Sobre el aborto y los determinismos históricos

El objetivo principal de esa nota parece ser el de dar voz a especialistas que abogan por una mayor liberalización del aborto en el Uruguay. En ese sentido se cita a la Dra. Mónica Gorgoroso, “la referente técnica de Salud Sexual y Reproductiva de ASSE”, quien propone “que las inmigrantes recientes no tengan que esperar más de un año de residencia para acceder al aborto seguro” y “rever la edad gestacional hasta la que se puede abortar”. Según la nota, la Dra. Gorgoroso estaría a favor de elevar de las 12 a las 14 semanas de embarazo el límite para el aborto por la sola voluntad de la mujer.

Con respecto a los abortos de mujeres inmigrantes, Gorgoroso dijo algo sumamente llamativo: “de hecho ya no se limita para casos de violencia”. ¿Esto significa que, según Gorgoroso, la ley que prohíbe el aborto a las inmigrantes sin un año de residencia en el país de hecho no se está cumpliendo en los “casos de violencia”^*? La Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo legalizó los abortos en los que se cumplen ciertas disposiciones establecidas en la misma ley y mantuvo el carácter de delito y las penas correspondientes para todos los demás abortos. Puesto que Uruguay se precia de ser un Estado de Derecho, sería muy grave que en los casos aludidos las autoridades estén tolerando deliberadamente que ciertos abortos delictivos se realicen y queden impunes. Más aún durante un gobierno cuyo primer mandatario se comprometió públicamente a desarrollar una agenda provida y a procurar disminuir el número de abortos, aunque sin cambiar la ley vigente.

El segundo objetivo aparente del artículo en cuestión parece ser el de desdramatizar el dato de que en cada uno de los últimos siete años (2016-2022) ha habido alrededor de 10.000 abortos voluntarios en Uruguay. Este dato implica que el aborto voluntario es la principal causa de muerte en nuestro país, superando incluso a las enfermedades cardiovasculares y al cáncer. En esa línea de desdramatización se cita a la Dra. Gorgoroso y a “Fernando Filgueira, representante del Fondo de Población de Naciones Unidas en Uruguay”. ¿Están abriendo el paraguas antes de que llueva? Probablemente el Censo de Población en curso arroje resultados preocupantes. Ante esa perspectiva, quizás algunos quieran evitar que los uruguayos conciban la idea obvia de que 10.000 abortos anuales en un país que no llega siquiera (o apenas llega) a los 3.500.000 habitantes es una parte importante de su grave crisis demográfica.

El único consuelo que me aporta el artículo es la comprobación de que los proabortistas ya no insisten en la absurda afirmación de que antes de 2012 había unos 33.000 abortos anuales en Uruguay. Habiendo cumplido su función propagandística, se deja ahora que esa gran falsedad caiga en el olvido.

Los párrafos finales del artículo parecen insinuar que la liberalización del aborto forma parte de una marcha inexorable hacia el Progreso (¿?). En esa línea, la nota termina con un error fáctico: “Sólo cuatro países dieron marcha atrás con la despenalización: Estados Unidos, Polonia, Nicaragua y El Salvador”. Se omite mencionar  demasiados casos de otros países que derogaron o restringieron la legalización del aborto: la Unión Soviética (1936), Rumania (1967), Hungría (2022)…, ¡e incluso el propio Uruguay, que legalizó el aborto en 1934 y lo re-penalizó en 1938!

Los ciudadanos provida en general y los cristianos en particular no creemos en determinismos históricos. Seguiremos luchando por vías pacíficas y legales hasta que el respeto del derecho humano a la vida sea plenamente restablecido en nuestro país y en el mundo.

Daniel Iglesias Grèzes