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Poliamor: ¿Cómo fue que llegó a las sobremesas y los hashtags uruguayos?

Datos, experiencias y conceptos para entender un poco más sobre este tipo de relaciones compartidas
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30 de septiembre de 2018 a las 05:00

Cuando el algoritmo lo marcó, entró a la conversación. No fue por una investigación periodística sobre el tema, por un estudio de alguna universidad perdida en algún estado del hemisferio norte o por una charla o debate específico que lo masificó de manera sorpresiva. No. Como síntoma propio de tiempos supeditados a las redes sociales, cuando el algoritmo de Twitter marcó que el poliamor era de lo que se estaba hablando, ahí pasó a ocupar, de verdad, las bocas y los teclados de la gente. 

Pero el poliamor no nació a partir de Twitter, tampoco de la situación amorosa de una famosa argentina que recorrió el Río de la Plata –Florencia Peña–, ni de su posterior mediatización. Pero como todo acontecimiento –relevante o no– que suceda del otro lado del charco, cruzó de orilla a orilla y terminó instalándose en las sobremesas locales –entre ellas, las de los almuerzos de este diario–. 

Por eso, a pesar de que la palabra ya había aparecido en podcasts, libros especializados, tertulias televisivas y artículos periodísticos –incluso en uno publicado en este mismo suplemento en abril de 2018–, el poliamor logró aferrarse a las conversaciones diarias con propiedad. Y como cualquier forma de comportamiento disruptiva que aparece de repente y remueve el suelo de una sociedad, generó chistes, memes, esperanzas, alegrías, falsas concepciones, prejuicios, intereses y comentarios. Y también generó muchas preguntas. Por ejemplo, las siguientes: ¿Qué es el poliamor? ¿Qué diferencia tiene con la poligamia? ¿Ser swinger tiene algo que ver? ¿El poliamor refiere exclusivamente al sexo o también incide en el plano afectivo? ¿Qué relación tiene con el feminismo? ¿Está bien el poliamor?

Buscando en la web, el primer puerto con respuestas es, obviamente, Wikipedia. La mayor enciclopedia abierta –afortunada coincidencia– presenta esta definición: “El poliamor es un neologismo que significa tener más de una relación íntima, amorosa, sexual y duradera de manera simultánea con varias personas, con el pleno consentimiento y conocimiento de todos los amores involucrados”. 

En los papeles, parece muy claro. Sin embargo, y como demuestran varias fuentes a lo largo y ancho del ciberespacio, por fuera de las definiciones más frías subyace la intención de emanciparse de las normas románticas, afectivas y sexuales instaladas desde tiempos antiguos, tiempos en los que la monogamia se posicionó como la regla principal y a partir de la que giró toda moralidad afectiva posterior. 

Así, por ejemplo, lo señala la socióloga e historiadora argentina Dora Barrancos en el medio argentino Revista Anfibia, que dedicó un extenso artículo al tema titulado “Un pañuelo que diga poliamor”.

En él afirma: “Cuando hablamos de poliamor hablamos de personas que consienten y tienen una vinculación abierta, como la de (Jean Paul) Sartre y Simone (de Beauvoir). Una pareja abierta dura mientras cada sujeto aguante la apertura. De todas maneras es un buen ejercicio siempre y cuando la libertad esté garantizada para ambos”. Para Barrancos el poliamor es parcialmente una contradicción, ya que la gente “busca ser monogámica, se empareja y cumple ritos” propios de esa práctica afectiva, pero al mismo tiempo pretende escapar de los mandatos románticos preestablecidos.

Y si bien la presencia del poliamor surgió con especial fuerza en las últimas semanas, el psicólogo especializado en relaciones Álvaro Alcuri asegura que se trata de una moda vieja que cada tanto aparece con etiquetas modernas.

“Haríamos muy mal en tomarnos en serio este nombre, como si fuera algo que designara algo desde la academia. Es una moda, una etiqueta, como tantas otras que surgen en distintos momentos de la historia. Hablar de infidelidad, de amor libre, de parejas abiertas, de poliamor es algo que está presente desde los años 60”, comentó.

Hace años, entonces, que se habla de poliamor sin llamarlo poliamor. Las libertades románticas y la posibilidad de practicar el amor sin ataduras es algo que la contracultura hippie, por ejemplo, adoptó como uno de sus principales postulados. Pero incluso antes en Uruguay, el poeta, ensayista y diplomático Roberto de las Carreras (1873-1963) hablaba de ello en el libro Amor libre, recientemente editado por Criatura Editorial. El autor –figura de la generación del Novecientos– cuestiona allí al matrimonio como construcción impuesta, apunta a la importancia del placer femenino y desarma las restricciones a la hora de elegir el número de personas que formarán parte de la pareja. Y todo en 1902.

Pero Alcuri asegura que el resurgimiento de estas cuestiones funciona como una respuesta al narcisismo y al consumo exacerbado que impera en la sociedad desde hace unos 40 años. Como dijo, “el poliamor tiene poco de amor y mucho de consumo”. Y añadió: “En estructuras contemporáneas se apunta a estar con otros básicamente para la satisfacción propia. Doy poco y quiero recibir mucho. En ese marco, el poliamor funciona como una especie de consumo de las relaciones con otros”. 

Sin embargo, existen casos de relaciones poliamorosas exitosas. Personas que, olvidándose de las etiquetas y abriéndose a las posibilidades afectivas que los hacen más felices, descubren otra forma de relacionarse. Uno de esos casos es la escritora y periodista peruana Gabriela Wiener.

Experiencias múltiples

La hija de Wiener está cansada de explicar en el colegio por qué su mamá tiene un marido y una mujer. También de aclarar que su hermano no es el hijo de la novia de su papá. Y que no, no son un trío. Son una familia que vive bajo las directrices del poliamor.

Wiener vive desde hace unos cuantos años junto a cuatro personas: su marido, su mujer y sus dos hijos. Todos conviven en una casa que tiene una cama de cinco plazas y varios cuartos para desperdigarse cuando las cosas se tensan entre los tres adultos. La mujer de 43 años, que ha escrito varios libros sobre el tema y que se ha cansado de contar su historia en episodios de podcasts, entrevistas y programas de televisión, cuenta en varias notas publicadas por medios del mundo que prefieren prescindir de las etiquetas, así como prefirieron prescindir de las fronteras románticas dictadas por otros y encarar su propia historia de amor.  

“La primera señal de que estamos ante una disidencia es que muy pronto alguien la convertirá en moda. Las relaciones que se establecen fuera de la monogamia no han sido la excepción”, escribió Wiener en una columna para El País de Madrid. “Para ellas existe un buen ramillete de etiquetas: ‘tríos’, ‘poliamor’, las resucitadas ‘relaciones abiertas’ y hasta las ‘anárquicas’. El abuso de las etiquetas y las modas aplicadas a los vínculos afectivos suelen ser peligrosas. Un amigo escritor decía que poliamor le sonaba a ‘polígono industrial. ¿Por qué todo lo que tiene que ver con este tema me huele a lugares destartalados y tristes?’”, reflexionó.

Como Wiener, otras personas también adoptaron al poliamor como forma de vida y lo contaron en medios internacionales. Es el caso de Anita Cassidy, que en una columna para The Guardian examina su historia poliamorosa como una respuesta al “encierro” que sentía dentro de su relación monogámica. “Me convencí de que las relaciones tradicionales son como un vacío. Te encontrás con alguien, es sorprendente y raro, y luego lo bloqueás; cerrás las ventanas y las puertas e intentás desesperadamente guardar todo para vos. Y el aire se vuelve agrio porque no hay oxígeno. Podés cometer un error sexual de improviso porque estás ansiando cualquier tipo de contacto. ¿Por qué no vivir en un mundo donde podés tener espacio para una nueva conexión, para otra chispa?”, escribió.

Aún a pesar de que la mayoría de las experiencias parecen ser positivas, Wiener y otros “poliamorosos” han dejado claro también que en ese régimen afectivo el estigma está a la orden del día. Carry Jenkins, profesor de filosofía en la Universidad de Columbia Británica, explicó algunos de los miedos de quienes tienen este tipo de relaciones a la revista Time. “Muchas veces temen perder sus trabajos si se conoce su estilo de vida, o temen no conseguirlos, o perder el respeto de sus familiares y amigos. Incluso de que los aparten de sus hijos”, afirma. Carry Jenkins sabe de lo que habla: el tuvo su propia relación poliamorosa.

La serie Big Love retrató una familia poligámica

El poliamor está en el aire

Si bien no existen números locales –o al menos cercanos– y específicos respecto a cuantas personas vivieron o viven el poliamor –es un dato demasiado complejo de agregar, entre otras dificultades–, sí hay números extranjeros a los que se puede echar mano y al menos tener una idea de la incidencia de este tipo de opciones afectivas en el mundo. Por ejemplo, un estudio publicado en  Journal of  Sex & Marital Therapy estableció que en 2016 en EEUU una de cada cinco personas tuvo algún tipo de relación poliamorosa consensuada. 

Por este lado del mundo, entonces, el poliamor está en el aire, y no precisamente porque se esté proliferando en primavera. Si uno busca en la web, aparecerán varias notas recientes. Si indaga en las redes sociales, se encontrará con comentarios que establecen que es “un blanqueo de los cuernos” o una “infidelidad aceptada”. También otros que lo festejan como una conquista más de las libertades individuales. Y en las sobremesas, al menos por algunas semanas, alguien seguirá preguntando qué es, que diferencia tiene con la poligamia y dirá, con cara de sorprendido, que sí, que un amigo suyo conoce a alguien que conoce a uno que está en una relación de ese tipo. Y que son felices o que no le funcionó o que entendió que no era para él o ella. Se seguirá comentando con sorpresa, entusiasmo, ironía o seriedad, hasta que alguien ponga sobre la mesa otro tema y el poliamor quede detrás de otras charlas, otros tuits y otras notas de prensa. Pero aún así, estará. Como lo estuvo incluso  antes de Gabriela Wiener, Álvaro Alcuri, Roberto de las Carreras, y Florencia Peña.

Glosario amoroso

Poliamor: En una relación poliamorosa hay tres o más vértices afectivos a través de los que se establecen necesidades y deberes. Es básicamente una relación como cualquier otra pero de a varios, en donde todos tienen consentimiento y conocimiento de la situación en la que viven (una infidelidad no es poliamor). No es necesario que exista contrato legal o social. Únicamente se necesita amor. Y sí, pocos celos. 

Monogamia: Es el modelo de relaciones sexo-afectivos que domina e impera en la sociedad contemporánea, pese a que no existen pruebas concretas de que esté avalada por aspectos biológicos del ser humano –es más, se ha demostrado lo contrario–. En la monogamia, una persona posee “exclusividad sexual” sobre su pareja y viceversa. Fue popularizada en el mundo occidental durante la expansión colonial de Europa.

Poligamia: A diferencia del poliamor, la poligamia requiere la existencia de un vínculo matrimonial o conyugal. En ella se permite que un individuo esté casado con varios y en general se trata de hombres que tienen varias esposas. Es una práctica propia de religiones orientales, como por ejemplo, el hinduismo. La contrapartida femenina –una mujer que está casada con varios hombres– se denomina poliandria.

Swinging: Denominado en español “intercambio de parejas”, esta práctica se limita a experimentar diferentes situaciones sexuales con otras parejas dispuestas a lo mismo. No necesariamente debe existir un vínculo afectivo entre ellas, y son en general encuentros esporádicos. 

 

El poliamor en la ficción. El amor libre es parte de la ficción hace tiempo. Algunos ejemplos populares, son la saga sueca Millennium –en la que Erika Berger tiene una relación con Mikael Blomkvist y su marido–, en la serie de HBO Big Love –un caso de poligamia entre un hombre y tres mujeres– y la serie de Netflix BoJack Horseman –su hija natural tiene ocho padres adoptivos–. 
En BoJack Horseman hay una familia con ocho padres
Para ver. En Netflix se encuentra la serie documental En pocas palabras, producido por Vox. Uno de sus capítulos está dedicado a la historia de la monogamia y explica por  qué, biológicamente, los seres humanos no están preparados para permanecer toda la vida bajo ese sistema.

 

Para escuchar. Gabriela Wiener contó su historia en el podcast chileno Las Raras Podcast, que se puede escuchar en su sitio web y en Spotify bajo el título La cama del poliamor.

 

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