Aránzazu Duque Moreno, Irene Cano López, María José García Rubio, Marta Aliño Costa, Mercedes Almela, Paula Martínez López, Sara Puig Pérez, The Conversation
El estrés es un proceso biológico coordinado del cuerpo que activa sistemas y mecanismos. ¿Su objetivo? Reaccionar a un estímulo percibido como potencialmente amenazante. De hecho, se pone en marcha cuando el bienestar, la salud global o la supervivencia de un individuo de la especie se ven amenazados.
La toma de decisiones es el procesamiento cognitivo que realiza una persona para elegir entre varias alternativas en un momento dado.
En nuestro día a día, tomamos decisiones continuamente. Incluso cuando pensamos en la ropa con la que nos vamos a vestir o en qué vamos a comer.
Para poder escoger, debemos evaluar las alternativas y considerar cuál de ellas cumple con nuestras expectativas, metas o intereses. Así, además de seleccionar la opción correcta, es fundamental evaluar la idoneidad de la decisión en relación con la situación concreta.
Parece que tanto el estrés como la toma decisiones son procesos de evaluación, selección y ejecución de la respuesta más apropiada. De ahí que no sea de extrañar que el estrés pueda influir el proceso de toma de decisiones.
Actualmente y por la naturaleza de nuestra existencia, los estresores psicológicos o psicosociales son los que estresan a los seres humanos de manera potente y frecuente.
Existe evidencia científica que avala que el estrés psicológico afecta a la toma de decisiones. Ahora bien, los resultados no son claros debido a la modulación ejercida por variables como la cronicidad del estresor, el sexo o la edad.
Mientras que el estrés psicológico agudo o no tiene efectos o estos son perjudiciales, el estrés psicológico crónico deteriora la toma de decisiones. Esto se puede dar en forma de asunción de riesgos, de disminución de la percepción del riesgo o de elección de la opción más desventajosa.
En el caso del estrés agudo, puntual, los efectos negativos se han justificado de dos posibles formas. Por un lado, por la necesidad de recompensa inmediata, que hace que no se barajen opciones mejores. Por otro, por el hecho de perder de vista la recompensa, que aleja a la persona de la misma. En ambos casos, la toma de decisiones se vería perjudicada.
En relación al estrés crónico, el efecto deteriorante se podría asociar a la instauración de comportamientos menos flexibles. Esto se relacionaría con un sesgo adquirido en la evaluación de la situación. Así, la persona tendería a evaluar el entorno de manera más negativa aumentando la probabilidad de tomar decisiones perjudiciales para la exploración de nuevas alternativas.
Los hombres, independientemente de estar sometidos o no a estrés, son más propensos a tomar decisiones arriesgadas. Se sabe que las mujeres asumen menos riesgos, probablemente por su mayor rechazo a la ambigüedad en algunos contextos.
Sin embargo, bajo estrés, parece que son las mujeres las que asumen más riesgos. Así, es posible que analicen la situación estresante en mayor medida, siendo más conscientes de sus estados físicos y mentales . Esto podría suponer cierta carga a nivel cognitivo e impactar negativamente en la toma de decisiones.
Entre los adolescentes, los individuos sometidos a estrés crónico o agudo perciben menos riesgos y toman decisiones más arriesgadas que aquellos no estresados. En el grupo de adultos ocurre justo lo contrario: los sujetos estresados perciben más riesgo, asumiendo además menos riesgos desventajosos y más riesgos en situaciones ventajosas que los no estresados.
Parece que a edades más tempranas el estrés psicológico genera una impulsividad que interfiere en el proceso de toma de decisiones. Con los años, las personas somos capaces de ver la situación con más perspectiva y racionalidad, decidiendo de forma más adaptativa.
Se necesitan más investigaciones para conocer el papel mediador de variables internas y externas a la persona en los efectos del estrés psicológico sobre la toma de decisiones. Una mayor claridad del tema tendrá importantes implicaciones para el mundo laboral, así como para las relaciones sociales y familiares, dada la importancia que tiene la toma de decisiones en dichas áreas vitales.
Así, por ejemplo, entender cuál es la influencia del estrés psicológico amplía el conocimiento de cómo reaccionará una persona y cómo tomará decisiones en situaciones de emergencias. Esto es realmente valioso, teniendo en cuenta la situación de crisis generada por la pandemia de Covid-19.
Una mejor comprensión de este tipo de situaciones puede ser la base para desarrollar programas clínicos, neuropsicológicos, educativos e incluso económicos que ayuden a tomar mejores decisiones en los diferentes ámbitos de la vida de una persona. Y así lograr una mejora holística de la salud y del uso de los diversos recursos disponibles.
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