Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > ESTá EN Montevideo

Sabina: "Siempre quise llegar a los 69, que es el título de verdadero viejo verde"

El artista español regresó a Uruguay con canciones nuevas en las que acepta su vejez y se burla del mito generado por su figura
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14 de diciembre de 2017 a las 14:54

Joaquín Sabina se dio cuenta de que se está poniendo viejo. Y decidió cantar sobre eso, aunque no muchos músicos se atrevan a hacerlo, y lo hizo con una base rockera, para que "el veneno pase con vaselina".

El artista español regresó a Montevideo para presentar su último disco, Lo niego todo, en el que varias veces habla sobre su momento vital y que también se ríe del mito y el personaje que el público y los medios le han creado a lo largo de su trayectoria.

Lo niego todo se publica siete años después de su antecesor, y Sabina retorna a Uruguay luego de tres años, una ausencia relativamente prolongada para un artista que frecuenta ambas márgenes del Río de la Plata.

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Cerveza en una mano, boquilla en la otra. Sombrero claro, chaqueta de cuero, anillos y un colgante con calaveras ("una imitación de Keith Richards", según Sabina) fue la apariencia con la que el nativo de Úbeda se presentó en una rueda de prensa para hablar sobre su disco, el show que dará este sábado en el Estadio Centenario y su momento como artista.

Sabina solo compone cuando le llega la inspiración. Por lo general es de noche. Y por lo general la inspiración está con Serrat, dijo, seguido de una risa. Pero esa no fue la única razón por la que este nuevo disco se postergó.

"En los últimos años frecuenté más a poetas que a músicos, entonces mis últimos discos estaban muy literaturizados. Este año me pasó que tuve la idea de grabar con alguien externo, alguien más joven, como Leiva, que fue el productor y me empujó a escribir con la intensidad que tuve hasta el período de 19 días y 500 noches. Volví a tener la excitación de grabar un disco con toda el alma", afirmó, al respecto de su ausencia musical.

Sabina Lo niego todo

El disco está nombrado por una canción en la que Sabina reniega de su figura mitológica, del juglar del asfalto o del profeta del vicio, como lo han nombrado a lo largo de los años. "Es una autoparodia del estereotipo. Yo contribuí a esa caricatura del tipo que va con la botella de whisky, fumando un canuto y mirándoles los culos a las putas, que es muy excesiva. Yo nunca me escondí, siempre anduve por la noche, siempre escribiendo en bares, y así colabore. Pero eso hace 20 años que no lo hago, porque me hice más conocido, y ya no podía tomar en un bar o mirar un culo sin que ellas se dieran vuelta a mirarme a mí", explicó.

Sabina juzga que la única forma de hacerle justicia a su público es la de hacer buenas canciones, aunque siempre tiene el miedo de defraudarlos. "En Argentina y Uruguay tengo más gente que en ningún otro lado", comentó, y de hecho, según su sello discográfico, es Uruguay el país en el que vende más en proporción con la población del país. "El público uruguayo es fantástico, porque tiene el mismo cariño que el argentino pero sin la intensidad".

Abandonar los bares y recluirse en su casa ha sido uno de los precios a pagar por estar en un oficio tan complicado, y de lo que más le duele. "Yo no tengo fans, tengo cómplices, pero pueden ser gente muy desmesurada, se pueden convertir en pelotudos", comentó Sabina, que también destacó como supo "pisar el freno" a tiempo.

Eso lo dice en cuanto al consumo de drogas y alcohol. Sabina se detuvo, pero recuerda a los amigos que no y que murieron por el camino. En otra de las obras de Lo niego todo, Sabina relata que es un "superviviente, sí, maldita sea" en la canción Lágrimas de mármol. En los últimos años, resalta Sabina, murieron artistas fundamentales como Prince, Daniel Viglietti y Gustavo Cerati. A los 68 años, el español sabe que ya superó las edades de varios de ellos. Y espera, por lo menos, tener un año más. "Siempre quise llegar a los 69, que es el título de verdadero viejo verde", bromeó.

Sabina Lagrimas de Marmol

A pesar de los recuerdos y la autorreferencia, en el disco también hay lugar para la innovación. Si bien ya lo había utilizado en vivo, en ¿Qué estoy haciendo aquí?, Sabina recurre al reggae, un género que conoció cuando estalló en Londres en la década de 1970. En ese momento él residía en la capital británica, cerca de una discoteca jamaiquina. En Londres también aprendió a mirar al rock, el de los Rolling Stones y Bob Dylan, y agregó otra faceta clave a su música. "Hoy se pueden hacer cosas que no sean rock and roll, como Serrat, pero no se pueden escribir canciones ignorando su cauce", dijo.

Dos días de mudez, dormir mucho y llegar en la mejor condición al show es la preparación que Sabina tiene antes de sus espectáculos, como forma de no decepcionar a sus seguidores que siguen peregrinando a verlo en cada visita. Y a pesar de la vejez que va aceptando, su público sigue rejuveneciéndose.

"Ese es un gran misterio y un milagro para mí. Yo creo que no es mérito mío sino culpa de los cantantes jóvenes que pase eso. Entre los de 30 o 20 años no veo un Bob Dylan, un Leonard Cohen. Hay un déficit en la educación, en los medios de comunicación, en la digitalización que hace que nadie tenga tiempo de escuchar un disco tranquilo o de componer tranquilo. Mis canciones tienen eso: cada verso está cuidado como una gardenia. No se habla por hablar. Pero no sé por qué me pasa eso", confesó.

Sabina se presenta este sábado 16 en el Estadio Centenario, a partir de las 21 horas. Ya hay varios sectores agotados, pero se habilitó una nueva partida de entradas, disponibles en la red Abitab con precios que van desde $ 1.350 hasta $ 5.000.

Un homenaje en formato canción

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El cuarto track de Salvavidas de hielo, el álbum más reciente de Jorge Drexler, es Pongamos que hablo de Martínez, en el que el uruguayo narra la noche en que Sabina lo convenció de abandonar su vida previa y dedicarse completamente a la música. Esa canción, a la que el homenajeado consideró "brillante", es un guiño de parte de un artista sobre el que el español afirmó estar orgullosísimo. "Cuando lo convoqué él trabajaba de médico, tenía una familia. Y se vino a mi casa y pensé 'si esto sale mal alguien me va a matar'. Y por suerte salió bien. Demasiado bien".

Drexler fue telonero de Sabina en Montevideo. Como suele hacer, por nerviosismo, no vio su presentación, pero aceptó el consejo de uno de sus colaboradores, que le advirtió sobre la calidad del uruguayo. Lo llamó a su camarín y le pidió que tocara un tema, convencido de que lo iba a rechazar. Pero Drexler aceptó, y allí fue que Sabina lo convocó a viajar a España, lo que le dio el impulso final a su carrera.

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