Lo hemos visto muchas veces antes. El lugar suele ser un espacio cerrado o controlado, ya sea una casa grande, un barco, un tren o similares. Luego, el crimen. Suele ser un asesinato en circunstancias extrañas, improbables o incluso escabrosas. Entre las mismas circunstancias, los sospechosos. Un buen número de posibilidades -no menos de cuatro que sería poco, no más de diez que sería confuso- todos con buenos motivos para cometer el crimen, oportunidad y ardiente odio hacia el finado. Y la última pieza relevante es el detective. Un agente externo -no suele ser nunca policía- con capacidades expertas para solucionar el crimen, el único capaz de descubrir la supuestamente imposible verdad que se esconde detrás del muerto.
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