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Un viaje por el pop y el rock en estas cuatro críticas de discos

Reseñas de los últimos álbumes de Red Hot Chili Peppers, Nick Jonas, Lali Espósito y Babasónicos
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25 de junio de 2016 a las 05:00

Red Hot Chili Peppers - The Getaway


Género: Rock
Sello: Warner Bros.
****

Hay que respetar a los Red Hot Chili Peppers. Después de treinta años y un sinfín de conciertos con poca ropa –o a veces, ninguna en absoluto–, la banda californiana todavía intenta pararse con nobleza ante su propio retrato de Dorian Gray, esa percepción que los ha condenado a mantener la vibra fraternofunk que los catapultó a la fama antes y que hoy llena estadios con un público de etaria heterogeneidad.
El afán de subsistir creativamente en la era Spotify con un nuevo álbum, sin embargo, no llega sin algunos tropiezos extra musicales. Antes de grabar The Getaway, el bajista Flea sufrió un serio accidente practicando snowboard (un gaje del oficio de ser extremo a los 54 años) y previo al registro del disco se decidió que Rick Rubin, productor de dos décadas de los Red Hot, no repetiría su rol en el nuevo álbum.

El recluta que encontró coherencia en ese desorden fue Brian Burton, conocido como Danger Mouse. Integrante de Gnarls Barkley, Broken Bells y responsable del sonido pulcro de los Black Keys, Gorillaz y U2, por nombrar algunos. La propuesta de Burton, según relató el vocalista Anthony Kiedis, fue desechar una veintena de canciones que la banda tenía en carpeta y comenzar desde cero dentro del estudio.

El resultado es un compendio de 13 canciones –un número atípico en el apogeo de los álbumes breves– en las que los Red Hot demuestran que, aún hoy, tienen el talento suficiente para presentar canciones nuevas sin sonar a sus propios ecos del pasado. Impulsados notoriamente a seguir la batería de Chad Smith y con el frenético Flea intercalando bases de bajo más monótonas y constantes que sus esperables punteos rítmicos, The Getaway ofrece la picardía madura que tanto se apreció en el doble álbum Staduim Arcaduim (2006) pero que pareció faltar en I'm with you (2011), el primer disco con el nuevo guitarrista Josh Klinghoffer en la banda.

Con Klinghoffer más cómodo (reemplazar a una figura como John Frusciante, tan decisiva en el sonido del grupo en los 90 y 2000, no es fácil) la soltura también se traslada al resto de los integrantes. Y el abanico de instrumentos también se abre en The Getaway, específicamente con la presencia del piano (con Elton John como compositor invitado) o en canciones como el primer single Dark Necessities, cuyos pasajes de teclas hacen que uno olvide que se está escuchando a los autores de Give it away. Concentrados y satisfechos, en The Getaway los músicos ofrecen baladas (The Longest Wave), Kiedis arroja por sus partes pegadizos "ai io, ai io, ai io" (Goodbay Angels) y molestan pero también energizan en las canciones más desparejas del disco (The Ticondeoga, Detroit). Una señal de que los chicos, ya no tan chicos, están bien y haciendo de las suyas. (Pablo Staricco)

Nick Jonas - Last Year Was Complicated


Género: Pop / R&B
Sello: Island
***
Canciones destacadas: Bacon, Close, Chainsaw, Confortable.

Si Justin Timberlake escribió el manual para salir de la escuela de las boy bands y egresar como una estrella pop seria y legitimada, Nick Jonas es uno de sus alumnos más aplicados.

El precoz cantante comenzó su carrera a los 7 años. A los 12 ya tenía su primer disco editado y a los 15 saltó a la fama con sus hermanos gracias a Jonas Brothers, un proyecto formado en la gran casa de Disney que incluyó series, programas de televisión y, por supuesto, discos.

Pero en 2013, con la disolución del taquillero trío, el menor de los Jonas comenzó lentamente su transformación. Y como hizo Timberlake (y Justin Bieber, y Zayn Malik y tantos otros), la madurez pop implica alejarse del pop acaramelado y acercarse al hip hop y al R&B, hablar de sexo y romance y pasar bastante rato en el gimnasio, que no viene mal.

Con su disco Nick Jonas (2014) comenzó bien este rebranding, que tiene temas como Chains y el impecable Jealous. Pero con su reciente disco, Last Year Was Complicated, Jonas consiguió egresar finalmente como potencial estrella pop. Se trata de un disco que no es perfecto –en ocasiones peca de autoplagiarse, por ejemplo con Teacher (2014) y Champagne Problems o Jealous y Under You–, pero cuenta con otros potenciales hits que hacen que valga la pena prestarle atención.

Con la ayuda de productores de moda y responsables de varios éxitos, Jonas explora varios ritmos de moda, desde los ruiditos percusivos al estilo Timbaland-Timberlake (Voodoo) y R&B (Good Girls) a diferentes versiones de electrónica, como el tropical house (Close), el breakbeat inglés (Comfortable) o una versión light del dubstep (Bacon).

Nick Jonas tiene canciones para figurar en los rankings e incluso hacer bailar a jóvenes y no tanto, pero a falta de un estilo más definido y propio, por poco no llega a la nota suficiente para graduarse con honores. (Kristel Latecki)

Lali - Soy


Género: Pop
Sello: Sony Music Argentina
**
Canciones destacadas: Único, Amor es presente.

Lali Espósito se consolidó como una estrella pop de exportación y una marca imparable. Con giras que cubren la región y llegan al lejano Israel (como supo hacer toda la troupe de Cris Morena en su momento y la misma Espósito junto a Teen Angels), canciones que suenan en las radios adolescentes, una exitosa novela, un romance de alto perfil y la infaltable cobertura en revistas y programas de chismes, el paquete está completo.

Tras A bailar (2014), la cantante intentó sumarle un tenor más personal a su música, y con Soy, se planteó mostrarle al público quién es ella. Pero, aunque aparezca acreditada en las 13 canciones como coautora, musicalmente no tiene aún una personalidad propia. Este es un argumento por supuesto discutible y cuestionable. Al ser un producto adolescente, hecho para ser exitoso y popular, se apuesta a formulas ya comprobadas. Sin embargo, Soy utiliza referencias tan obvias que cualquier oyente que haya seguido los úlitmos años del pop encuentra rápido a los originales.

Podría decirse que la inspiración principal de Espósito es Katy Perry. Con canciones como Irresistible, Boomerang o Ring Na Na, el fantasma de la californiana es demasiado visible. La segunda referencia, que figura en el tema Soy, es Lady Gaga, pero su versión 2009, cuando estaba despuntando las formas más atrevidas del electropop.

Único, por su parte, es un tema que sorprende por su estructura, que evoluciona de balada a dubstep, pero es precisamente la parte electrónica la que recuerda demasiado a lo que hacía Skrillex hace ya unos cuantos años con sus gritos distorsionados. Si se elige ignorar ese dato, es el mejor tema del disco. El que le sigue es Amor es presente, la segunda sorpresa del disco: un pop gospel que logra salirse del espiral reiterativo del electropop.

Luego de estas consideraciones, sí se puede decir que Soy es un salto alto de calidad en comparación con su antecesor. Aunque trabajó con ella el mismo equipo de producción, se nota un sonido "más caro" (al decir de Justin Bieber) y más internacional. Sin dudas que, más adelante, Espósito tendrá más oportunidades para elaborar un yo musical más original. (Kristel Latecki)


Babasónicos - Desde adentro / Impuesto de fe


Género: pop, rock
Sello: Sony
****
Canciones destacadas: El colmo, Sin mi diablo, Muñeco/Deléctrico.

Los shows de Babasónicos en Montevideo, en concreto desde que encontraron una casa local en La Trastienda, son ante todo un chisporroteo de volumen, estribillos cantados por cientos, transpiración, baile y glamour acalorado, barriobajero, ahí donde se cruzan el rock y el pop, la sofisticación y lo popular.

Justamente por eso esta edición especial en vivo tiene un valor especial: nada de eso destaca en estas grabaciones especiales hechas por la banda para la cadena HBO. En concreto, este registro está concebido como una cierta mirada a capítulos del grupo –en concreto, muchos de los más exitosos– que prescinde de la sucia energía del vivo propia de Babasónicos y de la repercusión del incondicional público que los acompaña, tanto en Montevideo como en el resto de Latinoamérica.

¿Qué queda, entonces, sin eso? Pues una nueva prueba de la versatilidad del grupo bonaerense, que puede cambiar algunos riffs por arreglos de vientos como en la versión de Yegua, que puede sustituir gritos por silencios y que además, sí, puede confinar al público a los aplausos tema tras tema y poco más.

Como siempre pasa en estos casos, el desprecio por la saturación y la predilección por el aire y los silencios deja disfrutar la solemnidad de las cuerdas y, en este caso, aprovechar la cada vez más trabajada teatralidad de Adrián Dárgelos, con coros celestiales ocasionales por detrás. Un lujo y un disfrute. (Sebastián Auyanet)


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