Podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que las conversaciones de ascensor sobre el tiempo y el clima están más vigentes que nunca: la actual sequía, las olas de calor y los últimos tres años con lluvias insuficientes no dejan a nadie indiferente. El impacto es generalizado, desde los cultivos agrícolas con rendimiento y calidad afectados, alimentos con precios más altos, un ganado que anticipa su faena; incendios que arrasan miles de hectáreas, hasta la importación de energía para garantizar el abastecimiento y la escasez de agua potable en varios puntos del país.
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