Opinión > Análisis/ Eduardo Blasina

Productores y gobierno a la mesa de trabajo lo antes posible, por favor

Si en lugar del diálogo, la lógica del enfrentamiento prevalece, seremos menos competitivos e indudablemente más pobres
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03 de febrero de 2018 a las 05:00
No hubiera imaginado sus gustos musicales. Me lo imaginaba más de Santiago Chalar. Pero resulta que la semana pasada me entero que es fan de Lennon. Me manda la imagen de su chacra agonizante bajo el solazo del primer día de febrero. "Esta es una foto del sorgo. Una sed horrible. Está muriendo". Estoy seguro, no irá a la ruta. Nunca pregunto qué votan mis amistades salvo que sean muy íntimas. Básicamente no me cambia en mi valoración de una persona lo que vote. Puesto a apostar supondría que ha venido votando al Frente Amplio. El sorgo se le muere, vote lo que vote. El alimento que planificó y en el que invirtió se convierte en hojas secas la próxima semana. Y presumiblemente venía en pleno ajuste de cinturón. ¿Cuánto le afectará perder sus cultivos?, me pregunto. No es lechero, no es arrocero, no es granjero. De las medidas anunciadas, nada le llegará.

Pero se le complicó para alimentar a sus ganados, debe ir pensando que la facturación que había planificado llegará después y el margen de 2018 será muy menor, y que bueno, eso le pasa por ser un terrateniente que trabaja al aire libre. Deberá pagar al día BPS y DGI, tal vez pida un crédito y pase a engrosar el componente deudas en el costo de los próximos años.

Rosendo también enfrenta a la sequía, pero en su caso seguramente su empresa no peligre. El campo natural baja los riesgos respecto a la agricultura. Eso sí, dejó su estrategia de ser un innovador nato, invertir permanentemente en perfeccionar su sistema de cría, recría y engorde. Avisará que ya no puede tener una estación experimental en su propio campo. Pasa a una etapa de estrategia de reducción de costos.

"Yo también acompaño", me dijo un productor de Aiguá. Que con sus 300 hectáreas el dinero cada vez rinde menos. Tiene sus ganaditos y sus ovejas, pero está cada vez más difícil. No recuerdo su nombre, no tengo idea qué ideología tiene, pero sé que no es bueno que se vaya por una mera coyuntura financiera. Cuando el dólar baja, cae lo que él puede cobrar por sus terneros y su lana. De nada le sirve que le digan que el Banco Central compra millones y millones. Si no se encuentra una vuelta, este hombre de cara curtida y años de experiencia cuidando sus animales se irá a aburrir a un barrio de San Carlos. ¿Quién vendrá atrás? ¿Un extranjero que irá una semana al año a andar a caballo? ¿Una forestal? ¿Un productor más grande de la zona que administrará unos potreros con una tapera? Me pregunto. Mientras él se aferra a su bandera uruguaya como a la esperanza para evitar el desarraigo en Durazno.

"Me voy", me dice Marcel, uno de los más destacados expertos en pasturas de Uruguay y yo quiero creer que es algún tipo de broma. Por un instante quiero aferrarme a que es una manera de decir, pero que no, no es literal. Pero parece que sí. "Luego de 11 años en el país me vuelvo a Australia. Más pensando en mis hijos que en mí. Me han generado una posición a medida de lo que vine a hacer en Uruguay. Soy uno más que se va y me llevo a los jóvenes conmigo". Y me viene a la memoria aquel lejano recuerdo de mi niñez cuando en la campaña de 1971 decían, hermano, no te vayas, ha nacido una esperanza.

"Mi sobrino, luego de 70 días de internación y habiendo sido trasplantado, falleció el viernes. Era productor lechero y las deudas lo rebasaron. Se volcó al alcohol, hizo una hepatitis alcohólica", me cuenta alguien cuyo nombre mantendré en reserva. Para él, las medidas llegarán tarde.
El ánimo se ha perdido y las respuestas del gobierno parecen ser confirmatorias de que es poco lo que puede esperarse. Qué vamos a hacerle, el dólar baja en todo el mundo, el Banco Central viene comprando millones y millones, apenas para dejarlo igual.

La otra línea de respuestas logra indignar los ánimos de los más calmos. "El problema es que pagan demasiado por la renta", como si debiéramos incumplir los contratos entre privados, llamar al dueño de la tierra y decirle que no le pagaremos lo acordado. Las rentas bajan como siempre que la situación va mal, pero es un precio poco flexible, solo ajusta al vencer un contrato.

Hasta ahora las respuestas del gobierno, más allá de un conjunto de medidas, están lejos de generar esperanza. Porque mientras unos sudan en la tierra y con suerte empatan, otros de traje y corbata van a la Ciudad Vieja, compran letras de Tesorería, multiplican su riqueza a cero riesgo. Y con esas ganancias comprarán luego los campos de productores fundidos, una vez que como se propone, la renta baje bien baja.

La movilización ciudadana de este enero no puede ser tomada como un enfrentamiento. Esto no es una guerra, ni siquiera un ajedrez. No es una escaramuza preelectoral ni un entrenamiento para un futuro balotaje. Es un rompecabezas para armar rápidamente. Es un alerta para corregir rumbos. La inversión se cae, el empleo privado se cae. La recaudación sube, pero los 2.000 millones (y pico) de déficit siguen. Es una oportunidad única de que las contradicciones campo/ciudad hagan una pausa.

Hay que generar un paquete que devuelva competitividad o al menos alivie esta presión tan fuerte del dólar a la baja. No estoy muy esperanzado en que el diálogo se encauze, en que movilizarse sin molestar a nadie, sin dejar una bolsa tirada, sin insultos ni consignas al grito vaya a dar resultado. Tal vez la sociedad uruguaya no está preparada para analizar veloz y profundamente los temas de competitividad. Tal vez no está preparada para pensar por fuera de las dicotomías gobierno/oposición, izquierda/derecha. Pero tal vez también surge una cultura del control ciudadano de los gastos estatales, de la evaluación periódica de las políticas sociales, de apostar a exportar cada vez más y celebrar siempre que a alguien le va bien.

Si en lugar del diálogo la lógica del enfrentamiento prevalece, seremos menos competitivos e indudablemente más pobres. Es urgente pensar la competitividad sector por sector y tomar medidas como para cruzar este trance difícil y evitar caer en los ciclos perversos del pasado. Productores y gobierno a la mesa de trabajo lo antes posible, por favor.

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