Se veía venir pero costaba imaginar lo que ocurrió el pasado 6 de enero en 2021. La retórica combativa de Trump, su apelación continua a un supuesto fraude masivo sin pruebas sólidas que pudieran sostenerse ante un tribunal estatal o ante la propia Corte Suprema como ocurrió en las elecciones del año 2000 donde Al Gore hizo llegar su apelación por los decisivos 25 votos electores del estados de Florida, su negativa a conceder la victoria a Biden luego de la certificación de los resultados del Colegio Electoral el día 14 de diciembre, la búsqueda de todas las vías (las posibles y la imposibles) para dar vuelta un hecho consumado, el afán de encontrar (o incluso de inventar) artilugios legales nunca antes usados o ni siquiera pensados, fueron inflamando la pradera.
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