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Una caminata científica muestra cómo han cambiado los Alpes en solo 25 años

Científicos han notado grandes cambios, especialmente en relación con el ser humano y la naturaleza
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21 de septiembre de 2017 a las 05:00

Los científicos no siempre se sientan en el laboratorio a realizar cálculos complejos. También hay investigadores que trabajan en ecosistemas de montaña y realizan parte de su trabajo al aire libre.

Este verano, un grupo de geógrafos se embarcó en una travesía recorriendo los Alpes, desde la capital austríaca de Viena hasta la ciudad costera francesa de Niza. Hace 25 años realizaron la misma caminata y querían observar los cambios ambientales y sociales alrededor de las cumbres montañosas. Sus resultados son más que alarmantes.

En las altitudes más bajas, los bosques se están secando y el escarabajo del pino de montaña, que ataca y mata a los árboles, se está extendiendo. Las plantaciones frutales se han visto dañadas por el clima extremo de primavera, cuando aparecen heladas tras los primeros calores. En las cumbres, algunos glaciares han desaparecido. Como resultado, la capa de suelo de permafrost, que normalmente está congelada y mantiene unidos los peñascos rocosos, se está descongelando.

Asimismo, se han hecho más frecuentes las lluvias torrenciales, provocando deslizamientos de tierra cada vez mayores, que están remodelando las laderas de las montañas, hasta tal extremo que fue necesario cambiar el rumbo en puntos concretos de la travesía. Algunos senderos históricos se han derrumbado y el deshielo de los glaciares ha liberado incluso varios cadáveres de escaladores desaparecidos hace décadas.

Montañeros y refugiados

"Todos estos son signos del cambio climático", cuenta el geógrafo suizo Harry Spiess, uno de los cuatro científicos y organizador de la caminata whatsalp. "Todo el mundo es consciente del problema, pero nadie cambia de actitud para evitarlo. Los tiempos han cambiado y el enfoque se ha desplazado a cuestiones globales como el terrorismo y la migración", lamenta.

Desde que el año pasado se reforzaron los controles migratorios en la región balcánica, los Alpes se han convertido en la principal entrada para refugiados africanos y de Oriente Medio, que se dirigen al norte de Europa. Encontrar refugiados en un sendero alpino habría sido inaudito hace 25 años. Hoy en día, es más que probable que incluso ocurra en algunos de las rutas en la frontera franco-italiana. Para muchas personas esta es una preocupación mayor que la preservación del medio ambiente o el cambio climático, según Spiess.

Turismo masivo de Asia

En el mundo globalizado de hoy, los Alpes ya no son una zona aislada y de difícil acceso. Así pues, durante la travesía de hace 25 años, los científicos tampoco pudieron predecir el boom económico asiático, que ha transformado completamente el turismo alpino. Se ha desarrollado un verdadero turismo de masas, con todo lo que ello conlleva: carreteras, instalaciones hoteleras y aparcamientos. Todo indica que la región todavía no ha adoptado una estrategia más sostenible para el futuro.

"El turismo todavía no es lo suficientemente fuerte como para destruir los Alpes, pero aún queda un largo camino por recorrer para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible en la región", afirma Spiess.

El desarrollo turístico en algunos valles alpinos se ha extendido más allá de lo que la tierra soporta. Así, en algunas regiones, los efectos previstos del cambio climático amenazarán la existencia misma de las poblaciones locales. Los modelos climáticos prevén que las montañas del sur sufrirán más sequía y olas de calor, pero también lluvias y nevadas más extremas. En el norte, en cambio, la nieve será menos frecuente, pero es probable que se produzcan inundaciones por tormentas severas en la región atlántica.

¿Signos de esperanza?

Dominik Siegrist, planificador de espacios naturales y geógrafo suizo que también formó parte de la caminata TransALPedes de 1992, cuenta que la travesía de tres meses de este verano muestra la importancia del compromiso regional con el futuro de los Alpes. El activismo local y el compromiso cívico han crecido dramáticamente desde la marcha original.

"Una gran comunidad de habitantes alpinos está trabajando en estos desafíos", dice Siegrist hablando con Deutsche Welle desde el Rifugio W. Jervis, un refugio de montaña en la frontera entre Italia y Francia.

Se trata de proyectos de investigación científica, planes para promover la agricultura y el turismo sostenibles, así como el establecimiento de áreas protegidas más allá de las fronteras nacionales. Además, diversos grupos activistas están trabajando para combatir proyectos intrusivos como la propuesta de una carretera entre Múnich y Venecia, o la expansión de zonas de esquí en zonas montañosas más altas y con nieve asegurada.

Siegrist espera que la caminata whatsalp motive a más personas a formar parte de este activismo. Por ello, los científicos se centran en un público objetivo joven, para el que escriben de forma regular en un blog y utilizan activamente las redes sociales para su comunicación.

Conservación de las bases

La marcha también es un proyecto de base, que se ha organizado desde abajo y no desde arriba. El proyecto ha sido parcialmente financiado por crowdfunding. Además, hay una invitación abierta a unirse al grupo en cualquier momento del camino, incluyendo las últimas etapas a través de Italia y Francia, así como durante la fiesta de clausura, que tendrá lugar el 29 de septiembre en Niza, Francia. A lo largo de la travesía, el equipo también se ha reunido con activistas locales en más de 110 ocasiones.

Uno de estos grupos era una agrupación de pueblos de los Alpes austríacos, Bergsteigerdörfer, en alemán, que promueve la recreación y el turismo sostenible, de bajo impacto y libre de motor. También se fomenta el turismo rural, así como la agricultura orgánica y el pastoreo de ganado en pastos de montaña, lo que ayuda a preservar paisajes culturales y ambientales y beneficia a las economías locales, según Siegrist.

El investigador espera que los Alpes aguanten las presiones, como lo han hecho durante los últimos 25 años, hasta que Europa, y el mundo en su conjunto, se muevan en una dirección más sostenible. Presiones que, sin embargo, están ocurriendo en condiciones difíciles, y que el cambio climático no hará más que agravar.



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