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Tibira de Maranhão, el primer mártir de la homofobia en Brasil

El caso se remonta a principios del siglo XVII. El joven, integrante de la tribu Tupinambá, fue condenado a muerte por “sodomía” y ejecutado mediante un disparo de cañón
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25 de mayo de 2023 a las 05:01

El caso de Tibira de Maranhão es el primer registro de una muerte por homofobia en la historia de Brasil. No el último. Más de cuatro siglos y una década después, el Observatorio de Muertes y Violencia contra LGBTQI+ denunció que al menos 273 personas murieron violentamente en el país en 2022 como consecuencia de la homofobia. Un asesinato cada 32 horas.

Los datos, difundidos en la víspera del 17 de mayo, el Día Internacional de la Lucha contra la LGTBfobia, reactualizaron el martirio de Tibira, un indio de la tribu Tupinambá. Su cuerpo fue atado a la boca de un cañón por ser homosexual. La ejecución de la pena lo dividió en dos.

Así lo refiere con truculentos detalles la crónica de época “Historia de las cosas más memorables sucedidas en Maranhão en los años de 1613-1614” escrita por el religioso y entomólogo francés Yves d’Évreux (1577-1632), fraile capuchino que estuvo detrás de la condena y formó parte de una expendición francesa que incursionó en el noreste del país.

Esta historia de terror, invisibilizada a lo largo de los siglos, ocurrió en 1613 o 1614. Según el antropólogo Luiz Mott, recuperar sus detalles y hacer público el caso es importante no sólo para reconocer un pasado olvidado, sino también para alertar sobre la situación actual.

“Todavía vivimos en una época de intolerancia, machismo y feminicidio. La homofobia es el resultado de la misma mentalidad autoritaria y patriarcal que queremos cambiar a través de la educación sexual y una legislación que garantice la ciudadanía plena para los homosexuales. Ni menos, ni más”, explica Mott, profesor de profesión y fundador de Grupo Gay de Bahía.

"La ejecución fue arbitraria y, si bien se concretó sin autorización del Papa ni de la Inquisición, contó con la aprobación de los misioneros", dice Mott. Tibira, término genérico que en la lengua tupinambá refiere a la homosexualidad, fue acusado de “sodomía”, un pecado a los ojos del fundamentalismo y la intolerancia homofóbica de los misioneros franceses de Maranhão.

Mott explica que la narración del fraile, además de describir con minucioso detalle el martirio de Tibira, expone "la visión altamente etnocéntrica y el prejuicio de la moral cristiana contra la homosexualidad, además de un astuto intento por justificar éticamente la pena de muerte contra el desafortunado pecador salvaje".

Aunque el relato de D'Évreux, superior de los misioneros, fue traducido en el siglo XIX y reimpreso en Brasil por la biblioteca del Senado, la historia es poco conocida y revela aspectos todavía no estudiados sobre la presencia de los capuchinos y franceses en Brasil.

“Un pobre indio (sodomita), un bruto más caballo que hombre, huyó al monte al saber que los franceses lo buscaban a él y a sus semejantes para matarlos y purificar la tierra de sus males por la santidad del Evangelio, candor, pureza y claridad de la religión católica apostólica romana", escribió D'Évreux.

"Tan pronto como lo agarraron, lo amarraron y lo llevaron sano y salvo al fuerte de São Luís, donde le pusieron hierros a los pies; lo vigilaron bien hasta que llegaron los principales jefes de otros pueblos para ver su juicio y pronunciar su sentencia", sigue el relato. Según el religioso, “el reo no esperó el inicio del proceso y se sentenció a sí mismo, porque delante de todos dijo: 'Estoy muerto, y lo merezco, pero deseo que mis cómplices tengan el mismo fin'".

Mott señala que este y otros relatos de la época dan una ideas de cómo los europeos quedaron conmocionados por la “diversidad sexual y lujuria exacerbada de los amerindios”, según la descripción que hace en su “Tratado Descriptivo de Brasil” (1587), el comerciante, agricultor e historiador portugués Gabriel Soares de Sousa (1540-1591). “Los tupinambá son tan lujuriosos que no hay pecado de lujuria que no cometan", escribió Sousa.

Mott relata que aún no es posible definir la fecha exacta de la ejecución de Tibira de Maranhão. Explica, además, que luego de expulsar a los franceses del noroeste del país en 1615, los portugueses y los criollos institucionalizaron en 1534, con la creación de las primeras capitanías hereditarias, la “sodomía” como un crimen.

“El rey, en el decreto de entrega de las capitanías, estableció que, entre otras facultades, podían condenar sin necesidad de consultarlo a la pena de muerte a homosexuales, falsificadores de monedas y a quienes se unieran a los invasores”, recuerda Mott.

El investigador explica que no hay constancia de que haya habido ejecuciones y señala que aunque desde el primer Código Penal (1830) firmado por Don Pedro I la “sodomía” dejó de ser mencionada como un delito, “no implicó un cambio entre la población, ya que la homosexualidad estaba arraigada en la mentalidad de la gente como un crimen”.

D'Évreux escribió que después de ser sentenciado, Tibira tenía derecho a pedir ser bautizado. Si aceptaba, "a pesar de su mala vida pasada, iría directamente al cielo solo si su alma se separaba de su cuerpo". Finalmente, el fraile capuchino, temiendo que el bautismo se entendiera como un aval a la ejecución, decidió que no le convenía bautizarlo y ordenó al verdugo que lo hiciera. El nombre cristiano que le asignaron fue Dimas, el “buen ladrón” crucificado al mismo tiempo que Jesús de Nazaret.

Mott lamenta que la Iglesia Católica en Brasil y el Vaticano nunca se hayan disculpado por la persecución de los homosexuales. “Seguiremos insistiendo ante la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil y la comisión de canonización del Vaticano”, dice Mott con relación a una eventual canonización de Tibira.

El argumento para su canonización es sencillo. “Cualquiera que da su vida por un propósito mayor se convierte en mártir, no importa si es heterosexual, gay o lesbiana, travesti, transexual, binario o no binario”, dice Mott.

Su lectura del caso de Tibira enfatiza la importancia de mostrar la crueldad de los prejuicios y de la homofobia. “Hay documentos incuestionables de que la pena de muerte fue practicada por los ocupantes franceses, que siguieron la misma legislación que existía en Francia, que condenaba a muerte a las personas que calificaban como sodomitas”, dice Mott.

El registro histórico dejado por D'Évreux es notable. El capuchino aprueba la ejecución de Tibira y, al mismo tiempo que la justifica, intenta tomar distancia.

"Recibió el bautismo con calma y sin tristeza, en presencia de los principales salvajes, después de lo cual uno de los principales, llamado Caruatapirã, le dijo estas palabras: 'Ahora tienes la oportunidad de ser consolado y no afligido, porque en la actualidad eres un hijo de Dios por el bautismo que recibiste (…) Mueres por tus crímenes, aprobamos tu muerte y yo mismo quiero disparar el cañón para que los franceses sepan y vean que detestamos las inmundicias que cometiste”.

Según el monje, Caruatapirã dirigiéndose a Tiribia le habría dicho “mira la bondad de Dios y de los sacerdotes para contigo, expulsando a Jurupari de ti por el bautismo, para que solo tu alma deje el cuerpo, ve directo al Cielo, ve a Tupã y vive con el Caribe que lo rodea y cuando Tupã mande a alguien a tomar tu cuerpo, si quieres tener cabello largo en el cielo y cuerpo de mujer en lugar de un hombre, pídele a Tupã que te dé un cuerpo de mujer y él resucitará a una mujer, y allí en el Cielo estarás al lado de las mujeres y no de los hombres'”.

En la mitología indígena, Jurupari es el mal, el diablo cristiano. En su relato, D'Évreux se apresura a corregir la interpretación que hace Caruatapirã del evangelio cristiano. "Perdonad a este pobre salvaje, ni cristiano ni catecúmeno, que habla de la resurrección. Nos oyó enseñar que en un día resucitarían todos los hombres, volviendo cada alma del lugar donde había de ocupar su cuerpo, añadiendo lo que creía que era indiferente a la resurrección, es decir, un alma recibe un cuerpo de hombre o de mujer, en lo cual se equivocó”, señaló presuroso el capuchino.

Mott insiste en la necesidad de luchar contra la homofobia. “Es necesaria la educación sexual obligatoria en todos los niveles escolares con el fin de enseñar sobre orientación sexual e identidad de género para que se respeten a las personas de la comunidad LGBTQI+. Otra medida sería equiparar la homofobia con el racismo, con una previsión de prisión sin fianza, que también alcance las injurias”, afirma.

Para muchos integrantes de la comunidad LGBTQI+ de Brasil que profesan la religión católica, la canonización de Tibira constituiría una reparación histórica y crearía un símbolo de resistencia. De hecho, ya existen lienzos devocionales de “São Tibira do Maranhão”. Para el Grupo Gay de Bahia, así como el "buen ladrón" fue reconocido como santo, lo mismo debería ocurrir con el indígena brasileño. “Negarle un lugar en el altar revela una homofobia estructural”, argumenta Mott.

Lo concreto es que la canonización de Tibira parece lejana y solo en los primeros cuatro meses de este año, 80 personas LGBTQI+ fueron asesinadas en Brasil. En el 62 por ciento de los casos, las víctimas fueron travestis y mujeres trans.

(Con información de la Agencia de Noticias de Brasil)

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