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Una elección cuestionada
En las elecciones del martes 3/11 en los EEUU casi todas las encuestas fracasaron de nuevo. Ninguna de sus predicciones principales se cumplió: ni una victoria aplastante del candidato demócrata Joe Biden, ni una mayoría demócrata en el Senado, ni una ampliación de la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes. La última “encuesta de encuestas”1 de FiveThirtyEight estimó una ventaja a favor de Biden del 8,4% de los votos. La ventaja de Biden en el voto popular fue del 3,7%, lo que no asegura una victoria. En 2016 la candidata demócrata Hillary Clinton tuvo una ventaja del 2,0% en el voto popular pero, contra casi todos los pronósticos, el candidato republicano Donald Trump se impuso en el Colegio Electoral.
La discrepancia entre los pronósticos y la realidad se notó más en los estados más disputados. La última encuesta de encuestas de FiveThirtyEight dio a Biden ventajas del 2,6% en Arizona, 2,5% en Florida, 1,2% en Georgia, 1,8% en Carolina del Norte, 4,7% en Pennsylvania y 8,4% en Wisconsin; y dio a Trump ventajas del 0,8% en Ohio y 1,1% en Texas. Trump ganó con ventajas del 3,3% en Florida, 1,3% en Carolina del Norte, 8,2% en Ohio y 5,8% en Texas. Biden tuvo ventajas del 0,3% en Arizona, 0,3% en Georgia, 0,9% en Pennsylvania y 0,7% en Wisconsin.
Los resultados de seis estados fueron cuestionados por una multitud de recursos legales interpuestos por la campaña de Trump. Probablemente haya un recuento de votos en los cuatro estados en los que la diferencia entre Biden y Trump fue menor que el 1%.
Pese a que los escrutinios y litigios continúan, el sábado 7/11 casi todos los grandes medios declararon ganador a Biden, y este, aunque en el primer debate presidencial se había comprometido a no declarar victoria antes que la elección fuera certificada independientemente, aceptó la proclamación de la prensa y comenzó a actuar como presidente electo. Ahora Biden llama a la unidad nacional, después de una campaña divisiva, en la que trató al Presidente Trump de payaso, racista, mentiroso, etcétera, y a sus partidarios de tontos.
En el año 2000, el candidato presidencial demócrata Al Gore admitió su derrota 37 días después de la elección, un día después de que la Corte Suprema de los EEUU rechazara su último recurso. En general la prensa se mantuvo expectante y no criticó a Gore por su actitud. Hoy, en cambio, casi toda la prensa critica duramente a Trump por utilizar los recursos legales a su alcance para seguir peleando una elección que cree haber ganado.
La acusación de fraude lanzada por Trump se apoya en muchas evidencias e indicios de irregularidades graves: a) unos 1.000 funcionarios electorales o postales, delegados partidarios y simples ciudadanos de distintos estados han hecho declaraciones juradas atestiguando que presenciaron procedimientos ilegales sistemáticos a favor de Biden; b) muchos delegados republicanos denunciaron que no se les permitió ejercer su derecho a participar del escrutinio; c) miles de votos fueron emitidos por personas fallecidas; d) miles de votos fueron emitidos por personas no residentes en el estado respectivo (inhabilitadas para votar allí); e) en varios lugares el número de votos superó al número de personas registradas para votar; f) en varios lugares el número de personas registradas para votar superó al número de habitantes de 18 o más años; g) varios “errores de software” transformaron miles de votos a favor de Trump en votos a favor de Biden; h) cientos de miles de papeletas contienen solo votos por Biden, sin ningún voto en las muchas otras elecciones simultáneas (Senado, Cámara de Representantes, autoridades estatales y locales, plebiscitos); esto nunca había ocurrido en una proporción tan grande y concentrada; i) sorpresivamente, en la noche del 3/11 en muchos lugares se suspendió el escrutinio durante horas; j) en la madrugada del miércoles 4/11, en las grandes ciudades de los estados clave, fueron computadas varias tandas de decenas de miles de votos que fueron casi todos para Biden; esto se produjo en los lugares críticos, en el momento oportuno y en las cantidades necesarias para cambiar la tendencia en esos estados, hasta ese momento muy favorable a Trump. El voto epistolar no explica esas aberraciones estadísticas. Todo esto y más sustenta las impugnaciones de Trump, que deberán seguir su curso en las cortes y ser resueltas antes del 14/12, día en que el Colegio Electoral elegirá al Presidente de los EEUU.
En un lapsus linguae que habría hecho las delicias de Freud, Biden declaró en una entrevista: “Hemos reunido la organización de fraude electoral más extensa e inclusiva en la historia de la política estadounidense”.2
Más del 80% de los votantes de Trump opina que la presunta victoria de Biden no es legítima.3 Para que los estadounidenses sigan confiando en su sistema democrático, es esencial procurar que todos los votos lícitos sean contados, todos los votos ilícitos sean descartados y todas las denuncias de irregularidades sean investigadas a fondo.
El 36% de quienes votaron por Biden desconocían los archivos y testimonios sobre los negocios de la familia Biden en China, Ucrania, Rusia, etcétera, que salieron a la luz pública en las semanas previas a la elección; y el 13% de ese 36% (o sea el 2,3% de todos los votantes) no habrían votado a Biden de haberse enterado a tiempo de eso.4
Si Biden gana, deberá su victoria en gran medida a los gigantes tecnológicos Google, Twitter y Facebook, que recurrieron a medidas sin precedentes para obstaculizar la difusión de esa información tan perjudicial para Biden.
*0) Otros escritos del autor en: https://danieliglesiasgrezes.wordpress.com.
*1) Un promedio de los resultados de muchas de las principales encuestas.
*2) Reuters, 29/10/2020.
*3) Cf. Washington Post, 11/11/2020.
*4) Cf. Washington Examiner, 13/11/2020.
