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13 de enero 2012 - 19:23hs

La melancolía y dulce tristeza de una Buenos Aires lluviosa. Un invierno porteño que funde al corazón, nudo de todas las distancias. Esta pieza de Astor Piazzolla (arreglo del guitarrista brasileño Sergio Assad) es uno de los mejores momentos del disco 11 thousand steps de la guitarrista uruguaya Magdalena Duhagon.

Suavidad, claridad y fluidez en la interpretación. Profundidad y misterio en la expresión. El disco emana calma. Otro momento destacable es Trittico Mondano (primera grabación), la obra para guitarra y viola del luthier uruguayo Eddie Matus (marido de la guitarrista).

Tiene el estilo de las producciones del sello Windham Hill.

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El disco se abre con Mirando pasar, una pequeña pieza que envuelve con la sensación de encanto y a la vez de abandono que se apodera de los enamorados. La viola llorosa de Matus, acompañada por la guitarra brumosa de Duhagon sigue con L’argine, que murmura los nombres amigos que hace mucho no se ven y de paisajes de tierras queridas que se añoran. Cualquiera que tenga un afecto lejos captará inmediatamente este sentimiento.

El tríptico se cierra con la ensoñante 11 thousand steps que juega con sutilísimos aires de folclore, tango y de la canción urbana (un brevísimo paseo por Strawberry fields). Una bella composición.

Para la joven guitarrista uruguaya “este disco tiene mucho que ver con la nostalgia y por eso las músicas que elegí me hacen recordar lo que yo llamo “casa” que no es un lugar físico, que es un lugar del corazón.” En Oblivion, de Piazzola, Duhagon interpreta un arreglo de su esposo: “Es una obra impresionante de 1982 y que fue la banda sonora de la película Henry IV. Tiene una atmósfera parecida a la de Invierno porteño. Mi marido la tocaba con su cuarteto de cuerdas y ahora integra mi repertorio.”

Diecisiete piezas que conforman el disco. Las mejores, las referidas arriba, se alternan con otras que no aportan gran originalidad guitarristica pero que siguen la línea de calma y nostalgia que impregna toda la producción. Taquito militar de Mariano Mores, El día que me quieras de Carlos Gardel, son ganchos comerciales aunque muy bellamente interpretados. La romántica Luiza de Antonio Carlos Jobim y Olvidando por milongón, (primera grabación) una pieza pícara y juguetona del compositor uruguayo Esteban Klisich son momentos muy interesantes también.

Un soplo de jazz aparece con Late one night del compositor y guitarrista estadounidense Frederic Hand. Hand publicó Jazz antigua, un proyecto experimental en que se versionan obras como la Cantigas de Santa María, y otras composiciones del renacimiento y del barroco dándoles una atmósfera jazzera. Late one night es una pieza perfecta para el cine o escenas de una serie de televisión de la década de 1970. En la versión de Duhagon recuerda en algo (aunque más lento y apaciguado) a Hearts and flowers de Bob Cornford en el disco My goals beyond de John McLaughlin.

Un toque muy latinoamericano lo aporta El marabino, “Este vals pertenece al compositor, arreglista y guitarrista venezolano Antonio Lauro. Dicen que usa las cuatro notas típicas del silbido que de la gente de Maracaibo cuando quieren llamarse la atención. Lauro lo compuso cuando estuvo en Maracaibo y está dedicado a los habitantes de Zulia. Es muy alegre y animado.” asegura la guitarrista.

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