Un aborto cada 50 minutos: la tendencia uruguaya que no cambia ni con la caída de la fecundidad

El Ministerio de Salud Pública informó que en 2022 se concretaron 10.505 interrupciones voluntarias en el país, o, lo que es lo mismo, un aborto cada 50 minutos. Si bien la cifra implica un crecimiento del 4% respecto al año anterior, como también aumentó la cantidad de mujeres en edad reproductiva la tasa de aborto continúa “planchada”, como dicen en la jerga técnica. Para decirlo sencillo: salvo en los dos primeros años tras la despenalización, en que el sistema fue tomando el pulso, en los restantes ocho siempre hubo entre 11 y 12 interrupciones cada 1.000 mujeres en edad de ser madre. A veces sube un pelín, a veces baja un pelín, pero “la aguja no se mueve”.

Esa inmovilidad de la cifra de abortos explica, según la ginecóloga Mónica Gorgoroso, la referente técnica de Salud Sexual y Reproductiva de ASSE, que “los abortos no son la principal causa de la caída de nacimientos en la país: si fuera así, la notable baja de la natalidad a partir del año 2016 tuvo que haberse acompañado con un aumento significativo de los abortos… eso no ocurrió”.

Fernando Filgueira, representante del Fondo de Población de Naciones Unidas en Uruguay, coincide: “La interrupción explica una parte marginal de la caída de la fecundidad, porque las principales razones de la baja está dada en adolescentes y jóvenes que están usando métodos anticonceptivos como los implantes subdérmicos de larga duración, y la caída en las preferencias de maternidad de mujeres no tan jóvenes”.

ASSE coloca unos 12.000 nuevos implantes anticonceptivos por año. “Ya se está en el segundo período de recambio (porque la duración es cercana a los cinco años), pero sabemos que tras el primer recambio masivo un 20% de las mujeres en edad reproductiva del prestador público estaban usando este método de anticoncepción”, señala Gorgoroso. Este tipo de dispositivos “vienen explicando la gran caída de la natalidad, así como la lenta baja del embarazo no planificado… de ahí que sea histórico que la baja fecundidad esté dada a expensas de mujeres sobre todo jóvenes y de contextos vulnerables”.

En las mujeres más jóvenes, aquellas niñas menores de 15 años, la cantidad de abortos (53 por año según el promedio del último trienio) refleja que “en esas edades los embarazos no cayeron tanto”, dice Filgueira. En ese sentido, el especialista reconoce que hay adolescentes que tienen que recurrir al aborto como “el peor de los anticonceptivos”, porque no pueden evitar —por falta de acceso al sistema o por violencia— el embarazo.

Gorgoroso no considera que se trate de un “anticonceptivo”, sino del reflejo de la vulnerabilidad de algunas adolescentes. En los primeros años de la despenalización del aborto estudiaron cuántas mujeres repetían interrupciones del embarazo con el correr de los años, un indicador que podría entenderse como sinónimo de uso anticonceptivo. “Los resultados mostraron que la repetición del aborto era marginal y estaba asociado a casos de violencia, de salud mental o de dificultades de acceso al sistema de salud”.

Tras diez años cerrados del aborto despenalizado en Uruguay, los especialistas consideran que existe la madurez como rever aquellas falencias del sistema que coartan derechos. La referente técnica de ASSE menciona dos: por un lado, la necesidad de que las inmigrantes recientes no tengan que esperar más de un año de residencia para acceder al aborto seguro. “Es probable que los legisladores del momento hayan tenido sus argumentos (por ejemplo evitar el turismo abortivo), pero ahora, con la despenalización en Argentina y en cada vez más países no tiene sentido seguir limitando a una población, de hecho ya no se limita para casos de violencia”.

Lo otro, dice Gorgoroso, es “rever la edad gestacional hasta la que se puede abortar”. Para los casos generales, Uruguay permite la interrupción hasta la semana 12, mientras que se admite hasta la 14 para las víctimas de violencia. Dado que muchas mujeres se enteran que están embarazadas muy cerca de la fecha en que acceden al servicio de salud, dado que varios países como Argentina permiten hasta la semana 14 para todos los casos y para no diferenciar entre víctimas de violencia y no, la ginecóloga ve con buenos ojos que se eleve el límite a 14 semanas.

Colombia, uno de los últimos países en despenalizar el aborto, permite hasta las 24 semanas. Y en cada uno de los 60 países que han legalizado la práctica en las últimas tres décadas están habiendo revisiones periódicas.

De hecho, solo cuatro países dieron marcha atrás con la despenalización: Estados Unidos, Polonia, Nicaragua y El Salvador.