El fardo recibido es de muy buena calidad.

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Un camión con 37 fardos y restos de naranjas evitaron que productor debiera vender sus ovejas

Jorge, un típico productor familiar, hortícola y ganadero, gracias a un camión de fardos que recibió del MGAP a un precio por debajo del de mercado evitó perder buena parte de sus lanares
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26 de octubre de 2022 a las 15:43

Hace unos 15 días, Jorge Gambiasi, un pequeño productor de Salto, recibió en su campo algo de tanto valor como un tanque de oxígeno en el fondo del mar: un camión cargado con 37 fardos.

Esa asistencia, gestionada por la Unidad de Descentralización del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), es vital para que a un costo razonable pueda ir superando un escenario de mucha complejidad a la hora de alimentar a su majada, debido a un déficit hídrico persistente. La sequía no ha cedido pese a algunas lluvias recientes, y además no es la primera: es la tercera en tres años.

Jorge es un típico productor de escala familiar, que trabaja en dos rubros, granja y ganadería. El área de producción granjera es un predio familiar, está en la colonia Osimani y Llerena, a unos 10 kilómetros entre la capital departamental y la represa de Salto Grande, sobre la vera del río Uruguay. En lo ganadero, maneja ovinos en un predio arrendado en esa misma colonia, a unos 2 kilómetros del predio granjero.

Los fardos, un recurso clave en medio de la sequía.

En el predio granjero, con un solo empleado, produce en invernáculos tomate y morrón. Por problemas de disponibilidad de personal, está bajando algo la producción de esos rubros. Otras producciones son frutilla, tomate cherry, chaucha y berenjena. La mercadería se entrega a la distribuidora salteña Juan Guarino, que la comercializa en la ciudad y el excedente lo lleva a la Unidad Agroalimentaria Metropolitana (UAM).

En lo ganadero, con ovinos cruza, en 26 hectáreas, con 1 de monte y 25 pastoreables, tiene unas 200 ovejas y 250 corderos y el propósito es carnicero, procurando ser lo más intensivo posible, con el foco en lograr alta prolificidad y la venta de corderos particular, a Central Lanera Uruguaya (CLU) o al frigorífico local (Somicar).

El año pasado fue otra la historia, la sequía fue brutal y se vendió la corderada a un recriador, “el verano nos mató”, lamentó.

Esa sequía anterior, la del verano de 2022, generó una dispersión en las fechas de encarnerada de las corderas, por lo tanto, la preparación de los lotes de corderos no tiene una fecha de inicio pareja para todos los casos, incluso hay corderos aún no destetados pese a que la primavera ya está totalmente instalada.

Sí hay ya un conjunto de corderos destetados hace un mes que están en el régimen de feedlot, comiendo fardo de silo de alfalfa y la punta de la naranja que obtiene como residuo industrial de una fábrica de jugo.

La idea es sacarlos como corderos para fin de año, con carcasas de unos 15 kilos, aunque está la posibilidad de seguirlos y llevarlos a febrero, terminándolos como corderos pesados, en ese caso con 20 kilos o algo más en las carcasas.

Racionamiento de la corderada.

Ganar-ganar con jóvenes

En el emprendimiento ovino, Jorge trabaja junto con el grupo de jóvenes de la Sociedad de Fomento Rural Osimani y Llerena, que tiene unas 50 ovejas dentro del predio. Ambas partes, Jorge y los jóvenes, hacen un manejo en conjunto, con los ovinos de cada uno debidamente identificados. Los jóvenes ayudan en diversas labores, como el trabajo de largada de ovinos a verdeos y el encierre, y acceden a un campo para sus animales.

 

Jorge, en el predio ganadero donde trabaja, en Salto.

Fardo muy bien armado

A propósito de la mano que precisa el productor de pequeña escala cuando hay adversidades como las que genera una sequía, Jorge se inscribió en la web del MGAP para ser beneficiado con el servicio de entrega de fardos.

“Llegaron hace 15 días 37 fardos, cada uno costó unos US$ 40 a US$ 41 porque son pesados, un precio que acá en Salto está por debajo del valor del mercado y además otra cosa buena es que los traen desde el sur porque acá no hay fardo disponible”, informó, a la vez que destacó que el fardo “es de muy buena calidad, para mí es de raigrás del último verano, un fardo muy nuevo y muy sano, muy bien armado”.

Este productor está en pleno proceso de acostumbrar a los ovinos a comer fardo, algo que lleva tiempo y algún costo adicional, porque invirtió en melaza, por ejemplo, “pero lo de los fardos me permite trabajar a encierro con las madres destetadas y liberar campo, bajar la carga, para las madres con corderos que van a la rotación con praderas, sacando del circuito a las vacías, que les doy fardo, algo de naranja que acá en la zona se usa mucho y algún bloque proteico”.

De momento, no ha tenido que recurrir a las herramientas financieras que la emergencia agropecuaria establece como apoyatura utilizando recursos del Fondo Agropecuario de Emergencias (FAE), con subsidios y tasas y plazos especiales.

Destacó el valor que tiene otro respaldo: hace tres años es apoyado por el Programa Ruralidad del Ministerio de Desarrollo Social (Mides), que busca entre otras metas fomentar la producción ovina en colonias hortícolas como rubro alternativo, con el predio de Jorge considerado como testigo, para que otros conozcan el manejo. En el marco de ese proyecto, en el que se añadieron esfuerzos del MGAP, del Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL) y del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), este productor recibe asistencia técnica, “una mano muy interesante en el seguimiento y asesoramiento”. También hay un crédito por el cual, con la participación de la Sociedad de Criadores de Corriedale del Uruguay (SCCU), él accedió a 18 madres y el grupo de jóvenes a 20 madres, financiadas a través de Microfinanzas del BROU.

En un escenario complicado, pero con varios apoyos, subrayó la importancia de todas esas instituciones y de las fomentos locales, la de Osimani y Lerrena y también la Sociedad de Fomento Rural Oscar D. Gestido, que hacen un trabajo unido.

 

El productor evitó perder capital.

 

Evitó vender animales

La llegada de los fardos, hizo hincapié en eso, “fue fundamental, si no hubiese sido por eso ya me habría tenido que desprender de capital, vender animales, porque la sequía no da tregua y no logramos hacer un volumen de pasto suficiente, si ahora logramos mantenerlas con los fardos no pierdo capital y sigo adelante con la producción, si no es con esta ayuda un productor chico con los números tan ajustados, con costos de praderas, arrendando… no se puede aguantar una inclemencia como esta y además con tantas sequías repetidas”.

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