Para ser un país tan nostálgico y afecto a rememorar su pasado, Uruguay tiene una gran cuenta pendiente en cuanto a material de archivo y a elaborar un relato claro y conciso sobre la identidad cultural de este territorio. Algo que, de a poco, se ha ido subsanando en los últimos años con investigaciones, libros, películas y demás tareas de rescate.
De todas formas, esa relativa orfandad de acervo se hace patente al ver la muestra La milonga es hija del candombe, así como el tango es hijo de la milonga, que se inauguró el pasado octubre, y que se podrá visitar hasta abril de 2024 en la sede del Archivo Nacional de la Imagen y la Palabra.
El título viene de una frase pronunciada de Alfredo Zitarrosa, uno de los once artistas cuyas vidas y obras son repasadas en este proyecto, curado por el músico Juan Campodónico y el periodista y músico Andrés Torrón. Los otros diez nombres presentes en esta selección son Alberto Mastra, Pedro Ferreira, Romeo Gavioli, Amalia de la Vega, Lágrima Ríos, Manolo Guardia, Eduardo Mateo, Hugo Fattoruso, Rubén Rada y Jaime Roos.
Ministerio de Educación y Cultura
En esa selección, los dos responsables de la muestra lograron condensar los tres géneros que están en el título –candombe, tango y milonga—, repasar distintas épocas y perfiles. Al ver la lista se puede argumentar por la inclusión de tal o cual nombre, y habrá razón en cada uno de ellos, pero lo cierto es que para la escala del proyecto, la selección resulta adecuada y abarcativa, lo que ya marca el primer acierto de este trabajo.
El siguiente acierto es la presentación de la muestra, que distribuida en dos niveles incluye textos, fotografías, material audiovisual, canciones y objetos. Esa variedad le da profundidad, lo que permite tanto revisitar joyitas como algunas presentaciones de Zitarrosa en vivo en la televisión mexicana o fragmentos de un documental sobre Lágrima Ríos, hasta ver a Roos hablando en el presente de la influencia de otros nombres de la muestra en su música. También es brillante un segmento de Rubén Rada en el que explica cómo, a pesar de su aparente complejidad, el candombe tiene un patrón ritmo cuadradito y sencillo en el centro.
Pero –siempre hay un pero– esa misma profundidad que le da la variedad de materiales y fuentes también ilustra lo pequeña que se termina sintiendo la muestra una vez que se termina el recorrido.
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Hay gran material, un gran resumen histórico, y verdaderos tesoros como una guitarra de Alfredo Zitarrosa –intacta– el fascinante contenido de la carpeta azul donde Eduardo Mateo guardaba manuscritos, dibujos, letras y variopintos materiales, o las letras originales de Jaime Roos, con correcciones, tachaduras y apuntes, pero quedan ganas de más, algo que se puede argumentar que es tanto un logro de la muestra como una cuenta pendiente, además de una ilustración de la falta de archivo que fue también motivación para sus responsables para armar esta iniciativa.
A pesar de eso, y de algunos otros detalles –menores, pero detalles al fin— como algunos errores de tipeo que quedaron en los textos finales de la muestra, la exposición también debe ser celebrada por el poder de síntesis que sus autores lograron y que se ilustra, por ejemplo, en una línea de tiempo que repasa los hitos musicales del país durante el siglo XX de forma atractiva, y en la capacidad de encarnar en once artistas tamaña tradición y herencia cultural, además de rescatar nombres no tan conocidos o que han ido quedando olvidados, pero que dejaron también una huella en las generaciones de artistas siguientes.
Y ese es el gran logro de Torrón y Campodónico: el de mostrar el componente hereditario de la música popular uruguaya, el de trazar conexiones entre artistas y géneros, y de reflejar la riqueza artística de un país pequeño pero prolífico, y que más allá de compartir rasgos, historia y sonidos con sus vecinos, tiene una identidad clarísima en este rubro.
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Andrés Torrón y Juan Campodónico, curadores de la muestra
Una identidad que no siempre se ha valorado ni documentado, y que no siempre se tiene presente, pero que está ahí para ser revisitada o descubierta.
La milonga es hija del candombe así como el tango es hijo de la milonga puede visitarse de lunes a viernes, de 11 a 17 horas en la sede del Archivo Nacional de la Imagen y la Palabra, ubicado en Sarandí 450.
La playlist
Uno de los espacios de la muestra es una sala de escucha, un espacio separado del resto del recorrido donde el público puede sentarse y simplemente oír una selección de obras de los artistas elegidos, así como de otros representantes importantes de la música popular uruguaya, sin otros estímulos ni distracciones involucradas.
Parte de esa selección ha sido publicada como una playlist, que puede escucharse en la plataforma Spotify.