Si alguien tiene dudas de por qué Argentina está a punto de llegar a su noveno default, basta seguir la conducción del gobierno del presidente de Alberto Fernández durante la pandemia. Su cuarentena forzada llega este sábado 20 a los 90 días, con algunas idas y vueltas, y amenaza seguir hasta el 15 de setiembre, es decir, unos seis meses. Sería una récord digno del libro Guinness. Lo más trágico es que con un encierro tan largo, que ha derrumbado la economía (más de lo que ya estaba) y alterado la salud mental de muchas personas obligadas a permanecer recluidas en sus hogares, no ha logrado aplanar la curva de contagio. Apenas se reabrió limitadamente la circulación peatonal para hacer actividad física y dar una vuelta a la manzana con la mascota, el número de casos se disparó nuevamente. ¿De qué sirvió la dichosa cuarentena forzada, que muchos atribuyen más a motivos políticos que sanitarios? Apenas se vio la nueva curva de contagio, el presidente dijo: “Querían salir a correr, a abrir comercios, acá están las consecuencias”. Ahora para salir a correr se les pedirá a los corredores su documento de identidad y un día correrán los que terminan en par y otro los que terminan en impar. Un gran control ciudadano en lugar de haber hecho los testeos oportunos y preparar la estructura sanitaria durante el tiempo de cuarentena. Parece que la cuarentena forzada fuera algo natural.
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