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Cómo vivían los vecinos de Palmar y Cassinoni desde que el Macumbero llegó al Cordón

Un narco caminaba con cadenas de oro y vivía gratis en el apartamento de un adicto en Cordón, pero no integraba ninguna banda
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22 de octubre de 2018 a las 16:12

Una mujer delgada, de pelo rubio y atado en una colita, estaba sentada en la entrada de un edificio hablando consigo misma y hamacándose. A pocos metros de allí, en el zócalo de la puerta del consultorio de podología que está en la esquina de Palmar y Cassinoni, en el barrio Cordón, hay un orificio de bala, y el proyectil –disparado hace algunas semanas– todavía está incrustado.

Esa cuadra estaba bajo la influencia de un narcotraficante desde hacía al menos tres meses, apodado “El Macumbero”; un hombre de 23 años que fue detenido este domingo de tarde junto a otros 10 adultos -dos mujeres incluidas-, en un operativo policial que hizo allanamientos en tres viviendas a pocas cuadras a la redonda.

Uno de los inmuebles en los que entraron los uniformados fue un edificio de ladrillos de nombre Iberia. El Ministerio del Interior sabía, luego de semanas de tareas de inteligencia, que en el apartamento 304 se alojaba el Macumbero. Pero el delincuente no había vivido siempre allí, recuerdan los vecinos: se había mudado a esa casa a fines de julio, cuando falleció el propietario y quedó su hijo, un adicto a las drogas de 35 años que invitó al narco a vivir con él.

“Se vestía con gorro, championes y andaba con una cadena de oro, pero no sabíamos que lo llamaban así”, contó una comerciante que trabaja en la cuadra, debajo del edificio, desde hace 31 años. “Era como el dueño de la casa, andaba con llave, entraba, salía, e incluso les daba las llaves a los pastabaseros”, dijo. 

Entre Bulevar Artigas y Cassinoni hay cinco comercios: una peluquería, un Starbucks, dos ópticas y una confitería. Y en frente está el hospital de la Asociación Española, con el doble puente que cruza hasta el edificio anexo, lindero con el edificio Iberia.

En la puerta de la peluquería, sobre las 11.40 de este lunes, un grupo de cinco vecinos conversaba, pero se disipó de inmediato ante la consulta sobre lo ocurrido la tarde anterior. La fiscal de Estupefacientes, Mónica Ferrero, a cargo del caso, les dijo que no hicieran declaraciones hasta que se resolviera la investigación.

Y de hecho, según informó la cartera de seguridad, el narcotráfico generó en el barrio una "altísima hostilidad para los vecinos” que provocó que quedaran “atemorizados por ese entorno", y todavía lo están. Solo tendrán “tranquilidad” –dijo uno de ellos–, si tuvieran la seguridad de que los delincuentes no volverán.

La propietaria del comercio agregó que no se siente segura porque desde que llegó esta mañana ya vio “a cuatro” sujetos que los vecinos identifican como narcos. Mientras conversaba, la mujer señaló a uno de ellos: caminaba a paso ligero y llevaba una chaqueta beige, pantalón oscuro, el pelo corto en los costados.

Sin banda

Ferrero dijo a El Observador que este lunes solicitó la detención de otro hombre, por lo que ahora son 11 los indagados por las autoridades. Pero como la fiscal aún no pudo interrogar a ninguno, solicitó a la Justicia una prórroga de 24 horas para la detención, el plazo máximo que, por Constitución, puede estar detenida una persona.

En el edificio Iberia, los policías incautaron el domingo dos pistolas, nueve celulares, un “envoltorio con sustancia vegetal” y $ 4.425. En el apartamento 304 estaban el Macumbero –con antecedentes penales por usurpación de vivienda– y su amigo, ambos llevados a la Fiscalía.

La investigación se ejecutó luego de que un grupo de vecinos de la cuadra denunciara lo que sucedía, alentados por los operativos policiales contra el narcotráfico que se desplegaron desde fines del año pasado en Casavalle, Jardines del Hipódromo y Villa Española, también motivados por denuncias vecinales. En Casavalle, por ejemplo, el control narco llevó a que al menos 110 familias fueran extorsionada y desplazadas de sus hogares durante 2017, para utilizar sus casas como bases de operaciones.

En el Cordón la situación no llegó a ese extremo, pero ocurrió que “la confianza de los vecinos ha ido creciendo al punto de animarse a denunciar nuevas situaciones padecidas”, según informó la cartera en un comunicado este lunes.

Y Augusto Never, encargado de la Confitería Barbacoa –en Palmar y Cassinoni desde hace 12 años– dijo que sabía que algunos estaban "muy cansados”, y que ellos también. En los últimos seis meses, dijo, el comercio redujo las ventas por un contexto que cada vez fue más “complicado”.

”Muchos se metían con la gente, de vivos, y sobre todo con personas mayores: les pedían plata y algunos hasta nos robaban”, contó Never, detrás de la repisa de las tartas. “Acá trabajan muchas mujeres, entonces cuando yo no estaba aprovechaban para pedirles agua y se robaban cosas, y de noche andaban a los balazos”.

Ante esa situación, la confitería decidió trancar las puertas y atender desde adentro a partir de las seis de la tarde y si entendían que el ambiente “no daba”, cerraban antes.

En la acera de enfrente, en donde está el local de podología con una bala en la puerta, las empleadas Carina Rodríguez y Laura Gómez contaron que los clientes dicen que “andan con miedo”, sobre todo a determinadas horas del día. Afuera, la mujer que hacía un rato estaba sentada, hamacándose con los brazos sobre sus hombros, ahora caminaba de un lado a otro y gritaba frases sin destinatario.

Macumba

Fuentes policiales dijeron a El Observador que el Macumbero -o "Macumba"- comercializaba “exclusivamente en la zona”, y que llamó la atención de las autoridades cómo logró extender sus negocios en un barrio de características céntricas. Sin embargo, no integraba una banda articulada y su accionar se limitaba a la venta local de estupefacientes.

El Macumbero mantenía un intenso enfrentamiento con una mujer -una de las dos capturadas el domingo- con quien hasta hace cuatro meses formaba pareja. Desde entonces, hubo varias amenazas de muerte y fuego cruzados. 

El jueves 13 de setiembre, por ejemplo, la ventana del apartamento 304 recibió cinco balas disparadas por un hombre desde una moto. Lo mismo ocurrió el domingo siguiente, el sábado 22 y el domingo 23.

Vecinos de la manzana aseguraron que la muerte de Jonathan Larrosa, un cuidacoches de la zona de 27 años que fue asesinado mientras dormía dentro de un auto, probablemente fue por error, porque suponen que la víctima buscada era el Macumbero, quien le había pedido a Larrosa que le cuidara su coche.

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