Prosur y la integración

La semana pasada a instancias del presidente de Chile, Sebastián Piñera, secundado por su par colombiano Iván Duque, se constituyó oficialmente un nuevo organismo regional: el Prosur.

El organismo que nació en el Palacio de la Moneda de Santiago tiene como finalidad “construir y consolidar un espacio regional de coordinación y cooperación, sin exclusiones, para avanzar hacia una integración más efectiva que nos permita contribuir al crecimiento, progreso y desarrollo de los países de América del Sur”.

El espacio “abordará de manera flexible y con carácter prioritario temas de integración en materia de infraestructura, energía, salud, defensa, seguridad y combate al crimen, prevención y manejo de desastres naturales”.

Los requisitos para participar son “la plena vigencia de la democracia, de los respectivos órdenes constitucionales, el respeto del principio de separación de los poderes del Estado, y la promoción, protección, respeto y garantía de los derechos humanos y las libertades fundamentales, así como la soberanía e integridad territorial de los Estados, con respeto al derecho internacional”.

Le asiste razón al presidente de la República, Tabaré Vázquez, cuando sostiene que “somos la región más integracionista del mundo, tenemos una enorme vocación de integración, pero es la más ineficiente. Superponemos un proceso a otro y a otro, ¿hasta cuándo?”, cuestionó.

Esa es la gran pregunta: hasta cuándo seguir superponiendo organismos burocráticos costosos e ineficientes que se rinden ante la evidencia de sus propios fracasos. Lo que no entiende el presidente Vázquez ni la cancillería uruguaya es que la realidad marca los procesos políticos y que en esa realidad Uruguay es un actor que debe estar en el escenario. 

Negarse a pertenecer a la Prosur cuestionando la motivación ideológica del mismo y seguir estando en la Unasur es un como un chiste de mal gusto que solo revela una vez más el nulo margen para la diplomacia elemental que caracteriza al último gobierno de Frente Amplio.

No es bueno para Uruguay quedar junto a Bolivia, Venezuela y Surinam atados a un organismo que pertenece al pasado de la fracasada era progresista en América Latina y no ser activos miembros de la nueva realidad, por más favores que se le deba a la dictadura de Caracas. Uruguay debería ser coherente y consciente de su realidad y papel en la región. No viene mal recordarle al vicecanciller Ariel Bergamino que los países tienen intereses, no amistades, en el terreno internacional. La evidencia del fracaso integracionista durante la era progresista –puentes cortados con la Argentina de los K, silencio del Brasil de Lula, trabas paraarancelarias para nuestro comercio, injusta suspensión de Paraguay del Mercosur, etcétera– debería servir como despertador para el gobierno del FA, que parece querer seguir durmiendo la siesta y no escuchar la realidad que golpea su puerta. Si no podemos estar en Prosur, deberíamos irnos de Unasur sin más tardanza. Y si vamos a estar en alguno, mejor estar en Prosur.