La Fuerza Aérea realizó al menos un vuelo aun no admitido con un traslado masivo de prisioneros, además de los dos ya reconocidos en 2005, relató uno de sus exsoldados a El Observador.
El exmilitar, que revistaba en el escalafón técnico de la Fuerza Aérea, pidió que se reserve su nombre porque teme por su seguridad, pero indicó datos concretos para poder chequear la veracidad de su testimonio.
A diferencia del primer y segundo vuelo, ocurridos en 1976, el “tercer vuelo” habría sido realizado en 1978, entre abril y junio, en un Fairchild del Grupo 4 de la FAU, que habría aterrizado en la pista de la Base Aérea 1, contigua al aeropuerto de Carrasco.
Al igual que ocurrió con los dos vuelos de 1976, los prisioneros transportados habrían sido entregados al Ejército. La existencia de un “tercer vuelo” ya ha sido denunciada antes, pero ni el Ejército ni la Fuerza Aérea la han admitido.
El relato del exmilitar que habló con El Observador concuerda con una serie de datos ya corroborados y que desde hace años alimentan la teoría de que existió un vuelo que trasladó prisioneros uruguayos desde Argentina en 1978, y que hoy están desaparecidos.
El exmilitar –que no es una persona pública ni tiene acusaciones por violaciones a los derechos humanos– se dio a conocer mediante un mensaje enviado por internet y tras un intercambio virtual de preguntas y respuestas, aceptó ser entrevistado en su casa.
Dijo que la historia le pesaba en su conciencia y que se sentía liberado al relatarla.
“Ese día habían dado la orden de retirarse de la base a las ocho de la noche, pero yo estaba trabajando en la reparación de un motor junto con otro integrante de la fuerza y se nos pasó la hora”, relató. “De repente se apagaron todas las luces. Nos metimos en un edificio que estaba vacío y miramos a través de una persiana. Lo primero que vimos era que el personal que había tomado la guardia no era de nuestra base. Los soldados de la base usaban uniforme gris. Y los que habían llegado para hacerse cargo de la guardia tenían uniformes camuflados, botas más altas y fusiles FAL. En nuestra brigada todavía se usaba el subfusil M2”.
El informante agregó que luego aterrizó un Fairchild del Grupo 4. Y una larga fila de camionetas entró a la pista de aterrizaje.
“Eran camionetas Chevrolet del Ejército, nuevas, cerradas, sin ventanas atrás. Estaba oscuro y no se podía ver la matrícula o a qué unidad pertenecían. Eran unas 15. Recogieron lo que trajo el avión y se fueron. Al rato se encendieron las luces y la guardia otra vez estaba en manos de la gente de nuestra base”.
Por todo el contexto y la cantidad de camionetas del Ejército que estacionaron junto al avión, el militar no duda de que se trató de un traslado de prisioneros. Muchas veces vio otro tipo de transporte –incluso de contrabando traído de otros países de la región– y jamás se hacía esa operativa rodeada de tantas precauciones y secretismo.
El mismo militar retirado también fue testigo de otro vuelo internacional, en el cual se trasladó a un único prisionero, que fue efectuado en 1978 por un avión Bandeirante, perteneciente al Grupo 6. En ese caso vio de primera mano la preparación del vuelo y escuchó los comentarios de uno de sus tripulantes una vez finalizada la misión.
“Era un pobre viejo, con ropas rotosas”, dijo que le confesó uno de los tripulantes respecto al prisionero que habían traído desde otro país de la región, que pudo ser Argentina o Brasil.
Él siempre pensó que el trasladado fue el maestro Julio Castro, pero no tiene pruebas al respecto.
La tarea de chequear la información del testigo hizo emerger otras revelaciones sorprendentes.
El Observador consultó al comandante de la Fuerza Aérea, general del aire Hugo Marenco respecto a la posibilidad de acceder a los libros de vuelo de los grupos de transporte para así cotejar el relato del denunciante.
“No sé si están todos completos. En realidad, nosotros no tenemos establecido por norma cuánto debemos mantener los registros. No tenemos una obligación legal de mantenerlos de por vida”, respondió Marenco en una entrevista en su despacho. Luego agregó: “Muchos de los viejos libros de vuelo están en el Museo Aeronáutico, pero no puedo decir que estén todos”.
Ante esta respuesta, El Observador realizó un pedido de acceso a la información pública, y solicitó a la Fuerza Aérea tener acceso a los libros de vuelo de sus grupos 3, 4 y 6, entre 1976 y 1979.
La respuesta al pedido de informes llegó el 15 de junio con la firma de Marenco y fue tan categórica como sorprendente. “No se poseen registros sobre actividad de grupos 3, 4 y 6 de la Fuerza Aérea Uruguaya, entre los años 1976 y 1979”.
Tal afirmación contradice anteriores documentos de la propia Fuerza Aérea.
En 2005 los libros de vuelo fueron citados en el informe que el entonces comandante Enrique Bonelli presentó al presidente Tabaré Vázquez. En aquel documento, en el cual se admitió por primera que la FAU había realizado los llamados primer y segundo vuelo, Bonelli escribió respecto a cómo hizo su investigación:
“Se realizaron averiguaciones referente a la actividad de vuelo desarrollada en el período comprendido entre los años 1973 y 1980, por los Grupos de Aviación N° 3, N° 4 y N° 6 (Transporte) con asiento en la Brigada Aérea N° 1. Fueron consultados los tripulantes que cumplieron misiones de vuelo en dicho período y que no hubieran fallecido al presente. Las fuentes documentales de información utilizadas fueron los registros individuales de vuelo, los libros de vuelo y libros de marcha, existentes al momento de los Grupos de Aviación antes referidos (los 3, 4 y 6)”.
Bonelli no quiso hacer declaraciones pero fuentes cercanas a su persona señalaron que mantiene lo firmado en aquel informe.
Cinco años más tarde, en 2010, una revista oficial de la Fuerza Aérea señaló que los libros de vuelo estaban en el Museo Aeronáutico.
En la edición de ese año de Alabes, la publicación oficial de la Escuela Técnica de Aeronáutica de la FAU, se incluyó un artículo sobre el Museo Aeronáutico en el cual se lee: “Integran el museo varios órganos de consulta: la Biblioteca Sargento 1º (TE) Carlos L. Bernasconi que contiene libros de carácter aeronáutico e histórico, manuales de vuelo, motores, comunicaciones, aviones, armamento, mecánica, instrucción de vuelo para pilotos, medicina aeronáutica, reglamentos, libros de vuelo, diseños, enciclopedias, revistas y publicaciones”.
En 2013 el mayor aviador Leonardo Cortés publicó una monografía respecto a una de las aeronaves del Grupo 4, el Fairchild 572, un avión gemelo del que cayó en la Tragedia de los Andes y que sirvió a la aviación militar oriental entre 1972 y 1989. El trabajo se llama “El FAU 572: un hito de la Fuerza Aérea Uruguaya” y en él Cortés incluye una planilla extraída de las páginas del libro de vuelo del Grupo 4, del año 1989.
Un segundo pedido de informes elevado a la Fuerza Aérea para saber cuándo dejaron de tener los libros de vuelo de los grupos 3, 4 y 6 en el Museo Aeronáutico, quién tenía acceso a ellos y si existe constancia de que alguien los retirara, aún no fue respondido.
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