La imagen de premiación tras el partido final de la copa del mundo es una metáfora visual explícita y contundente, que permite dar crédito al dicho que afirma que una imagen vale más que mil palabras. En Moscú diluvia, la presidenta croata Kolinda Grabar-Kitarović y el presidente francés
Emmanuel Macron están empapados, pero Vladimir Putin se encuentra totalmente seco debajo de un paraguas. El ruso es uno de esos líderes a los cuales las tormentas no lo rozan, mejor dicho, logra que el aguacero asociado a un huracán sea para él solo agua tenue de garúa.
Al día siguiente de haber regresado seco y sano a su casa, se reunió en Helsinki con el presidente estadounidense
Donald Trump, quien previamente lo había felicitado por la organización libre de fallas del mundial de fútbol. Putin, por lo visto, es capaz de convencer a cualquiera de que el lobo no es el lobo, mejor dicho, que Caperucita Roja es en verdad el animal feroz.
Sin presentar prueba alguna que demostrara que lo que estaba diciendo era verdad, convenció a su par estadounidense de que hay una verdad para la cual no se necesitan pruebas que demuestren su existencia. Putin negó que Rusia hubiera interferido en las elecciones estadounidenses de 2016 y Trump le dio la razón a sus palabras con sorprendente, por no decir, sospechosa, velocidad: "Él [Putin] acaba de decir que no es Rusia. Diré esto. No veo ninguna razón para que sea así". Y agregó: "tengo mucha confianza en mi gente de inteligencia, pero les diré que el presidente Putin fue hoy extremadamente fuerte y poderoso en su negativa".
La "
inteligencia" a la cual se refería Trump son los servicios secretos estadounidenses a diferentes niveles, los cuales, con la certeza de quien mojándose bajo la lluvia afirma que está lloviendo, dan por seguro que Rusia se entrometió en las elecciones presidenciales de EEUU. Lo que hay detrás del peligroso acercamiento entre Trump y Putin no todos, ni siquiera algunos de sus colaboradores más cercanos se animan a vislumbrarlo, aunque entre sus férreos opositores hay coincidencia de que DT está actuando impulsivamente, sin una agenda política clara, guiándose por un peligroso entusiasmo cuyo origen sigue siendo desconocido, demasiado elusivo.