Nacional > Inequidades en la elite
Para cuatro de cada diez políticos uruguayos la experiencia de los varones está sobrevalorada
Antes de la última elección, la mayoría de los uruguayos decía que le gustaría una mujer presidenta en el corto plazo. Pero, tras la conformación del nuevo gobierno, del nuevo Parlamento, de las intendencias y municipios, en Uruguay ellas cuentan con menos puestos que en países como Bangladesh (donde se puede comprar a una niña por unos 1.500 dólares) o Marruecos (donde una mayoría sostiene que las mujeres deben soportar la violencia doméstica con tal de mantener la unidad familiar).
¿A qué se debe este divorcio entre el sentir de la opinión pública y el resultado en los hechos?
Para cuatro de cada diez políticos (y políticas) “se sobrevalora la trayectoria y experiencia de los hombres en la política”. Para una proporción similar “las mujeres abandonan o retrasan su militancia política porque tienen más cargas domésticas y de cuidados”, o “en los puestos de mayor jerarquía en el estado se seleccionan más hombres que mujeres”.
Estos son algunos de los resultados de un estudio sobre las desigualdades de género en la cúspide de la política uruguaya que presentaron este martes, en el marco del Congreso de Sociología, los sociólogos Miguel Serna y Eduardo Bottinelli de la Universidad de la República.
Los investigadores entrevistaron a la quinta parte de los 1.093 políticos que conforman el espectro de poder de la política nacional. La inmensa mayoría (78%) de esos entrevistados respondió que la equidad de género está progresando en el país, aunque también la mayoría (87%) reconoció que los varones alcanzan más puestos de poder que las mujeres.
¿Por qué? La mitad entiende que existen algunas barreras que condicionan el aterrizaje de la mujer (que es un poco más de la mitad de la población del país) en los puestos de decisión política. Pero detrás de ese porcentaje empieza a develarse una visión que también tiene corte de género.
Porque mientras “la percepción entre las mujeres es sistemáticamente más crítica (68% que sí hay techos de cristal)”, entre los políticos hombres no lo es tanto (40% considera que hay barreras que condicionan la representatividad femenina)”, dice el estudio.
Esa misma fricción entre la mirada masculina y femenina yace cuando se pregunta si persiste en la sociedad una cultura machista: el 73% de las mujeres políticas así lo entiende, pero cae al 52% entre sus pares varones.
Cuando se analiza el papel que cumplen los partidos e instituciones en favorecer o enlentecer el acceso de las mujeres al poder, también se ve el contrapunto de género. Mientras casi la mitad de las mujeres (49%) considera que se sobrevalora la trayectoria y experiencia de los hombres en la política, solo el 29% de los varones lo entiende así.
En esa misma línea, las políticas afirmativas (también conocidas como discriminación positiva) para el ingreso a puestos jerárquicos del Estado es mucho más valorada entre las políticas mujeres (38%) que entre los varones (20%).
Para ellas la contribución de los movimientos feministas es relevante en el tránsito hacia la equidad, para ellos no tanto. Para ellas la participación femenina en programas para la formación de cuadros dirigentes, para ellos no tanto. Y así.
En conclusión, dicen los sociólogos, existe un reconocimiento mayoritario de que hay inequidades en el acceso de las mujeres a los puestos decisorios en Uruguay, pero ellas ponen el énfasis en las diferencias socioculturales, la persistencia de la cultura machista y la división de los roles en los trabajos no remunerados.
