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Modelos de desarrollo

Para enriquecer al Uruguay rápido debemos abandonar el atraso cambiario, el alto costo de la energía, el encierro económico y el alto costo del Estado
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05 de junio de 2021 a las 05:00

Por Luis Romero Álvarez (fms.com.uy), especial para El Observador

Ricardo Pascale –gran profesor de economía y finanzas, dos veces presidente del Banco Central del Uruguay (BCU) y extraordinario artista en madera– acaba de publicar un libro titulado Del freno al impulso que, a mi juicio, debería ser de lectura recomendada para parlamentarios, sindicalistas, empresarios y periodistas de opinión.

Allí se relata con rigor profesional qué le pasó a Uruguay (y todos sabemos/sentimos que le pasó algo malo en algún momento del siglo XX).

Luego Pascale avanza en busca de la solución aportando fundamentos sólidos y evidencia empírica indiscutible: hay que orientarse decididamente a la economía del conocimiento, fogonear la investigación y desarrollo y jugarse enteros a la innovación.

Hace unos 20 años escuché al gran contador Enrique Iglesias sostener algo en esa línea: los países que se deciden por la producción de materias primas están condenados a la mediocridad (palabra más, palabra menos).

Me queda muy clara la evidencia empírica que muestra una alta correlación entre la mayor generación de conocimiento y el mayor nivel de vida de esos países. No me queda claro si el mayor nivel de conocimientos genera el mejor nivel de vida o si sucede al revés.

En el fondo, los países se enriquecen primero y luego invierten más y más en investigación y desarrollo y es además lógico: un país que no llega a tener ingresos suficientes para curar a su gente, educarla bien y darle servicios públicos aceptables, ¿cómo va a invertir y con qué en crear nuevas patentes?

La respuesta se explica sola cuando miramos países extremadamente pobres: no hay cómo hacerlos invertir en conocimiento hasta que llegan a cierto nivel económico aceptable y la realidad es que no lo hacen, no porque sean bobos, sino porque no pueden.

En un caso como el de Uruguay, el camino es discutible y por eso la reflexión sobre el tema es apasionante.

Veamos: ¿Uruguay puede decidir lanzarse con todos sus recursos a expandir la economía del conocimiento? ¿Qué se necesitaría? Lo primero es una educación mejor y diferente de la actual para su población, esperando los años necesarios para procesar el cambio radical imprescindible y lograr impactos, y lo segundo es una inversión violenta en investigación, comprometiendo recursos pesados y a largo plazo en científicos, instalaciones, equipos y demás. ¿Qué lograríamos? Sin duda avances en conocimientos que generarían algún día retornos económicos significativos para el país. ¿Qué tan significativos? ¿Cuándo llegarían esos ingresos?

Mmm, silencio.

Mi visión es diferente y soy consciente que va a contracorriente de nuestros mejores pensadores. Es cierto que podemos y debemos hacer todo a la vez, pero la clave es la prioridad y el foco, que debe existir y alinear al país.

Hablando en parábolas: tenemos un país futbolero, que genera una selección nacional con potencial para ganar la copa del mundo pero con sus cracks jugando con los brazos atados (y antes, con cambios diferenciales, cuotas, precios fijados, también con los ojos vendados…) contra rivales que juegan libres, pero elegimos reorientar a la sociedad a jugar al ajedrez, porque los jugadores de ajedrez del mundo son más ricos que los jugadores de fútbol.

Uruguay está en las primeras posiciones mundiales como productor de conmodities. A diferencia del siglo XX, cuando los precios de las materias primas cayeron todo el siglo en términos reales, en el siglo XXI subirán. Como dicen los buenos sacerdotes hablando del camino hacia la santidad: es más lo que debemos abandonar que lo que debemos agregar.

Para enriquecer al Uruguay rápido debemos abandonar el atraso cambiario, el alto costo de la energía, el encierro económico y el alto costo del Estado.

Podemos multiplicar por 10 casi todas nuestras producciones (incluyendo minería y pesca) con lo que tenemos disponible, sólo hay que soltarle los brazos que el agro tiene atados para que nos duplique rápido el PBI per cápita, como Nueva Zelanda.

Luego, cuando seamos ricos, daremos el salto al conocimiento, bien financiados.

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