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Minas en una guerra de tiros y silencios

El control por el narcotráfico enfrenta a dos familias pero la Policía no puede hacer caer a sus cabecillas por falta de pruebas y testimonios; uno de los líderes quedó parapléjico por un balazo
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21 de febrero de 2018 a las 05:00
Fue un disparo que pareció poner a Minas en silencio. El viernes 16 por la noche, cuando el carnaval invadía a la capital de Lavalleja, un hombre fue baleado por la espalda mientras miraba el corso típico de cada febrero, en el centro de la ciudad. Cientos de personas lo rodeaban, incluida su familia. La bala le entró por la espalda y lo dejó parapléjico, pero nadie vio al responsable. O al menos eso dijeron testigos a la Policía cuando comenzó la investigación.

Por detrás de ese tiro hay una historia de enfrentamientos entre dos familias minuanas, los Virches y los Acuña, donde el dominio del mercado de la droga tiene su papel casi protagónico. Quien recibió el balazo fue Martín Acuña, un hombre de 33 años que tiene ocho antecedentes por hurto y tenencia de sustancias. La última vez que estuvo preso fue en 2015 por drogas y salió a principios de 2016. Desde ese tiempo a esta parte, la Policía no ha podido probar su responsabilidad en el tráfico de drogas minuano, pese a que tiene casi la certeza de que en cada boca de droga que se cierra, la sombra de Acuña está presente. "Una cosa es saber, otra es probar", dice a El Observador uno de los investigadores.

Una muestra de ello es que en los últimos tres meses, la Policía logró cerrar cinco bocas de droga, por las que algunas personas fueron enviadas a prisión, pero pese a las sospechas de que el jefe era Acuña, no pudieron relacionarlo. No encontraron nada. Ni una llamada telefónica, ni un comprobante a su nombre. Acuña parecía estar limpio después de salir de la cárcel e incluso un poco antes de ser procesado, cuando dos asesinatos a integrantes de la familia rival apuntaban a mancharlo de sangre.
14% aumentaron las denuncias por hurtos en Minas en el último año con respecto a 2016. En el caso de las denuncias por rapiña, bajaron 15% en relación al año anterior.
Según información que maneja la Policía, en diciembre 2014 ordenó matar a los hermanos Anastasio "Piraña" Virches y Gustavo "Pancho" Virches. Sus muertes tuvieron un día de diferencia y ese balazo que recibió Acuña más de tres años después olía a una venganza tardía. Los investigadores señalaron a un sobrino de los hermanos Virches muertos en esa guerra de familias como primer sospechoso, pero mientras la hipótesis crecía, los tiros no quedaron ahí.

Luego del ataque a Acuña del viernes 16 por la noche -que sigue internado y no tiene movilidad en las piernas- un tiroteo a una casa volvió a recordarles a los vecinos de Minas que la batalla entre ambos grupos familiares sigue. Esta vez, los balazos fueron para la casa de una familiar del principal sospechoso del atentado contra Acuña, pero la mujer no quiso presentar denunciar alguna. La Policía y la fiscal del caso, Gabriela Sierra, no pudieron sacarle una palabra.

El puzzle sin fin

Sierra comenzó a armar a mano un esquema en una hoja blanca porque intuyó que los ataques seguirían y que debería ir sumando "piezas a ese rompecabezas". El tiroteo a esa casa es la segunda ficha del puzle de violencia que empezó el viernes. Como tercer punto, la fiscal anotó un allanamiento que se realizó en la casa del Virches sospechoso de balear al líder de la familia rival, en el que no encontraron nada que les permitiera incriminarlo. De hecho, el joven se presentó en la Fiscalía para ser indagado, entró con dos abogados y dijo con mucha tranquilidad que él no tenía nada que ver. Las pruebas con las que contaban la fiscal y la Policía no pudieron decir lo contrario y quedó libre.

La justicia por mano propia siguió y menos de un día después de haber declarado, su madre fue baleada en su casa. Una bala le lesionó un brazo y otro tiro quedó incrustado en una ventana. "Yo no me había dado cuenta de que ese tiro estaba ahí", dijo la mujer a la Policía, según recuerda uno de los investigadores.
Martín Acuña es el líder del grupo familiar, pero en el último año la Policía no lo ha podido vincular directamente con las bocas de drogas que fueron cerradas.
La guerra tuvo uno de sus episodios más negros el domingo por la noche, cuando dos jóvenes de 26 y 25 años fueron asesinados a balazos en la puerta de la casa de un hombre que la Policía presume es familiar de Acuña. Esa es la quinta pieza del rompecabezas que la fiscal lleva armando. Sin embargo, la muerte de esos hombres y el ataque en el desfile de Carnaval son investigados como casos paralelos, porque hasta ahora la Fiscalía y la Policía no los ha podido vincular.


A pesar de que este lunes hubo tres allanamientos, uno de ellos a la casa donde fueron asesinados los dos jóvenes, la falta de pruebas y de testimonios hace que ambas investigaciones tengan sus trabas. La Policía incautó algunas sustancias en la casa donde se produjeron los homicidios, pero al ser analizadas comprobaron que no eran droga. También se encontró un revólver calibre 38, con la numeración que lo identifica borrada y algunas vainas y cartuchos de otros calibres. Por el momento, ninguno de esos elementos los acerca a los responsables de los homicidios y mucho menos del ataque a Acuña, para el que se están analizando cámaras de seguridad de la zona donde se realizó el corso.

La casa donde fueron asesinados los dos jóvenes está en el barrio La Filarmónica, a pocas cuadras del centro de Minas y cerca, a su vez, de la periferia de la ciudad. Los disparos se escucharon pero los vecinos prefieren no revivirlo con su testimonio. "Yo te podría contar quiénes son las familias, qué hacen, a quién le venden droga, pero ¿qué gano con eso?", dice uno de ellos a El Observador y pide no ser nombrado. Otro ni siquiera emite sonido. Hace gestos con las manos, se muerde los labios como para no hablar y finalmente exclama: "Yo de eso no hablo ni loco. No puedo decir nada".
En 2016 se realizaron dos operativos para cerrar bocas de drogas, en 2017 se recolectó información y entre fines de ese año y lo que va de este, se cerraron cinco bocas. La última fue el mismo día que atacaron a Acuña.
La casa de Acuña era roja hace unos días y ahora es de un verde brillante. Está ubicada en el corazón de La Filarmónica, en una zona alta, y dista mucho de ser una mansión. Los investigadores dicen que con lo que sí ostenta es con sus autos. Por ahí suele pasar el jefe de Policía de Lavalleja, Eduardo Martínez, quien hace un año está en el cargo y asegura que pueden transitar con total tranquilidad por esa zona de Minas, pese a la lucha entre familias enfrentadas.

Los vecinos no lo niegan. De todos modos agregan un factor más a la supuesta tranquilidad del barrio, que queda en pausa cuando los Virches y los Acuña vuelven a dar pelea: según cuentan algunos de ellos a El Observador, Martín Acuña es visto como quien protege la zona. "Muchos dicen que es muy bueno, que hace mucho por este lugar", dice otro vecino que tampoco quiere ser nombrado. A los pocos segundos, su esposa le retruca: "Bueno, pero ya sabemos que con los asesinatos del otro día esto va a seguir".

La caída de los Virches

Dos hermanos Virches fueron asesinados en diciembre de 2014, uno de ellos cuando volvía del sepelio del otro. Por esos casos, dos hombres fueron procesados con prisión como coautores y otro hombre estaba requerido. Fue asesinado meses después de varios disparos en Toledo, Montevideo.

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