábamos, manejábamos nuestra carrera, por eso a muchos de nuestra generación no nos fue bien económicamente. No es lo mismo que un representante se siente a hablar con Alberto J Armando o Aragón Cabrera -dirigentes históricos de Boca y de River-, que lo haga uno con 21 años. No estábamos preparados para negociar nuestros contratos”.

Tras retirarse en Fénix en 1995, fue entrenador. Realizó una gran campaña en Tacuarembó y con Danubio llegó a las finales del Campeonato Uruguayo de 2001. "En Tacuarembó me fue muy bien con uno de los mejores grupos de jugadores de fútbol que conviví y mirá que estuve en equipos. Unas fieras, luchando con una adversidad imponente. Con el solo hecho de decirte que el plantel y el cuerpo técnico estuvieron siete meses sin cobrar. La gente de noche hacía asados y comidas y nos invitaban para que la mayoría fueran a comer, increíble. En otro país ese plantel se va al descenso. En Danubio salimos campeones del Apertura y de la Tabla Anual cuando no tenía valor ninguno. Fuimos a dos finales con Nacional, empatamos la primera en el Centenario y perdimos la segunda en el Campus".

Después pasaron "algunas cosas con un par de equipos", reunió a sus dos hijos y les informó que no dirigía más. Actualmente, junto a ellos, tienen una agencia que representa futbolistas.

Su carrera

Futbolista y entrenador
Krasouski jugó en Wanderers, Boca Juniors, San Lorenzo, Estudiantes de Río Cuarto, Liverpool, Rentistas, River, Basáñez y Fénix. Luego cumplió una gran campaña como DT de Tacuarembó y con Danubio fue campeón del Apertura 2001.
“Es preferible ocultar y decir que vinieron a pasear”
Sobre el Mundialito, Krasouki expresó: “Nosotros no estábamos peleando, estábamos jugando al fútbol, defendiendo la camiseta celeste y tratando salir campeones. Los otros estaban, unos que querían ser gobierno a la fuerza y otros que querían entrar por otro lado, no por elección. Es la realidad, pero lo que pasa que mucha gente no se anima a decirlo, entonces es preferible ocultar, el Mundialito no existió. A veces escucho que vinieron a pasear. Argentina vino con todos los campeones del 78 más Maradona, Ramón Díaz y Barbas; Brasil vino con todo su poderío; Alemania también; Italia trajo a todos los titulares menos Paolo Rossi y el arquero; el único que vino con un cambio de generación fue Holanda, porque los famosos de aquella época estaban dejando de jugar. Y hay gente en Uruguay que dicen que vinieron a pasear”.
Cerca de Nacional
En su último año en Boca, el técnico de Nacional Roberto Fleitas viajó a Buenos Aires para consultarle si le gustaría jugar en los tricolores. “Yo estaba concentrado para jugar un partido. Fleitas habló conmigo, me preguntó si quería ir a jugar a Nacional y le dije que si. Me dijo que iba a hablar con los dirigentes y nunca más supe nada. Me extrañó mucho, me quedó en la cabeza qué pasó, porque fue con un interés bárbaro y después los dirigentes me dijeron que no”.

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