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8 de junio 2023 - 5:01hs

Cayó la noche del martes en el campo del batallón N°14, en Toledo. Hacía frío, estaba oscuro y la lluvia amenazaba. Entonces se instaló un generador con dos focos grandes para echar luz al terreno donde 10 antropólogos pasaron la noche entre la tierra y el barro. No durmieron. Se dedicaron a completar el esqueleto del cuerpo que habían empezado a encontrar esa mañana, cuando apareció el cráneo de una persona desaparecida durante la dictadura.

En el correr de la noche fueron encontrando más huesos y los guardaron en cajas, adentro de una carpa, hasta la mañana de este miércoles por si llovía y, en ese caso, tendrían que agarrar los restos, tapar las cajas con lonas y cubrirse de la lluvia.

La lluvia no llegó y en las primeras horas del miércoles los antropólogos acondicionaron cada hueso en bandejas blancas de espuma plast y con ellas esbozaron el esqueleto en el barro.

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Inés Guimaraens Antropóloga Alicia Lusiardo dando explicaciones a la prensa

Prepararon todo porque después de toda una noche de trabajo, recibirían visitas a las 10 de la mañana. A esa hora llegaron los familiares de los detenidos desaparecidos, en un ómnibus de la empresa UCOT que les coordinó el gremio de la empresa de transporte. 

Los 10 antropólogos recibieron a las familias, al fiscal Ricardo Perciballe, al ministro de Defensa, Javier García, y a las autoridades de la Institución Nacional de Derechos Humanos (Inddhh).

Los familiares llegaron en grupos a la zona del hallazgo. El ómnibus de UCOT quedó en la entrada del batallón y los militares los llevaron en camionetas.

Una vez adentro, se formó una ronda en el barro, en el terreno escarbado, con la zona del hallazgo marcada por cintas amarillas con la leyenda "pare". En el centro estaban las bandejas de espuma plast con los huesos y dentro de la ronda, en la parte baja del terreno, el equipo de antropólogos que les explicó a los familiares lo que habían encontrado y cómo habían llegado ahí.

Les dijo que el hallazgo ocurrió a 90 metros de la zona donde se encontraron los restos de Julio Castro en 2011 y de Ricardo Blanco en 2012 y que el terreno ya era conocido como de interés por la "poca" e "imprecisa" información que hay respecto a los enterramientos. Los antropólogos también les explicaron que los restos estaban tapados con cal y que lo primero que apareció fue el cráneo.

Cuando el maquinista vio el cráneo, el trabajo con la retroexcavadora se paró en ese momento. Eran las 10:13 de la mañana de este martes. El equipo de antropólogos empezó a trabajar en dos frentes: la búsqueda en la tierra y la búsqueda en el tacho de la retroexcavadora.

Los antropólogos les dijeron a los familiares que ese cuerpo había sido enterrado ahí y que no había sido movido de ese lugar. Que estaba boca abajo. Que estaban los talones, los muslos, los glúteos, la tibia, el peroné, el fémur, la pelvis. Que estaba enterrado a 20 o 40 centímetros de la superficie. Que tenían casi todo el esqueleto, al menos, un 70%. Que tenía cal por abajo y por encima una loza. 

Huesos hallados en el batallón 14

Cuando la antropóloga Alicia Lusiardo terminó de explicar hubo un silencio que duró tres o cuatro minutos.

Un silencio profundo.

El enorme campo del batallón 14 quedó desolado, aunque había unas 50 personas reunidas.

Los familiares se abrazaron, algunos lloraron y otros cortaron el silencio con preguntas: ¿Se sabe el sexo?, fue una de las interrogantes que le hicieron a los antropólogos. Pero, el dato aún no pudo determinarse y será parte de los análisis que se realicen en el laboratorio.

Elena Zaffaroni

–Como se puede. Estoy muy movido –dijo Ignacio Errandonea, hermano del detenido desaparecido Juan Pablo Errandonea, apenas cruzó el portón de madera que cierra el batallón 14.

Las manos le temblaban a Elena Zaffaroni, esposa del desaparecido Luis Eduardo González. Con la cabeza caminó abrazada de otro familiar.

–Están. Están ahí. –dijo Zaffaroni. No podía describir una emoción, porque sentía varias. Sentía que se removía un tramo de su historia sin resolver, una mezcla de "agradecimiento" y "dolor por la cizaña de aquella época".

Ariel Castro ya pasó por la espera del hallazgo. De tener que esperar para saber de qué desaparecido son los restos. En 2011 aparecieron los de su abuelo, Julio Castro en el mismo batallón y este miércoles dudó si entrar o no de nuevo. Pero optó por acompañar al resto de los familiares. "Me alegro de haber venido", dijo.

La pieza clave y cuánto falta para saber quién es

Los antropólogos buscan, de forma prioritaria, la mandíbula del esqueleto porque es una pieza que aporta "mucha información", explicó Lusiardo. La mandíbula puede mostrar si se trata de una mujer o un hombre y da "características individualizantes" como arreglos dentales, por ejemplo. 
Los restos se enviarán después al equipo antropológico del laboratorio que está ubicado en Córdoba, Argentina para realizar el perfil biológico y determinar de quién son los restos.
El proceso puede llevar, al menos, un mes desde el envío, porque se debe extraer material genético del hueso, lo que enlentece el procedimiento, explicó Lusiardo. Luego se debe comparar el material con la base de datos de los detenidos desaparecidos.
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