En medio del horror desatado por el terremoto, socorristas que trabajaban este lunes entre los escombros de un edificio de cuatro plantas en Jindires, una localidad controlada desde 2018 por las fuerzas turcas y los grupos rebeldes proturcos, en el noroeste de Siria, hallaron a una bebé nacida poco después del sismo y que aún estaba unida a su madre muerta por el cordón umbilical.
En esta localidad cerca de la frontera con Turquía, los equipos de emergencia encontraron el lunes los cadáveres de su padre, Abdalá Mleihan, su madre, Aafra, sus tres hermanas, su hermano y su tía.
"Buscábamos a Abdalá y su familia –contó a AFP Khalil Sawadi, un familiar del hombre–. Encontramos los cadáveres todos juntos. Pero luego oímos un pequeño ruido y comenzamos a escarbar más entre los escombros. Cuando limpiábamos el lugar, encontramos a la pequeña, alabado sea Dios".
La bebé recién nacida estaba unida por el cordón umbilical a su madre. Sawadi contó que lo cortaron y un primo suyo trasladó a la beba al hospitalde la vecina ciudad de Afrin. Allí, la bebé fue puesta en una incubadora, se le realizó un chequeo de urgencia y se le administraron vitaminas.
El doctor que la atendió, Hani Maaruf, dijo a AFP que la recién nacida había llegado con los miembros entumecidos por el frío y su tensión había bajado. “Le hicimos los primeros auxilios y la pusimos bajo perfusión, porque había estado demasiado tiempo sin ser alimentada", explicó.
Maaruf señaló que, a pesar de las condiciones en las que se produjo el parto, el estado de salud de la beba es estable. "Probablemente nació siete horas después del sismo", dijo, e informó que la recién nacida pesa 3,175 kilos, lo que indica que nació en el tiempo previsto.
Las dificultades de las tareas de rescate hicieron que el equipo de socorristas tardara horas en poder retirar los escombros para extraer los cuerpos sin vida del resto de la familia. Como una imagen que pinta lo tremendo de la tragedia, y con más de cincuenta viviendas derrumbadas en esta localidad siria, los agruparon cerca de la casa de un familiar, cubiertos con sábanas, en espera de que se lleve a cabo el funeral.
Sawadi contó su historia a AFP: "Somos desplazados de Deir Ezzor, al este; Abdalá es mi primo y estoy casado con su hermana. Huimos de Deir Ezzor, creyendo que estaríamos seguros en Jindires. Pero entonces ocurrió este desastre”.
Según los Cascos Blancos, un servicio de emergencia que opera en las zonas rebeldes sirias, más de 200 edificios se derrumbaron en este sector. Por eso, este martes pidieron encarecidamente a las organizaciones internacionales que acudieran en ayuda de estas regiones. "El tiempo apremia. Cientos de personas están atrapadas entre los escombros", advirtieron.
Mientras tanto, algún milagro, como el de la beba salvada, siempre ocurre.
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