En un año, una hectárea de pantano seco produce tanto dióxido de carbono como un coche que circulara 145.000 kilómetros

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Se resucitan pantanos, albuferas y marismas alemanes para combatir el calentamiento global

Se trata de ecosistemas que contienen el doble de dióxido carbono que el conjunto de los bosques, pero una vez secos se convierten en temibles contaminadores
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24 de julio de 2023 a las 05:01

Perdida en medio de los campos en el norte de Alemania se extiende una marea de juncos. Estas plantas acuáticas, de tallo largo, señalan la presencia de uno de los pantanos más grandes de Europa. 

Allí, la bióloga Meline Brendel, con botas y los ojos fijos en su GPS, deambula por el agua entre estas cañas de dos metros, donde hace cuatro años se extendía un campo, clavando estacas y anotando los niveles de agua: “bajo, medio o alto”.

La superficie de 10 hectáreas, muy cerca de la pequeña ciudad de Malchin, fue secada a lo largo de los siglos para extraer turba, cultivar cereales y criar animales, al igual que el 98% de los pantanos en Alemania, según el centro de investigación especializado Greifswald Moor.

Verdaderos reguladores climáticos, los pantanos retienen el carbono encerrado en su turba, la materia orgánica muerta que se acumula bajo tierra, y la capa de agua que cubre el suelo impide que el gas contaminante escape al aire.

“Las marismas representan el 3% de la superficie de la tierra y contienen el doble de dióxido carbono que el conjunto de los bosques. Actúan como enormes sumideros de carbono”, explica la científica. Sin embargo, una vez secados, los suelos en contacto con el oxígeno liberan el carbono atrapado y se convierten en temibles contaminadores.

“En la región, los antiguos pantanos emiten más dióxido de carbono que el conjunto del transporte”, lamenta Brendel. En un año, una hectárea de pantano seco produce tanto dióxido de carbono como un coche que circulara 145.000 kilómetros, según el centro Greifswald Moor. 

En Malchin se excavaron zanjas a lo largo de la superficie inundada y se plantaron semillas de espadaña. Hoy, anfibios, aves, peces, arañas e insectos establecieron allí su hogar.  

Convencer a los agricultores

Las aneas, cuyos tallos son muy sólidos, son cortadas cada invierno y utilizadas principalmente como aislante térmico en las viviendas. “La utilización de los pantanos se llama paludicultura”, explica Brendel. Y agrega: “Con juncos se pueden construir tejados y con aneas aislar casas, pero son soluciones que todavía están en fase de proyectos piloto”. 

El gobierno alemán, que aspira a la neutralidad climática en 2045, lanzó en 2022 un plan de acción dotado de € 4.000 millones de euros, unos US$ 4.450 millones, para “mejorar el estado general de los ecosistemas en el país” de aquí a 2026, y la restauración de los pantanos figura entre las prioridades. 

Por su parte, el Parlamento Europeo acaba de aprobar una ley que incita a los países de la Unión Europea (UE) a actuar en este sentido. Sin embargo, la tarea no es sencilla. En muchas regiones es necesario convencer a los agricultores. En Alemania, las zonas pantanosas representan el 5% de la superficie del país. 

La idea no es “imponer a los agricultores transformar sus campos en pantanos, sino hacerles comprender que es importante para el clima y que pueden vivir de la paludicultura”, dice Brendel, aunque reconoce que los obstáculos son importantes, ya que se trata de un tipo de explotación que no es reconocida y los que la practican no tienen derecho a las subvenciones de la agricultura biológica.

Algunos productores adoptaron técnicas mixtas, como el bávaro Lorenz Kratzer, que optó hace veinte años por una solución intermedia: la ganadería extensiva sobre pantanos bajos.

En un caluroso día de verano en Freising, en el sur de Alemania, una veintena de vacas limusinas, raza bovina originaria del sur de Francia, principalmente de la zona de Limousin, buscan la sombra de los árboles y arbustos que crecen en sus tierras pantanosas utilizadas para pastoreo.

Como los suelos se secan bajo el efecto del cambio climático, “sería muy bueno volver a inundar los pantanos y crear más pastoreos”, afirma Kratzer, de 64 años. El ganadero vende su carne orgánica en pequeño circuito y demuestra que combinar agricultura y protección de los pantanos es posible.

“No lo vemos, pero el carbono se escapa del suelo”, destaca Brendel, que sueña con “un mundo ideal en el que ningún pantano se seque”.

(Con información de AFP)

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