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Una década de apuesta a la innovación: logros y materias pendientes

Con la creación de la ANII, Agesic y el Plan Ceibal, Uruguay logró desarrollarse en TIC, pero le quedan debes en ciencia e innovación
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06 de agosto de 2017 a las 05:00
Steve Jobs acababa de presentar el primer iPhone y Facebook todavía era una red social exclusiva para universitarios. Menos de la mitad de los uruguayos usaba internet, y solo uno de cada dos hogares tenía una computadora. Era 2007 y muchos de los que se conectaban a la red lo hacían desde un cibercafé o teniendo que soportar un pitido horrible.

Pocas cosas pueden atestiguar tan brutalmente el paso del tiempo como los cambios en la tecnología y aunque pareciera que todo esto sucedió hace siglos, formaba parte del paisaje urbano de tan solo una década atrás, en un mundo y en un Uruguay que recién se abría paso al universo de los datos.

El 2007 fue un año clave para el ingreso de Uruguay a las grandes ligas de la ciencia, la tecnología y la sociedad de la información. Ese año se crearon la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), el Plan Ceibal y la Agencia de Gobierno Electrónico y Sociedad de la Información y el Conocimiento (Agesic), un tridente que 10 años después es reconocido por su labor en el fomento de la innovación y el desarrollo de la tecnología, y por poner al país en la cima de Latinoamérica en materia de tecnologías de la información.

"Creo que hay que pensar en un Uruguay antes de la ANII, de Agesic y de Ceibal", opina Miguel Brechner, impulsor y presidente del Plan Ceibal, una iniciativa que no formaba parte de la agenda del primer gobierno del Frente Amplio pero acabó convirtiéndose en un buque insignia de la era progresista.

Fernando Brum, presidente de ANII, y José Clastornik, titular de Agesic, tienen una mirada parecida. Según Clastornik "hubo un cambio enorme en muchas cosas" y muchos temas que hoy forman parte del debate público más rutinario, hace 10 años no estaban ni en la órbita de los legisladores. "Cuando en 2007 hablábamos de una agencia de innovación la gente nos miraba diciendo: '¿qué será eso?' Son conceptos que ahora están instalados", acota Brum.

Antes de la creación de esos tres organismos, no obstante, ya habían existido otras iniciativas de promoción del desarrollo tecnológico y científico. Álvaro Mombrú es ingeniero químico y preside el Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas (Pedeciba), un organismo creado en 1986. En diálogo con El Observador, Mombrú sostuvo que el proceso de crecimiento "se viene dando desde hace unos 30 años con la creación del Pedeciba a través de un convenio entre la Universidad de la República (Udelar) y el Ministerio de Educación (MEC). Hemos pasado de tener una treintena de científicos a los 1.700 que tenemos hoy".

De todos modos, aseguró, la nueva institucionalidad unificó lo que hasta entonces habían sido iniciativas más bien dispersas y dio un nuevo marco para crecer.

Modelo de desarrollo

Tanto la ANII como la Agesic y el Plan Ceibal cuentan hoy con un extendido respaldo por parte de todo el espectro político, los privados y la academia, aunque ello no impide que surjan voces cuestionadoras del modelo de desarrollo.

Una de ellas es la del ingeniero Juan Grompone, quien critica el modelo de agencia estatal como promotor del desarrollo de ciencia y tecnología. "El verdadero método lo demostró Silicon Valley: es el capital aventurero", señala el ingeniero. "El desarrollo significa arriesgarse y fracasar, y eso no lo puede hacer una agencia que tiene que rendir cuentas con el dinero". Como Uruguay es demasiado pequeño para producir capitalistas aventureros, Grompone sugiere "utilizar el modelo batllista" y encomendarle al Banco República la tarea de destinar una cantidad de su capital a inversiones de riesgo. "Tendrá que estar dirigido por alguien que sepa que de diez proyectos, nueve no van a servir para nada".

“El modelo de agencias no realiza desarrollo importante de ninguna manera. Lo fundamental es arriesgar en ideas locas y perder dinero”, señala Juan Grompone.

Según Grompone, un ejemplo de apuesta riesgosa –y exitosa– en Uruguay es el Plan Ceibal, proyecto del que formó parte en su fase inicial. "Una idea loca que nadie creía posible. Hoy todos dicen: yo lo apoyaba", acota.

Materias pendientes

Si en materia de tecnologías de la información hay quienes hablan de “un antes y un después”, en ciencias e investigación predomina el “todavía”. Los mismos rankings que ponen al país a la vanguardia de la región en cuanto a conectividad, software y reducción de la brecha digital lo ubican entre el montón en lo que tiene que ver con el desarrollo y la investigación en las ciencias más duras.

Uno de esos rankings es el Índice Mundial de Innovación 2017, elaborado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), que ubicó a Uruguay en el puesto 67° a nivel global y en el sexto lugar entre los países de Latinoamérica, detrás de Chile (46°), Costa Rica (53°), México (58°), Panamá (63°) y Colombia (65°).

Para Juan Cristina, decano de la Facultad de Ciencias, por más que las políticas de innovación y ciencias hayan sido “el inicio de un rumbo y un avance sustantivo con respecto a la que había”, todavía “hay un largo trecho” por delante. “Estamos remándola. Yo tengo el honor de ser miembro de la Academia Nacional de Ciencias del Uruguay, que tiene cinco años. Los colegas de la academia brasileña nos invitaron a que fuéramos a festejar sus 100 años. ¿Qué querés?”, comenta entre risas.

Según el decano de la Facultad de Ciencias, la principal carencia del país sigue siendo la formación de recursos humanos. En Uruguay hay 504 científicos por cada millón de habitantes, una cifra menor a la de Argentina y Brasil (1.202 y 698 respectivamente), bastante alejada del promedio (cercano a los 2.500) y mucho más lejos aun de los países más avanzados, como Israel (8.255) y Dinamarca (7.198).

Mientras que en Uruguay la masa de científicos aumentó 2,5% entre 2002 y 2014, el crecimiento fue sensiblemente mayor en países como Corea del Sur (7,1%), Malasia (17,6%) o Turquía (10%).

Mombrú, sin embargo, se muestra optimista sobre poder alcanzar a los países más avanzados. “Estamos muy contentos con lo que se ha logrado hasta ahora y confiamos en que este proceso nos pueda llevar a esos niveles”, afirmó.

¿Sabremos cumplir?

“Cumplimos”. Con ese verbo y en plural, el presidente Tabaré Vázquez repasó cada uno de los logros de la ANII, durante la ceremonia por su aniversario en el Teatro Solís, el pasado lunes 31 de julio. El mandatario recordó que el primer gobierno del Frente Amplio había prometido un plan estratégico en ciencia y tecnología, con la innovación como un elemento sistémico de la sociedad y se mostró orgulloso de haberlo logrado.

“Desde el gobierno cumplimos con crear la ANII. Cumplimos con concretar un Sistema Nacional de Investigadores que hoy nuclea a 1.700 científicos, expertos y técnicos. Cumplimos con concretar un Sistema Nacional de Becas que en una década benefició a 3.500 jóvenes profesionales que cursaron maestrías, doctorados y posdoctorados en Uruguay y en el exterior. Cumplimos desarrollando Timbó, un portal de acceso universal y gratuito a la más reciente bibliografía especializada de varias disciplinas, que cuenta con 40 mil usuarios”, valoró Vázquez, y mencionó además la sinergia entre academia y empresas y el apoyo a miles de proyectos de innovación.

“Lo más costoso en investigación y desarrollo es formar a un científico”, afirmó Juan Cristina, decano de la Facultad de Ciencias de Udelar

Uno de los debes omitidos en el discurso del presidente fue su promesa de destinar el 1% del PIB a ciencia y tecnología. Esa aspiración ya estaba incluida en el programa de gobierno de la primera administración frenteamplista, y fue un punto sobre el cual Vázquez insistió durante la última campaña electoral. Sin embargo, la cifra sigue estancada en 0,38% del PIB, y los que trabajan en el sector ven difícil que eso cambie.

Según Cristina, la necesidad de un mayor presupuesto se basa más que nada en lo costosa que es la formación de un científico. Pero los reclamos por mayor presupuesto no se restringen a lo meramente académico. “Como toda organización, nosotros quisiéramos tener mayor presupuesto”, admitió Brum, y comentó que cada vez se presentan más proyectos a la ANII y que en ocasiones encuentran proyectos importantes que no logran financiar.

Aislados

La formación de más científicos e investigadores es solo la punta de la cadena, y un problema inmediatamente posterior es su inserción laboral. Cristina lo menciona como uno de los mayores desafíos y destaca dos problemas: la fuga de cerebros y la magra participación de la masa científica en las principales empresas del país.

De acuerdo al Censo de Egresados de la Universidad de la República, 12% de los recibidos de la Facultad de Ciencias trabaja en el extranjero, 23% lo hace en la propia facultad y 22% en organismos públicos. Según Cristina, menos del 10% de los estudiantes que se reciben ejercen su profesión en una de las empresas públicas. “Gastamos fondos estatales en formar a los mejores científicos. Si luego el Estado no aprovecha la gente que formó, va a haber otro Estado que los va a usar sin haber hecho la inversión”, advierte el decano. En otros países, explicó Cristina, los ministerios de Economía o los bancos centrales contratan matemáticos, algo que no ocurre en Uruguay.

El informe de OMPI evidencia los bajos niveles de investigación en las empresas nacionales, situando a Uruguay en el puesto 78o entre 85 países en el rubro “investigadores en emprendimientos”, categoría que define como “concepción de nuevos conocimientos, productos, métodos y procesos (...) incluyendo empresas cuya actividad primaria es la producción de bienes y servicios”. La escasa cultura de patentación de inventos (se registra solo una centena por año) es otro de los aspectos a mejorar. Y sobrevolando todos los diagnósticos, pronósticos y hojas de ruta, asoma una palabra en común, que recuerda al aforismo de José Mujica: “Educación, educación y otra vez educación”.


ANII

La Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) celebró sus 10 años este 31 de julio. Entre sus principales políticas, destaca la creación del Sistema Nacional de Becas –por el cual más de 3.500 uruguayos se formaron en el exterior–, la aprobación de unos 1.000 proyectos de investigación, la creación del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y el fomento de la cultura emprendedora y la innovación. Todo ello implicó un presupuesto de US$ 279 millones destinado a financiar más de 6.000 proyectos. Cumplida la primera década, el foco de la agencia está puesto en juntar la academia con el gobierno y el sector privado. “Manejamos un concepto que es ‘tejer la trama’. Implica arrimar los sectores para tener proyectos conjuntos que resuelvan problemas concretos”, explicó a El Observador el director de la ANII, Fernando Brum.

Agesic

La Agencia de Gobierno Electrónico y Sociedad de la Información y del Conocimiento cumple 10 años en el mes de agosto. Fue creada en 2007 tras la aprobación de la ley 18.046 con el objetivo de promover el uso de las TIC en el Estado y actualizar la burocracia gubernamental, implementando las herramientas digitales. Para 2017, el objetivo era que todos los trámites de la administración central se pudieran empezar vía web y, según dijo el director de la agencia, José Clastornik, eso se cumplió. Para 2020 se apunta a que los trámites puedan hacerse en su totalidad por ese medio. “La lógica es utilizar todos los instrumentos técnicos y normativos que estuvimos generando, como la firma electrónica, las notificaciones electrónicas, los pagos electrónicos y la plataforma de interoperabilidad”, expresó Clastornik.

Plan Ceibal

A pesar de no formar parte del programa de gobierno, se convirtió en buque insignia de la primera administración frenteamplista. Su ideólogo fue el ingeniero Miguel Brechner, quien se enteró por la web de la iniciativa One Laptop Per Child, de Nicolás Negroponte, e imaginó que aquello podría funcionar en Uruguay. Y funcionó. Los dispositivos entregados sumaron 797 mil en 2016 y el 100% de los centros educativos cuenta hoy con conectividad wifi. Otros logros en materia de educación incluyen la promoción de la robótica y la programación y el acceso a una biblioteca digital con más de 4.000 contenidos educativos. Por su parte, tuvo un rol clave en la reducción de la brecha digital. Mientras que en 2007 solo uno de cada diez niños del 20% de la población más pobre tenía una computadora, “hoy se transformó en un derecho”, asegura Brechner.

Las cifras

US$ 279 millones fue el presupuesto de la ANII en estos 10 años, volcados al financiamiento de más de 6.000 proyectos. A esa cifra hay que sumarle los fondos privados, que ascienden a unos US$ 30 millones.

0,38% del PIB se destina a ciencia y desarrollo. En la pasada campaña electoral, Vázquez prometió alcanzar el 1% durante la actual administración, pero los que trabajan en el sector afirman que no ocurrirá.

504 científicos cada millón de habitantes tiene Uruguay. La masa de investigadores aumentó 2,5% entre 2002 y 2014 pero sigue lejos del ratio de los países vecinos, y muy lejos de los más desarrollados.


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