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Trump admite que histórica cumbre con Kim Jong-un puede atrasarse

La reunión está pautada para el 12 de junio en Singapur
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22 de mayo de 2018 a las 16:29
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, admitió este martes que existe una posibilidad real de que la esperada cumbre con el líder norcoreano Kim Jong-un no ocurra el 12 de junio, como había sido acordado, sino "más tarde".

"Francamente, sería una posibilidad de hacer grandes cosas para Corea del Norte y para el mundo. Si no ocurre, tal vez pueda ocurrir más tarde. Tal vez ocurra en otro momento", dijo Trump en el Salón Oval de la Casa Blanca, al recibir al presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in.

Trump y Kim habían acordado un encuentro en Singapur el 12 de junio para discutir la eliminación de armas nucleares por parte de Pionyang y de la península coreana, pero en semanas recientes esa reunión quedó envuelta en incertidumbres.

Más allá de la fecha en que se realice el encuentro, Trump insistió en que Kim es "serio" cuando se refiere a la desnuclearización norcoreana. "Creo que él es serio. Creo que le gustaría que esto ocurra", comentó.

Sin embargo, Trump aseguró que estableció ciertas condiciones para la realización de la cumbre y que de no cumplirse, no habrá reunión.


Washington y Pionyang iniciaron a fines de abril un proceso de aproximación que tendría como momento clave el encuentro del 12 de junio, pero a medida que las negociaciones se profundizaron, se ahondaron también las divergencias en las expectativas.

De acuerdo con Trump, Kim parece haber cambiado de postura con relación a esa aproximación después de una visita sorpresiva a China, donde se reunió con el presidente Xi Jinping.

"Debo decir que quedé un poco decepcionado porque después de que Kim Jong-un tuvo un encuentro con el presidente Xi, el segundo encuentro (...) hubo cierto cambio de actitud", dijo el presidente estadounidense.

Kim "estará seguro"

Trump reiteró que, en caso de que sea posible alcanzar un acuerdo con Corea del Norte por su programa nuclear, Washington garantizará la continuidad del gobierno de Kim.

"Vamos a garantizar su seguridad. Y hemos hablado sobre eso desde el inicio. Él (Kim) estará seguro. Estará feliz. Su país será rico, muy próspero", señaló.

Por su parte, el surcoreano Moon dijo sentirse confiado en que Trump será capaz de "alcanzar un cambio dramático", que incluya poner fin a la guerra de 65 años de la península, la completa desnuclearización de Corea del Norte y normalizar las relaciones.


El súbito enfriamiento en el proceso de aproximación terminó por afectar también las relaciones entre Pionyang y Seúl, que se habían beneficiado claramente de un ambiente de momentánea distensión.

Kim y Moon incluso mantuvieron en abril una histórica reunión en la zona desmilitarizada que divide el país, aunque con el nuevo escenario un nuevo encuentro entre los dos líderes coreanos parece haber quedado en suspenso.

Moon llegó a la Casa Blanca este martes en un desesperado intento por mantener en marcha el encuentro entre Trump y Kim y salvar el proceso de aproximación que se inició a fines de marzo.

Esta aproximación incluyó pasos que meses atrás habrían sido impensables, como el viaje secreto que realizó a Pionyang el entonces director de la CIA, Mike Pompeo, viaje que repitió en mayo ya en forma pública y como Secretario de Estado, para reuniones personales con Kim.

Como gesto de buena voluntad, el gobierno de Corea del Norte puso en libertad de tres ciudadanos estadounidenses que estaban arrestados en Pionyang.

Ruidos en la línea

Sutilmente, sin embargo, los dos países parecían hablar de cosas levemente diferentes.

Washington adelantó que el objetivo es convencer a Corea del Norte de renunciar "de inmediato" a sus armas nucleares.

En tanto, Pionyang insistía en que el fondo de la cuestión era la desnuclearización de la península coreana, en referencia también a la presencia de 30.000 soldados estadounidenses en Corea del Sur.

Sin embargo, súbitamente todo ese delicado proceso de aproximación pareció al borde de descarrilar, haciendo encenderse todas las luces de alarma en el gobierno de Corea del Sur ante la gravedad de un fracaso.

Inicialmente, Corea del Norte reclamó porque Corea del Sur y Estados Unidos decidieron seguir realizando gigantescos ejercicios militares conjuntos.


A raíz de esos ejercicios, Pionyang canceló una importante reunión de alto nivel prevista con representantes de Seúl la semana pasada, gesto que cayó literalmente como un balde de agua fría sobre el entusiasmo reinante.

En el paso siguiente, Washington decidió elevar el tono, al punto que Trump sugirió a la prensa que la reunión tanto podría ocurrir como podría cancelarse, sin mostrar preocupación por un eventual fracaso del proceso.

El ruido en la comunicación se tornó ensordecedor cuando el asesor de Seguridad de la Casa Blanca, el hiperagresivo John Bolton, sugirió una solución que siga el "modelo libio" para forzar una desnuclearización de Corea del Norte.

De inmediato Pionyang amenazó con cancelar la reunión si Washington insistía en considerar un "modelo libio", es decir, un escenario que incluya la destrucción total del país.

En la Casa Blanca, Trump afirmó que el llamado "modelo libio" "no está en los planes", aunque apuntó que la idea de Bolton se refería a un escenario en el que Washington y Pionyang no se pongan de acuerdo.

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