Suele decirse que al mundo lo mueve la competencia y que, la dinámica de la competencia, a su vez, deriva de la búsqueda de la satisfacción del autointerés. Puede ser. No veo por qué negar, además, que la competencia, en todos los ámbitos, obliga a la excelencia y constituye un estímulo formidable para la innovación. Sin embargo, narrar la historia a partir de la competencia implica olvidar otra dinámica igualmente decisiva. La cooperación es tan importante como la competencia. No hay manera de describir el mundo en el que nos toca vivir, ni la historia de la humanidad, sin tomar en cuenta ambas dinámicas.
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