Mundo > Conflicto a tres bandas
Una "visita de cortesía" desató una escalada diplomática entre Bolivia, México y España
Mientras se avanza, con lentitud, hacia las elecciones presidenciales en Bolivia, la tarea primordial del gobierno interino que encabeza Jeanine Áñez, para superar los fallidos comicios del pasado 20 de octubre —plagados de irregularidades de acuerdo al informe de la Misión de Observación Electoral (MOE) de la Organización de Estados Americanos (OEA)— se suceden episodios conflictivos en varias direcciones: contra el exmandatario Evo Morales, que ahora despacha a sus anchas en Buenos Aires, y contra México y España en las últimas 72 horas.
Contra Morales existe una orden de aprehensión dictada por la fiscalía boliviana bajo la acusación por los delitos de "sedición y terrorismo". El ministro de Gobierno (Interior), Arturo Murillo, fue quien presentó la denuncia ante el Ministerio Público el 22 de noviembre pasado, que sustentó en un audio en el que supuestamente se escucha la voz de Morales dando instrucciones para bloquear caminos e interrumpir el suministro de alimentos a algunas ciudades bolivianas, en la crisis que se desató tras su salida del poder.
Murillo se ha revelado en estos menos de dos meses desde la renuncia de Morales como un tipo duro, que no pierde de vista al exmandatario.
Morales respondió desde la capital argentina, a la que llegó como asilado y luego cambió su condición a refugiado, con la contratación del célebre jurista español Baltasar Garzón para que asuma su defensa.
Con México ha habido una tensión permanente en las relaciones con Bolivia desde que Morales escogió a ese país como su primer destino como asilado. Las autoridades interinas del país sudamericano reclamaron a la cancillería mexicana la profusa actividad pública del exmandatario durante su breve período bajo la protección del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. México hizo saber que Morales disfrutaría de la misma libertad de expresión de la que gozan todos los mexicanos. Ni más, ni menos.
En la embajada mexicana en La Paz permanecen una decena de exfuncionarios del gobierno de Morales que mantienen viva la disputa, traducida en principio en intercambio de declaraciones y ahora, a partir del extraño incidente del viernes pasado, en una sucesión de expulsiones de funcionarios diplomáticos de tres países, porque en el interín el conflicto ha salpicado al gobierno español que dirige, en funciones, Pedro Sánchez, quien también tiene una misión imperiosa: lograr apoyos para su candidatura y poder formar gobierno.
Pero, ¿qué sucedió el viernes que ha conducido a subir los decibelios del aplomado lenguaje diplomático?
El País de Madrid explica que todo ocurrió de manera accidental. "Comenzó con una visita de cortesía, sin carácter oficial que solicitó el jueves por una vía informal la embajadora mexicana en La Paz, María Teresa Mercado, a la encargada de negocios de España en Bolivia, Cristina Borreguero", apunta el diario.
Borreguero se presentó en la embajada de México el viernes en la mañana, acompañada del cónsul de España en La Paz, Álvaro Fernández. El encuentro, precisa El País, se produjo sin el conocimiento de la ministra de Defensa de España encargada de Exteriores, Margarita Robles. No trascendió ni por medios diplomáticos españoles ni mexicanos de que se trató la charla entre los funcionarios de ambos países.
Al final de la reunión y cuando los funcionarios españoles se preparaban para partir surgieron los problemas que desataron esta crisis entre los tres países.
La sede de la embajadora, ubicada en la zona de La Rinconada, en La Paz, —un enclave de opositores a Evo Morales, donde hubo fuertes protestas contra el exmandatario —, está custodiada por policías bolivianos, que ha llevado a México a denunciar hostigamiento e intimidación a su personal. Grupos de vecinos, incluso, han realizado vigilias en la zona.
Sin detalles reveladores, el gobierno boliviano acusó a los diplomáticos españoles, en combinación con la embajadora mexicana, de urdir un plan para la fuga de algunos de los refugiados en la sede diplomática. Al frente de las sospechas apareció el ministro Murillo. "Nosotros tememos que lo que se iba a hacer era sacar a un delincuente común como es (el exministro de la presidencia) Juan Ramón Quintana; esto se ha abortado", afirmó el alto funcionario del gobierno interino.
De acuerdo con la versión de El País, los diplomáticos españoles se vieron enredados en este entuerto que en principio dirimían Bolivia y México. Y cuando pretendían dejar la sede diplomática mexicana sus autos no estaban y se generó una situación de alta tensión.
"Los coches habían salido de la urbanización obligados por los vecinos. En ellos iban cuatro escoltas del Grupo Especial de Operaciones (GEO) de la policía española, que se cubrieron el rostro ante los fotógrafos locales", informó El País. Por eso Murillo hablaba de la presencia de "encapuchados" y advertía sobre ese fallido "plan de fuga".,
Murillo anunció, entonces, que pediría declarar personas "non gratas" a los diplomáticos, lo que ocurrió prontamente. Y este lunes se fue más allá: el gobierno de Jeanine Áñez procedió a ordenar la expulsión de la embajadora mexicana y los dos diplomáticos españoles. Horas después España respondió en consonancia, con la expulsión de tres funcionarios de la representación boliviana a los que dio 72 horas de plazo para abandonar el país.
El gobierno de México, de acuerdo a La Jornada, instruyó a la embajadora Mercado que regresara al país para "resguardar su seguridad e integridad". La secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, reconoció que existe una situación de tensión entre ambos países y el subsecretario de Relaciones Exteriores para América Latina y el Caribe, Maximiliano Reyes, precisó que el gobierno de México no ha tomado la decisión de declarar persona non grata al embajador boliviano en el país.
El medio mexicano también reproduce declaraciones del ex presidente Felipe Calderón quien advirtió que la crisis diplomático ha ido demasiado lejos.
