Nacional > ANÁLISIS - LEONARDO PEREYRA

Mujica, un candidato probable y temible al que la oposición suele subestimar

Blancos y colorados olvidan los puntos fuertes del expresidente
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14 de febrero de 2018 a las 05:00
Es probable que una de las peores caras de los partidos de la oposición sea la que muestran cuando sus dirigentes y militantes deben juzgar, y enfrentar, a José Mujica. Con sus idas y venidas, sus "como te digo una cosa te digo la otra", su gestión insípida y sus desbordes verbales, su pasado violento y su presente ambiguo, Mujica suele descolocar a sus rivales quienes, muchas veces, eligen el desprecio y, cuando no, el insulto para referirse al expresidente.

Es así que confunden pulcritud con limpieza, se vuelven reiterativos, se olvidan de la mayoría que lo llevó al gobierno en 2014 y de los números de las encuestas que hoy lo muestran como el político más popular de todos los que andan en la vuelta.
No alcanzan a mensurar la dimensión del fenómeno y, así, se exponen a perder, una vez más, contra el exguerrillero que ahora amenaza con presentarse nuevamente como candidato en las elecciones de 2019.

Luego de que, como ya es costumbre, Mujica negara una y otra vez esa posibilidad, el pasado jueves 8 el semanario Búsqueda informó que el líder del MPP no descarta pugnar por otros cinco años en el poder. Tras conocerse la nueva voltereta, en conversaciones privadas entre dirigentes de la oposición se evaluó que la candidatura de Mujica sería una buena noticia para los que quieren desplazar a la izquierda del gobierno.

Sostienen que el líder del MPP ofrece demasiados flancos abiertos como para errar el tiro. El affaire Pluna, los millones de dólares perdidos por ANCAP, y la polémica llegada al país de las familias sirias y los presos de Guantánamo son solo algunos de los desatinos que se le imputan a Mujica. En el propio Frente Amplio hay quienes temen que, dada la resistencia que recoge en una parte del electorado, una candidatura del expresidente ponga en riesgo la posibilidad de que la izquierda acceda a un cuarto gobierno.

Unos y otros dicen que los 85 años de Mujica son excesivos y que, esto ya es muy discutible, esa entelequia denominada "gente" está reclamando una renovación del elenco político.
Todas esas evaluaciones pueden ser acertadan, pero son ciertamente incompletas.

Con respecto a los supuestos anhelos juveniles de los votantes, es necesario recordar que los últimos presidentes electos por los uruguayos (Jorge Batlle, Tabaré Vázquez dos veces y el propio Mujica) no se cocían al primer hervor cuando se pusieron la banda celeste y blanca.
Acerca del innegable rechazo que Mujica recoge en un sector de la sociedad uruguaya, es probable que la inmensa mayoría de quienes integran esa población jamás vote al Frente Amplio sea cual sea su candidato.

En cambio, el líder del MPP ha sabido como pocos conectar con los sectores pobres de la sociedad, y particularmente con los marginados. En los ranchos de lata de la periferia montevideana – allí dónde a los encuestadores se les hace difícil entrar- abundan las desteñidas banderas de plástico del MPP.
La prédica de Mujica se ha hecho carne también entre el lumpenaje que años atrás le daba respaldo a la derecha colorada.

Como si hablara de un familiar más, la madre del delincuente apodado Pato Feo clamó en octubre pasado por la libertad de su hijo detenido por la policía y lo hizo así: "Mi Pepe tiene que saber lo que está pasando", dijo ante las cámaras de la televisión desde su casa del barrio Cadorna.

Por otro lado, y por razones que no viene a cuento rastrear, Mujica tiene una popularidad inmensa en el extranjero desde donde es halagado por gente poderosa e influyente -políticos, artistas, empresarios y demás-. Cierto es que esa gente no vota en Uruguay, pero uno puede imaginárselos aterrizando en el aeropuerto de Carrasco o copando las redes sociales en los días más arduos de la campaña electoral para darle un empujón, y un baño de credibilidad, a su admirado exguerrillero.

La candidatura presidencial de un hombre de 85 años al que le cruje la carrocería, no parece ser, en principio, una buena noticia. Pero, como ya fue dicho, los afanes renovadores en un país etariamente envejecido son, cuanto menos, sospechosos. Y, por ahora, a sus rivales la popularidad no les sobra.
Si la economía acompaña un poco y la oposición continúa desnorteada, puede que Mujica solo necesite de un poco de buena salud y algunos años más de vida para volver a la presidencia de la república.

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