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Peñarol intrascendencia: se ahogó en su falta de respuestas

El equipo de Diego López jugó un muy mal primer tiempo y en el complemento, con un hombre de más, nunca supo cómo ganarlo
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12 de mayo de 2019 a las 17:50

En un desmadre de escasísimo juego, con las pulsaciones a mil –eso sí–, se jugó un clásico histórico en el Estadio Campeón del Siglo.

Peñarol no supo mostrar las cualidades necesarias como para llevarse un clásico que lo tuvo en el segundo tiempo, cuando dispuso mayoría de hombres en la cancha.

Si bien alguien pudiera esperar que físicamente Peñarol haya sentido el esfuerzo del partido ante Flamengo que se disputó el miércoles pasado y que en ese aspecto, Nacional llegaba un poco mejor –ya que la mayor parte de sus futbolistas descansaron por la Copa Libertadores ante Cerro Porteño el martes anterior–, el aspecto futbolístico del equipo de Diego López en la primera mitad fue pobrísimo.

Dejó hacer al rival, que se hizo de la cancha en la mayor parte de ese lapso y jugó muy mal, con todas sus líneas desconectadas, lo que es un peligro en cualquier partido y mucho más en uno de estas características.

Muchas ganas, mucha pierna fuerte, pero cero despliegue con pelota, cero en sociedades y en llegadas en profundidad.

Resulta casi insólito explicar que el primer tiro al arco de los aurinegros se dio recién a los 43 minutos –tras el gol de Nacional– cuando un remate de Cristian Lema le rebotó a Guillermo Cotugno cuando se metía. Instantes después llegó el empate cuando se terminaba esa primera mitad, que fue de Guzmán Corujo en contra, luego de un cabezazo de Fabricio Formiliano que dio en el palo.

De figuras ni hablar. Cristian “Cebolla” Rodríguez intentó infructuosamente distribuir el balón. Lo hizo con muchas imprecisiones, repitiendo algo de lo malo que mostró contra Flamengo el miércoles  por la Copa.

Rodrigo  Rojo, la sorpresa de Diego López, comenzó como volante abierto por izquierda, pero no se quedó en un lugar fijo y trató de buscar por todo el frente de ataque en los primeros minutos, en esos en los que al local no le salía nada y había regalado la pelota al rival.

Lo más claro futbolísticamente lo aportaba Agustín Canobbio, siendo el más incisivo, con desbordes y complicando a Matías Viña. Subió bastante, aportó lo que pudo, aunque casi nunca habilitó a Lucas Viatri ni a Gabriel Fernández. Un nuevo deja vu de lo que fue el miércoles contra Flamengo. Sobre el final de la primera parte, Canobbio debió haberse ido expulsado por doble amonestación tras una reacción ante Rodrigo Amaral, pero el juez Esteban Ostojich lo dejó en la cancha.

Quien sí lo sacó para el inicio del complemento fue Diego López porque se dio cuenta de que en cualquier momento lo iba a expulsar. Entró Fabián Estoyanoff con el peso de tener poco fútbol y de venir de un par de semanas de gripe que no lo dejaron entrenar bien. Además, el Lolo llegaba peleado con su fútbol y hasta con algunos hinchas que ya no le tienen paciencia.

Se esperaba otro partido de Peñarol en esa segunda mitad,  sobre todo, porque –una vez más– como ante Flamengo y otros rivales, tenía un hombre de más por la tonta expulsión a la que se expuso Gonzalo Bergessio.

A partir de allí sí se vio un equipo aurinegro con más desgaste, buscando más el arco de enfrente y tratando de encontrar algún  hueco en la defensa rival.

López siguió buscando variantes y le dio cabida a Gastón Rodríguez por Rojo. Allí pasó a Estoyanoff a la izquierda y dejó a Gastón a la derecha. Entonces se vio la más clara cuando en una contra, este se fue sin marca y cuando todos pensaban que iba a patear ante Luis Mejía, se la cedió al Toro Fernández quien adelantó la pelota perdiendo una gran chance.

La dupla Gargano-Cebolla se centró más en el juego, fue un poco más lo que se esperaba de ella. Claro, jugando con un hombre de más. Desde allí surgieron más contragolpes que pudieron darle el segundo a Peñarol, pero ni Gastón Rodríguez, ni Estoyanoff estaban claros.

Luis Mejía salvó notablemente su arco en otra llegada aurinegra luego de un pase notable de Giovanni González a Estoyanoff que definió fuerte. Así llegaba Peñarol. En cuentagotas, con algunos empujes individuales, pero no aprovechaba el hombre de más como debía. Un calco de lo que pasó ante Flamengo.

Tanto fue así que Guzmán Corujo se perdió un gol hecho en otra pelota quieta –como en el gol albo– y nuevamente muy mal marcado.

De a poco, sin mucho, Peñarol fue empujando nuevamente a su rival y transformando a Mejía en figura, como en un tiro libre de Lema faltando poco.

En esos minutos finales se pudo ver a un equipo aurinegro superior y Nacional aguantando como podía y como debía. Pero le faltó eficacia, entrar más en pared y menos con centros intrascendentes como los de Estoyanoff que siempre iban mal dirigidos.

Así se le escapó otro partido a Peñarol en el que tuvo todo para ganarlo, sobre todo, porque jugó un tiempo entero con un hombre de más, pero en el que el juego asociado y las profundidad ofensiva faltaron al Campeón del Siglo.

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