Las bacterias son cada vez más resistentes y representan una creciente amenazan para nuestra salud, pero sólo unas pocas empresas farmacéuticas de investigación intentan comercializar nuevos antibióticos.
Según los especialistas, es un problema de carácter global y la razón se debe a que los costos de invertir en investigación y comercialización casi no arrojan beneficios. De ahí que cada vez más farmacéuticas se estén retirando del desarrollo de nuevos antibióticos.
La Fundación de Acceso a la Medicina (FAM), una organización independiente y sin fines de lucro con sede en los Países Bajos, advierte sobre la gran amenaza que representa la cada vez mayor resistencia de las bacterias a los medicamentos, lo que exige más esfuerzos al sector farmacéutico.
De acuerdo con la Asociación Empresarial de la Industria Farmacéutica de Alemania (Vfa, por sus siglas en alemán), a nivel global, sólo 68 sustancias activas están siendo estudiadas clínicamente y 292 proyectos se encuentran en una fase preclínica, algo que no sería suficiente.
Según un artículo publicado en la revista especializada The Lancet en 2022, se calcula que el número de muertos relacionados con la resistencia a los antibióticos alcanza casi los cinco millones de personas.
Aunque no está claro si el germen patógeno original o las bacterias resistentes fueron responsables de los procesos, el artículo enfatiza que la región subsahariana es la más afectada en el mundo, pero también los países industrializados se enfrentan al problema.
También la producción de medicamentos está estancada. De acuerdo con la FAM, la mayoría de las empresas que producen antibióticos son grandes farmacéuticas, muchas veces responsables de más de unos 200 productos que se exportan a todo el mundo.
Si estas empresas cambian su estrategia y dejan de producir antibióticos, sobre todo las personas en países de ingresos medios y bajos ya no podrán acceder a ellos. Como consecuencia, morirán más personas a nivel global porque no reciben el medicamento adecuado, y no por los mismos gérmenes patógenos.
La entidad identificó más de 100 países problemáticos, donde se necesita mejorar urgentemente el acceso a los medicamentos, y advierte que sólo pocos de los novedosos antibióticos están disponibles en más de diez de estos países, lo que reduce sensiblemente las probabilidades de que los nuevos fármacos lleguen a las personas que los necesitan.
La organización con sede en los Países Bajos también intenta influir en las farmacéuticas para que comercialicen y distribuyan sus medicamentos de forma responsable y no promuevan la prescripción excesiva de antibióticos por parte de los médicos, con el fin de impedir el desarrollo de nuevas bacterias resistentes.
Algunas empresas comenzaron a compartir sus conocimientos sobre resistencias con clínicas e investigadores. El gigante farmacéutico estadounidense Pfizer, por ejemplo, publicó datos de su programa de control interno en un registro de acceso público.
Otras farmacéuticas que cuentan con áreas de investigación y producción desarrollaron estrategias de comercialización para medicamentos aprobados con el objetivo de que puedan ser distribuidos y empleados relativamente rápido.
Sin embargo, pese a estos pequeños avances, el problema está lejos de resolverse. La realidad es que la resistencia a los antibióticos se desarrolla muy rápido, en menor tiempo del que se necesita para que los nuevos antibióticos estén disponibles.
Por otro lado, los expertos señalan que los antibióticos que se utilizan a menudo contra infecciones en niños son cada vez más ineficaces. Por ejemplo, en los casos de enfermedades bacterianas, como infecciones de oído, sepsis o meningitis, menos del 50% son eficaces, según un estudio de la Universidad de Sidney.
También la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte sobre la falta de medicamentos nuevos y eficaces, lo que puede ser peligroso sobre todo para bebés y niños, porque su sistema inmunológico no está aún del todo desarrollado y no es capaz de defenderse adecuadamente contra los patógenos invasores.
La agencia de la ONU señala, además, que, a la hora de recetar antibióticos, no sólo es importante la elección exacta del medicamento, sino también la dosis que se debe administrar. A menudo, según sus expertos, esto último puede resultar difícil cuando el antibiótico se administra en forma de jarabe, como sucede con frecuencia en el caso de bebés y niños pequeños.
Por lo pronto, los antibióticos son siempre necesarios, tanto si se trata de una infección bacteriana grave, por ejemplo, con estreptococos del tracto urinario o respiratorio, o de una otitis, una infección que padecen muchos bebés y niños, y que según la OMS es un trastorno de salud común y extendido entre los niños de todo el mundo.
¿Hay alternativas a los antibióticos? Según los expertos, las que hay no son confiables. Contra algunas enfermedades infecciosas, se pueden utilizar hierbas con propiedades antimicrobianas. En el caso de infecciones del tracto respiratorio, las soluciones salinas pueden aliviar un poco los síntomas.
Sin embargo, el uso de antibióticos es la solución más confiable, por ejemplo, contra la sepsis, que debe tratarse de inmediato. En el peor de los casos existe el riesgo de sufrir un shock séptico, insuficiencia orgánica y, desgraciadamente, la muerte.
Según la OMS, la situación es particularmente dramática en el sudeste asiático y en la región del Pacífico. Miles de niños mueren cada año en Indonesia y Filipinas porque sencillamente no disponen de los antibióticos que hay en Europa, o porque los que hay ya no son eficaces.
Por eso, la OMS enfatiza que un diagnóstico correcto es cada vez más importante. Sus expertos advierten que es esencial identificar los patógenos, analizar la sensibilidad que tiene ante los antibióticos y luego utilizar el antibiótico con el espectro menos amplio. Algo que no siempre ocurre.
Precisamente, en los últimos 15 años aumentó la resistencia a los antibióticos en todo el mundo y los nuevos antibióticos tardarán aún en llegar, según la OMS.
(Con información de agencias)