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Respaldos que lo llevaron a ser el ministro con más tiempo al frente de una secretaría de Estado en las administraciones frenteamplistas y cuestionamientos que le atribuyeron a su gestión en el Ministerio del Interior el epíteto de ser una de las peores de la historia. La trayectoria política de Eduardo Bonomi estuvo acompañada de los matices del elogio y de la crítica. Y la vida misma del dirigente tuvo eso de las gamas y las distintas facetas. De los matices, al fin.
La madrugada de este domingo le puso punto final a la existencia de Bonomi, que a sus 73 años murió producto de un paro cardiorrespiratorio en su casa de Parque del Plata. Atrás dejó una vida donde, además de ser una de las principales figuras políticas del Frente Amplio y en particular del Movimiento de Participación Popular (MPP), fue futbolista, militante, escritor, hombre preso y hasta cura por unas horas pese a ser ateo. Ministro y legislador, también. Esposo de Susana Pereyra y "un gran compañero", según alguno de sus allegados.
Bonomi nació el 14 de octubre de 1948 en Montevideo y creció en las calles de Punta Gorda. Estudió en la escuela 81 y en el liceo de Malvín, pero a medida que fueron pasando los años su prioridad se fue corriendo cada vez más hacia la pelota de fútbol.
Durante su infancia y juventud jugó en diferentes equipos y adentro de la cancha también tuvo eso de las vicisitudes: fue golero, luego volante central y también carrilero. El punto cúlmine de su éxito deportivo se dio cuando llegó a integrar el plantel de primera división de Wanderers, club por el que siempre conservó un cariño especial pese a ser hincha de Nacional. El fútbol era una de sus grandes pasiones pero también tenía otras y una de ellas era la pesca.
Empezó a estudiar en la Facultad de Veterinaria de la Universidad de la República en 1969, a pocos meses del asesinato de Líber Arce y mientras la agitación política y social del Uruguay se acrecentaban cada vez más. La muerte a mano de dos policías de aquel estudiante de odontología que protestaba en reclamo de la gratuidad del boleto estudiantil fue una de las claves para que pensara en integrarse al Movimiento de Liberación Nacional (MLN). Y así lo hizo al año siguiente.
Cuando cursaba el cuarto año de Veterinaria y ya un tiempo después de haber abandonado el fútbol, El Bicho, como le decían sus allegados, fue detenido por el Ejército Nacional y cayó preso. Era 1972 y todavía faltaba un tiempo para que cayeran las instituciones democráticas y se consumara finalmente el golpe de Estado encabezado por el presidente Juan María Bordaberry.
Estuvo recluido durante seis meses en el Batallón 13 de Infantería y luego fue trasladado al Penal de Libertad, donde permaneció tras las rejas hasta que terminó la dictadura en 1985.
En aquel primer sitio tras las rejas también estaba Román Lezama, un cura jesuita que celebraba la misa y a la que Bonomi asistía pese a no creer en Dios porque más allá de las creencias, era un espacio para el encuentro, que le ayudaba a los presos a reflexionar sobre las situaciones que vivían durante la semana. Cuando el cura fue trasladado, Bonomi pidió que ese espacio no se perdiera, pero el sacerdote alegó no poder hacerlo y le propuso que fuera él quien presidiera esas instancias de allí en más.
— Román, ¡pero yo soy ateo! —le contestó Bonomi a aquella idea extraña.
— Vos no sabés los caminos que elige el Señor —dijo Lezama, según un diálogo relatado por el propio Bonomi y capturado en un video difundido por La Onda digital.
Y lo convenció. El cura le dio una Biblia y le explicó cómo tenía que hacerlo. Bonomi había aceptado hasta que un día, mientras preparaba qué decir en una de las celebraciones, ingresaron "a patadas" a su celda para interrogarlo. Luego de esa experiencia, que significó el final del breve capítulo religioso de su vida, el improvisado cura pidió para hablar con el sacerdote y le dijo: "Yo no sé cuáles son los caminos del Señor, pero que yo diera la misa seguro no lo eligió", contó entre risas sobre esa experiencia.
La de cura no fue la única faceta que Bonomi desarrolló en la cárcel porque también cuando estaba recluido empezó a escribir con mayor frecuencia. En el lápiz y en el papel, sin embargo, le fue mejor que en la piel de sacerdote. O al menos esa dimensión lo acompañó durante más tiempo y este domingo fue señalada por algunos compañeros del Frente Amplio. Empezó a escribir a partir de 1976 e inspirados por los relatos de Juan José Morosoli, y por su ensayo La soledad y la creación literaria, redactó una novela que en diálogo con El Observador en 2020 definió como “malísima”.
Para el político, el problema era que “escribía con un componente de autocensura muy fuerte, para que no consideraran que era subversivo o ideológico lo que escribía". "Entonces no era totalmente natural, me contenía demasiado. Incluso a la vista de lo que fue me contenía hasta en exceso, podía haber tenido más libertad para escribir”, contó.
Cuando salió de la cárcel luego del retorno de la democracia, Bonomi retomó la militancia política y social. Una vez liberado trabajó de dos de sus grandes pasiones: la literatura, vendiendo libros, y la pesca, integrándose a la empresa Promopes en donde desempeñó diferentes tareas antes de pasar a integrar la cooperativa de trabajadores.
Junto a José Mujica y otros exguerrilleros del MLN fundó el MPP sobre fines de la década de 1980, y Bonomi fue uno de los principales artífices para que se diera la integración del flamante movimiento al Frente Amplio. A través de ese sector fue electo como diputado y como senador.
Cuando la coalición de izquierda obtuvo el gobierno en el año 2004, el entonces presidente electo Tabaré Vázquez pensó en Bonomi para que se integrara al gabinete como ministro del Interior. Sin embargo, el oncólogo cambió de idea y puso al político fallecido este domingo al frente del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
Según un relato en el libro Tabaré Vázquez. Compañero del poder, publicado en 2018 por Sergio Israel, la decisión del mandatario que asumiría en 2005 se dio luego de una charla con el dirigente del MPP. "El Bicho advirtió a Vázquez que había sido acusado de la muerte de dos policías durante su militancia en el MLN antes de la dictadura y que en uno de los casos era verdad. Fue entonces que Vázquez decidió que Díaz, que iba a ser ministro de Trabajo, se ocupara de Interior y Bonomi pasara a lidiar con empresarios y trabajadores, otro frente muy importante en un gobierno de izquierda", asegura un pasaje.
El caso en alusión era el de Leonardo Leoncino –que era jefe de la cárcel de Punta Carretas–, muerto en un enfrentamiento armado en la calle en junio de 1972, pero Bonomi desmintió su responsabilidad en una entrevista que le realizaron en 2019, si bien esa había sido una de las causas de su procesamiento.
Cuando el tema fue a juicio en 1977 su abogado le dijo que no negara la responsabilidad del crimen puesto que si llegaba a contradecir la versión no lo iban a soltar, explicó el ministro en una entrevista con Abran cancha de Del Sol. Terminada la dictadura, Bonomi fue llevado junto a otros compañeros frente a un tribunal por algunos delitos que la Ley de Amnistía no contemplaba y "como había gente que no había forma de sacárselos", decidieron asumir un compromiso de responsabilidad ante los hechos.
“Me siento políticamente responsable de todos los actos realizados por el MLN”, dijo entonces Bonomi ante los últimos interrogatorios. Lo repitió, una, dos y tres veces. Y allí, finalmente, no le preguntaron más. Según Bonomi, entonces, el relato permaneció incambiado.
El hombre "todoterreno", según lo definieron alguno de sus compañeros este domingo durante su velatorio, asumió al frente del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social el día que Vázquez se calzó la banda presidencial, y estuvo en ese cargo hasta 2009, cuando renunció para dedicarse de lleno a la campaña electoral y convertirse en el vocero del entonces candidato Mujica.
Bonomi era un hombre de extrema confianza del expresidente y por esa razón, cuando la figura exponente del MPP ganó el sillón de la Torre Ejecutiva, este lo designó al frente de una de las carteras más sensibles en todo gobierno, la misma que le había sido errante unos años atrás: la de la seguridad pública.
El Bicho estuvo al frente del Ministerio del Interior durante 10 años porque en el tercer período de gobierno frenteamplista fue ratificado en su cargo por el presidente Vázquez, y ese respaldo fue la contracara de las críticas que recibió.
Al frente de la seguridad encabezó una serie de transformaciones donde su principal mérito fue la profesionalización de la fuerza policial. "Salario, equipamientos, nocturnidad y reestructura interna fueron algunos de los avances en su período", resumió la presidenta del Sindicato de Funcionarios Policiales de Montevideo, Patricia Rodríguez, en su cuenta de Twitter este domingo, luego de que se conociera la noticia de la muerte del exministro.
El día que dejó su despacho en el edificio sobre la calle Mercedes, Bonomi le dijo a sus colaboradores más cercanos que la experiencia al frente de Interior había sido una "maravillosa peripecia". Sin embargo, los resultados no lo acompañaron y la seguridad fue uno de los flancos débiles de la administración frenteamplista, con números que en la gran mayoría de los indicadores no pararon de crecer.
El jerarca fue sistemáticamente cuestionado por la oposición y ostentó guarismos que estuvieron lejos de lo que Vázquez había prometido al asumir nuevamente como mandatario. Bonomi fue interpelado unas nueve veces como ministro del Interior por otras fuerzas políticas, que una y otra vez le reclamaron la renuncia y llegaron a calificar su gestión como una de las peores de la historia.
Al día de hoy incluso no son pocos los que atribuyen a la seguridad una cuota importante de la responsabilidad que llevó al Frente Amplio a perder el gobierno a manos de Luis Lacalle Pou en 2019.
La pasión por la escritura y sus desvelos por la delincuencia durante su gestión como ministro lo llevaron en 2017 a comenzar a escribir Código 79, una novela que finalmente vio la luz y a la posteridad fue el único hijo literario, además de los tres biológicos, del extinto dirigente y hasta hace pocas horas senador.
El libro fue escrito en aeropuertos y en aviones, en particular en un viaje a China donde el exministro pasó buena parte del tiempo volando a echar rienda suelta a su imaginación y a entrelazarla con parte de su experiencia personal. Lo mismo a la vuelta, y otra vez, cuando iba a Rusia. Bonomi mostró en Código 79 el juego entre ambos lados de la ley entre mediados de la década de 1990 y 2004 en un barrio montevideano, con alusiones a un eventual gobierno frenteamplista como signos de color.
Desde que dejó su lugar al frente de la seguridad pública, el ministro asumió su banca como senador de la República, donde incluso había tenido algún contrapunto con el ahora oficialismo por la gestión de la nueva cartera encabezada por Larrañaga primero y por Luis Alberto Heber después.
Este fin de semana, Bonomi había expresado que se sentía mal. "Como fatigado", contó Graciela Villar. El exministro estaba en un comité de base en Sayago en el marco de la campaña por el referéndum de la Ley de Urgente Consideración (LUC) y tenía dificultades para respirar. Pero nadie esperaba el desenlace. Un paro cardiorrespiratorio puso fin este domingo a la vida de un dirigente político cuya trayectoria estuvo cargada de vicisitudes.
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