Los decks con reposeras y sombrillas en la playa de Los Dedos.

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“Se han apoderado de la playa”: la eterna polémica por las sombrillas en Punta del Este

Varios veraneantes se quejan de la “excesiva” instalación de decks, camastros y sombrillas en las playas
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17 de enero de 2022 a las 05:00

Cada metro en la playa es un tesoro en la Parada 1 de la Mansa. En la vanguardia de la arena reposan las sombrillas y camastros de la Torre Gattas. A las 10 de la mañana de la segunda semana de enero, en plena ola de calor, solo la mitad están ocupadas. Sus compañeras de la derecha son del servicio que ofrece El Torreon. Si se camina un poco más, reposan las de Malecón II.

Es el horario más vacío del día. Una brisa alivia el insoportable calor y algunos veraneantes empiezan a bajar a la playa. Un señor de tapabocas llega con su silla en mano y antes de continuar, frena y mira. Hace un paneo con su cabeza buscando un lugar, y continúa hacia la orilla. Unos minutos más tarde encuentra un lugar para armar su campamento: casi arriba del agua.

El servicio de sombrillas y reposeras de Torre Gattas.

En uno de los huecos que quedan una mujer estira una carpa al viento y la coloca al lado de sus propias sillas. El espacio de esta playa parece reducirse cada vez más y ni siquiera es el horario más concurrido.

Las quejas de siempre

La escena se repite año tras año: multitudes en las playas y una pelea por las sombrillas. 

Pero para Franco es su primera experiencia. A unos días de haber empezado a trabajar en la playa, resalta que ha estado “repleto de gente” y que no le han faltado los reclamos para que moviera sombrillas “lo más alejado posible” del resto. 

Si bien remarca que en general no hay problemas, admite que ya le tocó vivir episodios como el de una persona que apenas bajó a la playa tiró los camastros sin ocupar y se sentó. 

En la playa Mansa se alquilan sombrillas por $500.

Fernando tiene más rodaje: lleva 34 años como vendedor independiente y ha vivido infinidad de situaciones como la de su colega.

“Siempre hay gente que anda peleada con la vida y tiene un espacio bien suficiente para hacer playa y se queja porque hay una sombrilla a 30 metros”, comenta a El Observador.

Una familia que baja a la playa con su propia sombrilla, disfruta en cambio de las bondades de no tener que pelear por un pedazo de sombra. 

Comentan que “siempre” encuentran lugar. Pero uno de ellos, el único hombre del círculo, abre un paréntesis: “En la Brava se han apoderado de la playa. Pusieron muchos decks”.

Una camioneta estacionada frente a la playa con varias reposeras y sillas.

Hace 30 años que pasan las vacaciones en Punta del Este. “No nos molesta, pero a veces están muy juntos”, reconoce una señora del grupo. Otra afirma que “siempre hay lugar”. “En la Brava se han apoderado de la playa. Pusieron muchos decks”, lamenta el único hombre del círculo.

Los decks de la Brava

Del lado opuesto a la Mansa, en la playa de Los Dedos, la voz de Berch Rupenian suena por los parlantes del parador. Hay más viento, más olas y también más público. Un camino de madera guía el camino hacia la playa. Ya en la arena descansan varios decks, la mayoría vacíos.  

Playa de Los Dedos.

Muy cerca de uno, Miguel y su esposa le esparcen protector solar a sus hijos. La familia viene de Entre Ríos a vacacionar en Punta del Este todos los años. “El año pasado no pudimos y fuimos a Brasil, pero no es lo mismo: ni el idioma, la comida…”, afirma la mujer.

El servicio de hoteles y edificios no les parece afectar mucho. “Nos parece un poco excesivo la cantidad de sombrillas y camas, pero no nos molestan”, confiesa Miguel.

A unos metros de ellos disfrutan del sol una señora y su hija. Vienen de Córdoba. La madre mira hacia los decks con un gesto de indiferencia. “Están vacíos. De mañana no molestan, pero de tarde se llena la playa y ocupan mucho espacio”, explica. “La gente que las alquila está rodeada de gente”, agrega.

Decks en la playa de Los Dedos.

Alejandro vive en Uruguay hace ocho meses y este es su primer año trabajando en temporada. Pero los pocos días que lleva también ya le alcanzan para afirmar que la gente es “compleja”. “Cuando hace calor, la gente quiere frío, y viceversa. La ola de calor no cambió nada el alquiler de los decks”, cuenta.

Estas estructuras de madera donde se colocan sombrillas y camastros se instalan hace años, explica el hombre de origen cubano: “Y se han puesto más”. En cuanto a los reclamos del público, Alejandro detalla que hay algunos que se aprovechan de la sombra que generan los decks y “hay que correrlos”. “La gente no entiende”, concluye.

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