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Pulseada feminista: en 2017 las mujeres dejaron huella en su lucha contra el patriarcado

Ganaron las calles, coparon los medios y forzaron varias leyes a su favor
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29 de diciembre de 2017 a las 19:20
Es sabida la discriminación padecida por las mujeres en la historia de un mundo en el que los hombres se acostumbraron a mandar en casi todas las civilizaciones antiguas y en esa invención llamada patria que, etimológicamente, no es otra cosa que la tierra paterna.

Hubo un tiempo en el que, puestos a enumerar mujeres poderosas o influyentes, apenas asomaba el nombre de Cleopatra, de Marie Curie o de las míticas amazonas.

Como mucho, se concedía que detrás de un hombre relevante siempre había una gran mujer que lo esperaba en casa cuando regresaba de trabajar, de gobernar, de elegir gobernantes, de ejercer de artista o de investigador.

"Tiene la inteligencia de un hombre y la sensibilidad de una mujer", decía el filósofo francésJean Paul Sartre acerca de su pareja y colega Simone de Beauvoir allá por la década del 30. Y era considerado un elogio.

Sin ir tan lejos en el tiempo ni en la distancia, basta con recordar que las uruguayas recién fueron habilitadas para votar en las elecciones de 1938 luego de que el primer batllismo las beneficiara con una batería de leyes que, entre otras cosas, les permitieron divorciarse por voluntad propia y tener licencia por maternidad.

En la segunda mitad del siglo XX y en lo que corre del siglo XXI, las mujeres en Uruguay y en el mundo han ido avanzando en derechos fundamentales ganados a fuerza de impulsos individuales, pero también empujadas por movimientos feministas organizados que, en uso de la nueva jerga del "todos y todas", buscan "empoderar" aún más al género femenino sin que los límites de esa lucha sean demasiado precisos.
"Tiene la inteligencia de un hombre y la sensibilidad de una mujer", decía el filósofo francésJean Paul Sartre acerca de su pareja y colega Simone de Beauvoir allá por la década del 30. Y era considerado un elogio.
Es así que, en este 2017 que se termina y en este país, los estímulos locales e internacionales volvieron a agitar una "agenda de derechos" que, con el correr de los meses, parió protestas, debates, leyes, y decisiones políticas que tuvieron a las mujeres como protagonistas en su lucha contra lo que denominan como el patriarcado.

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Victorias

Uno de los percutores de ese estado de cosas fue la marcha del 8 de marzo que celebró el Día Internacional de la Mujer, y juntó a casi tanta gente como la que se concentró en torno del Obelisco a los Constituyentes el 27 de noviembre de 1983 para protestar contra la dictadura militar. Durante la manifestación se escucharon varias de las reivindicaciones que poco más tarde fructificaron en leyes concretas.

También fueron lanzadas consignas radicales por un grupo menor del movimiento feminista (hubo reclamos de castraciones, invitaciones a prender fuego las iglesias y otras barbaridades por el estilo).

A partir de allí, el 2017 se abrió como una oportunidad para las mujeres más militantes, y los políticos apuraron el tranco en leyes que venían fracasando o avanzando a los tumbos. Fue así que una semana después de la marcha por 18 de Julio, el Senado aprobó la ley de cuota que confirmó un proceso iniciado en 2009 y que obliga a los partidos políticos a poner a una mujer por cada dos hombres en sus listas electorales.

En este 2017 que se termina y en este país, los estímulos locales e internacionales volvieron a agitar una "agenda de derechos" que, con el correr de los meses, parió protestas, debates, leyes, y decisiones políticas que tuvieron a las mujeres como protagonistas en su lucha contra lo que denominan como el patriarcado.

El voto parlamentario fue unánime aunque en algunos sectores consideraron injusta esa "discriminación positiva" y muchas mujeres argumentaron que preferían prosperar en la política por sus propios medios.

La cadena de asesinatos de mujeres en manos de sus parejas, exparejas y otros hombres de su cercanía desembocaron en protestas callejeras y en una nueva ley unánime en su aprobación parlamentaria pero polémica fuera de las paredes del Poder Legislativo.

Es así que en octubre fue votada la denominada "ley de femicidio" que establece penas más severas para aquellos crímenes que tengan a una mujer como víctima.

El consenso político estuvo lejos de las diferencias que surgieron en otros ámbitos de la sociedad en donde se consideró que la ley es, antes que nada, discriminatoria y, después, inservible.
"El amor ha sido el opio de las mujeres. Mientras nosotras amábamos, los hombres gobernaban" Kate Millet, escritora y feminista estadounidense

Pero la consigna "Ni una menos" se expandió en carteles callejeros, en los medios de comunicación y en las redes sociales y, una vez más, anidó en el Parlamento.

El 13 de diciembre la Cámara de Diputados terminó de aprobar una ley contra la violencia hacia las mujeres basada en género, que introduce el delito de abuso sexual como sustituto al atentado violento al pudor, y que suma agravantes para que los abusadores estén más tiempo presos.

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El batllismo y la izquierda

Desde aquel 27 de marzo de 1938 en el que las mujeres uruguayas pudieron votar por primera vez, la agenda de los derechos femeninos ha ido ganando o perdiendo hojas al influyo de tendencias internacionales y de decisiones políticas de entrecasa.

Y, en esa andadura, parece haber un hilo conductor entre aquel primer batllismo de José Batlle y Ordóñez, que fue pionero en darle más derechos a las mujeres, y este frenteamplismo que, entre otras cosas, legalizó el aborto y aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Hay quienes sostienen que la causa feminista se está yendo de madre y que ya no distingue entre un cándido e ineficaz piropo de un abuso sexual. Que todo se trata de una vulgar venganza de género de la que participan personas poco representativas de la mayoría de las mujeres y con mucho tiempo libre para militar por la causa.
Dos de las primeras legisladoras uruguayas electas en 1942 pertenecían al Partido Colorado (Sofía Alvarez y Magdalena Antonelli) y una al Partido Comunista (Julia Arévalo). Alba Roballo, colorada que luego participó de la fundación del Frente Amplio, se convirtió en la primera mujer ministra tras asumir la cartera de Cultura durante el gobierno de Jorge Pacheco Areco en 1968.

Casi cincuenta años después, el Partido Comunista puso en el Parlamento a la primera senadora transexual, Michelle Suárez. El evento histórico terminó tristemente. Suárez fue forzada a renunciar a su partido tras comprobarse que, en su rol de abogada, falsificó firmas para sacarle la patria potestad a un padre.

Por otra parte, si nos atenemos a la voluntad expresada por los líderes políticos más importantes, es muy probable que en las elecciones presidenciales de 2019 el país tenga por primera vez en su historia a una mujer en la fórmula ganadora.
Es sabida la discriminación padecida por las mujeres en la historia de un mundo en el que los hombres se acostumbraron a mandar en casi todas las civilizaciones antiguas y en esa invención llamada patria que, etimológicamente, no es otra cosa que la tierra paterna.
No obstante, hay quienes sostienen que la causa feminista se está yendo de madre y que ya no distingue entre un cándido e ineficaz piropo de un abuso sexual.

Que todo se trata de una vulgar venganza de género de la que participan personas poco representativas de la mayoría de las mujeres y con mucho tiempo libre para militar por la causa. Que la historia es pendular y que, si se la empuja groseramente, volverá con su peor cara.

Del otro lado, sostienen que las mujeres siguen siendo golpeadas física y emocionalmente por parte de un mundo pensado para beneficio masculino. Que se les paga menos que a los hombres por el mismo trabajo; que se ha avanzado un poco en la "igualdad de géneros"pero que no alcanza; que la lucha es justa y que lejos está de haber culminado.

Pero, más allá de diagnósticos y pronósticos, resulta evidente que en cantidad de palabras dichas, manifestaciones callejeras, espacios en los medios de comunicación y leyes consumadas y por consumar, en esta parte del mundo y en esta circunstancia, las feministas dejaron su sello.


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